Heineken y otros en una compleja guerra cervecera mundial

La batalla mundial entre cervecerías puede ocasionar, entre otras cosas, el fin de la experiencia Isenbeck en Argentina. Eso sería uno de efectos causados por el avance de Heineken en varios mercados. Ahora, también juegan los chinos.

25 enero, 2005

La holandesa Heineken, tercera mundial luego de Anheuser-Busch (Budweiser norteamericana, no checa) e Interbrew, intenta comprar a la germaba Warsteiner, que produce Isenbeck en Argentina. Heineken precisa absorber más marcas, pues se ha trabado en lucha específicamente con la belga Interbrew. En Brasil, uno de los grandes consumidores de cerveza, Interbew se fusionó con AmBev, que ya reunía a Quilmes (con sede social en Luxemburgo) y dos brasileñas, Brahma y Antárctica.

De acuerdo con un informe de la agencia noticiosa especializada Bloomberg’s, Heineken también necesita elevar participación en la china Kingsway Brewery Holdisga, viejo legado de la Hongkong británica. Los holandeses tienen ya 20% del duocécimo grupo de ese país.

En la escena europea, que incluye también Ucrania y Rusia, loa neerlandeses han ofrecido € 34 millones por Warsteiner Hofbrau. No tan antigua como la alemana, Heineken también es una empresa de base familiar y alcances esencialmente regionales. Cuando estaba claro que Isenbeck no podría elevar su magra porción en la plaza argentina, los holandeses –que habían salido de Quiles por su fusión brasileña- les hicieron una primera oferta a los alemanes.

Pero existen notorias diferencias entre el mercado alemán y el resto. Al cabo de siglos, sigue fragmentado en empresas regionales o locales que no tienen cada cual más de 2% de participación. En realidad, grupos como Heineken, ex Quilmes o Interbrew mantienen rasgos familiares. Por su parte, Bélgica es un mercado todavía más versátil que Alemania, pues subsisten “cervezas monacales” más viejas que las germanas o las checas. Un fenómeno argentino reciente, las artesanales –sin el componente monástico-, calca el modelo belga.

Sea como fuere, grupos grandes y medianos se vuelcan hacia Rusia, el resto de Asia y Latinoamérica. ¿Por qué? Porque en las dos últimas áreas el consumo per caput ese muy inferior a los de la Unión Europea y Estados Unidos (Argentina es un caso agudo). Paralelamente, las economías centrales están tomando menos cerveza. Eso explica que el anglonorteamericano SABMiller (cuarto del mundo, aunque incluye “ales”) esté por absorber el colombiano Bavaria Business Group (BBG), pagando nada menos que US$ 9.000 millones. Suma enorne, tratándose de este negocio y esta zona.

Pero InBev (ex AmBev) también se interesa en BBG, aunque siga negándolo. Entretanto, Bloomberg’s y algunos consultores de inversión en Wall Street sugieron vender las acciones de Heineken, pues estiman que “ese grupo ha perido al tranvía y sus papeles están sopreciados. Pronto ya no figurará entre los tres más grandes el mundo”. El transfondo del asunto es claro: van quedando pocas cervecerías grandes para adquirir. Entonces, los holandeses apuntan a compañías medianas o chicas.

Las complicaciones no paran ahí. InVeb, Heineken y una alianza entre la danesa Carlsberg y Scottish & Newcastle han reunido unos US$ 7.000 millones en firmas, marcas y activos cerveceros rusos. Por su parte, la china Kingsway es pequeña (vale apenas US$ 550 millones), pero el consumo en ese gigante es apenas 18 litros anuales (contra ochenta en Alemania) y tiene am,plias perspectivas. Curiosamente, no hay señales de que la poderosa industria japonesa se interes en China y alrededores.

El panorama latinoamericano también tiene sus complicaciones. Brasil y México dominan en consumo y concentración de activos. Pero los aztecas han ingresado vigorosamente en EE.UU. y Canadá, gracias al Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio (ANLC). También gracias a la calidad y las peculiaridades de sus cervezas. Una de ellas (Corona) encabeza, con la japonesa Sapporo y la danesa Carlsberg, la lista de “lager” por calidad y sabor. Además, Sapporo exhibe el mejor diseño mundial de envase (contra la pobreza de Corona).

Justamente, calidad es lo que falta en Argentina y Uruguay. En éste, porque el ingreso de capitales extranjeros ha redundado en la pérdida de ciertas características típicas de la “pilsen” oriental. A este lado del Plata, las marcas de calidad tienen participación. Isenneck, que busca un punto medio en la relación calidad-precio, no puede con la líder (aunque no sea problema de precios ni calidad, sino de una vieja hegemonía sostenida en el marketing).

La holandesa Heineken, tercera mundial luego de Anheuser-Busch (Budweiser norteamericana, no checa) e Interbrew, intenta comprar a la germaba Warsteiner, que produce Isenbeck en Argentina. Heineken precisa absorber más marcas, pues se ha trabado en lucha específicamente con la belga Interbrew. En Brasil, uno de los grandes consumidores de cerveza, Interbew se fusionó con AmBev, que ya reunía a Quilmes (con sede social en Luxemburgo) y dos brasileñas, Brahma y Antárctica.

De acuerdo con un informe de la agencia noticiosa especializada Bloomberg’s, Heineken también necesita elevar participación en la china Kingsway Brewery Holdisga, viejo legado de la Hongkong británica. Los holandeses tienen ya 20% del duocécimo grupo de ese país.

En la escena europea, que incluye también Ucrania y Rusia, loa neerlandeses han ofrecido € 34 millones por Warsteiner Hofbrau. No tan antigua como la alemana, Heineken también es una empresa de base familiar y alcances esencialmente regionales. Cuando estaba claro que Isenbeck no podría elevar su magra porción en la plaza argentina, los holandeses –que habían salido de Quiles por su fusión brasileña- les hicieron una primera oferta a los alemanes.

Pero existen notorias diferencias entre el mercado alemán y el resto. Al cabo de siglos, sigue fragmentado en empresas regionales o locales que no tienen cada cual más de 2% de participación. En realidad, grupos como Heineken, ex Quilmes o Interbrew mantienen rasgos familiares. Por su parte, Bélgica es un mercado todavía más versátil que Alemania, pues subsisten “cervezas monacales” más viejas que las germanas o las checas. Un fenómeno argentino reciente, las artesanales –sin el componente monástico-, calca el modelo belga.

Sea como fuere, grupos grandes y medianos se vuelcan hacia Rusia, el resto de Asia y Latinoamérica. ¿Por qué? Porque en las dos últimas áreas el consumo per caput ese muy inferior a los de la Unión Europea y Estados Unidos (Argentina es un caso agudo). Paralelamente, las economías centrales están tomando menos cerveza. Eso explica que el anglonorteamericano SABMiller (cuarto del mundo, aunque incluye “ales”) esté por absorber el colombiano Bavaria Business Group (BBG), pagando nada menos que US$ 9.000 millones. Suma enorne, tratándose de este negocio y esta zona.

Pero InBev (ex AmBev) también se interesa en BBG, aunque siga negándolo. Entretanto, Bloomberg’s y algunos consultores de inversión en Wall Street sugieron vender las acciones de Heineken, pues estiman que “ese grupo ha perido al tranvía y sus papeles están sopreciados. Pronto ya no figurará entre los tres más grandes el mundo”. El transfondo del asunto es claro: van quedando pocas cervecerías grandes para adquirir. Entonces, los holandeses apuntan a compañías medianas o chicas.

Las complicaciones no paran ahí. InVeb, Heineken y una alianza entre la danesa Carlsberg y Scottish & Newcastle han reunido unos US$ 7.000 millones en firmas, marcas y activos cerveceros rusos. Por su parte, la china Kingsway es pequeña (vale apenas US$ 550 millones), pero el consumo en ese gigante es apenas 18 litros anuales (contra ochenta en Alemania) y tiene am,plias perspectivas. Curiosamente, no hay señales de que la poderosa industria japonesa se interes en China y alrededores.

El panorama latinoamericano también tiene sus complicaciones. Brasil y México dominan en consumo y concentración de activos. Pero los aztecas han ingresado vigorosamente en EE.UU. y Canadá, gracias al Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio (ANLC). También gracias a la calidad y las peculiaridades de sus cervezas. Una de ellas (Corona) encabeza, con la japonesa Sapporo y la danesa Carlsberg, la lista de “lager” por calidad y sabor. Además, Sapporo exhibe el mejor diseño mundial de envase (contra la pobreza de Corona).

Justamente, calidad es lo que falta en Argentina y Uruguay. En éste, porque el ingreso de capitales extranjeros ha redundado en la pérdida de ciertas características típicas de la “pilsen” oriental. A este lado del Plata, las marcas de calidad tienen participación. Isenneck, que busca un punto medio en la relación calidad-precio, no puede con la líder (aunque no sea problema de precios ni calidad, sino de una vieja hegemonía sostenida en el marketing).

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