Guerra cultural en internet

La nueva posibilidad de difundir señales de televisión a través de banda ancha por Internet plantea para el futuro la pregunta de si el nuevo medio va a estar dominado también por contenido de Estados Unidos.

13 diciembre, 2004

Hasta la Primera Guerra Mundial, la cultura fluía desde Europa hacia sus colonias y el resto del mundo. Pero con la aparición del cinematógrafo el mundo se sentó a mirar películas de Hollywood para espanto del viejo continente. Desde entones los europeos reclaman con poco éxito protección ante el abrumador dominio de Estados Unidos en el mundo cultural masivo.

La llegada de la televisión abierta contribuyó durante un tiempo a mantener las políticas culturales nacionales porque el medio – a diferencia de lo que ocurre con el cine – podía ser controlado mediante monopolios estatales. Pero eso se acabó en los ’80, con los canales privados y de cable que pronto llenaron sus horas con contenido de Hollywood. Es cierto que había más producción nacional en los programas de televisión en cada país, y que algunos programas transitaban en la dirección opuesta, pero en general, la televisión comercial tiene más contenido de estilo americano que la estatal.

Ahora que llega la televisión por internet cabe preguntarse qué contenido va a venir con ella. Eli Noam, profesor de economía y finanzas de la Universidad de Columbia, hizo una mini-encuesta entre europeos ligados al mundo virtual y descubrió en las respuestas actitudes defensivas y de negación. La comunidad de internet es fuertemente internacionalista y con una visión del mundo eminentemente multicultural. Casi todos los interrogados se niegan a admitir la posibilidad de que la nueva modalidad de distribuir la señal de televisión podría contribuir a aumentar todavía más la ascendencia de la cultura masiva de Estados Unidos.
El costo de distribuir televisión por internet es 40 veces superior al costo de distribución por canal de cable. Por lo tanto, la TV de internet, económicamente, funciona sólo como medio premium.

Si se hacen números es evidente que nadie usaría TV de internet para la distribución regular de contenido de video. Pero eso el cable es mucho más barato. El mercado de la TV internet es para aplicaciones que van más allá de la televisión regular: interactividad, asincronicidad, vínculos y multimedia.

El aspecto de interactividad y multimedia en el medio requieren características adicionales que van más allá del video común. Producir ese contenido es caro. Hace falta creatividad, muchos programadores y muchas pruebas previas además de actualizaciones permanentes. Para eso hacen falta fuertes economías de escala, o sea, proveedores con grandes presupuestos, que diversifiquen el riesgo y distribuyan el contenido a través de diversas plataformas y creen comunidades de usuarios.

Todo esto crea ventajas para las empresas estadounidenses, que son las que tienen una gran comunidad, gran producción de contenido con distribución mundial y experiencia en llegar a públicos populares; las que tienen además, talento creativo y tecnológico de todo el mundo y núcleos eficientes de producción. Además, tienen las ventajas del idioma inglés y de ser superpotencia mundial con políticas que favorecen la competencia y un sistema financiero que brinda capital de riesgo. Algunos de estos factores también existen en otras partes, pero nunca en semejante combinación.

Por lo tanto, existen grandes posibilidades de que la televisión de internet sea eminentemente estadounidense. Habrá, sí, otros países participantes, pero probablemente a escala nacional y sin mucho alcance, o tal vez como jugadores globales que ofrezcan contenido “estilo americano” al resto del mundo. Habrá, dice Noam, perdedores culturales que reclamarán políticas públicas de protección, y eso conducirá inevitablemente a la regulación proteccionista.

Hasta la Primera Guerra Mundial, la cultura fluía desde Europa hacia sus colonias y el resto del mundo. Pero con la aparición del cinematógrafo el mundo se sentó a mirar películas de Hollywood para espanto del viejo continente. Desde entones los europeos reclaman con poco éxito protección ante el abrumador dominio de Estados Unidos en el mundo cultural masivo.

La llegada de la televisión abierta contribuyó durante un tiempo a mantener las políticas culturales nacionales porque el medio – a diferencia de lo que ocurre con el cine – podía ser controlado mediante monopolios estatales. Pero eso se acabó en los ’80, con los canales privados y de cable que pronto llenaron sus horas con contenido de Hollywood. Es cierto que había más producción nacional en los programas de televisión en cada país, y que algunos programas transitaban en la dirección opuesta, pero en general, la televisión comercial tiene más contenido de estilo americano que la estatal.

Ahora que llega la televisión por internet cabe preguntarse qué contenido va a venir con ella. Eli Noam, profesor de economía y finanzas de la Universidad de Columbia, hizo una mini-encuesta entre europeos ligados al mundo virtual y descubrió en las respuestas actitudes defensivas y de negación. La comunidad de internet es fuertemente internacionalista y con una visión del mundo eminentemente multicultural. Casi todos los interrogados se niegan a admitir la posibilidad de que la nueva modalidad de distribuir la señal de televisión podría contribuir a aumentar todavía más la ascendencia de la cultura masiva de Estados Unidos.
El costo de distribuir televisión por internet es 40 veces superior al costo de distribución por canal de cable. Por lo tanto, la TV de internet, económicamente, funciona sólo como medio premium.

Si se hacen números es evidente que nadie usaría TV de internet para la distribución regular de contenido de video. Pero eso el cable es mucho más barato. El mercado de la TV internet es para aplicaciones que van más allá de la televisión regular: interactividad, asincronicidad, vínculos y multimedia.

El aspecto de interactividad y multimedia en el medio requieren características adicionales que van más allá del video común. Producir ese contenido es caro. Hace falta creatividad, muchos programadores y muchas pruebas previas además de actualizaciones permanentes. Para eso hacen falta fuertes economías de escala, o sea, proveedores con grandes presupuestos, que diversifiquen el riesgo y distribuyan el contenido a través de diversas plataformas y creen comunidades de usuarios.

Todo esto crea ventajas para las empresas estadounidenses, que son las que tienen una gran comunidad, gran producción de contenido con distribución mundial y experiencia en llegar a públicos populares; las que tienen además, talento creativo y tecnológico de todo el mundo y núcleos eficientes de producción. Además, tienen las ventajas del idioma inglés y de ser superpotencia mundial con políticas que favorecen la competencia y un sistema financiero que brinda capital de riesgo. Algunos de estos factores también existen en otras partes, pero nunca en semejante combinación.

Por lo tanto, existen grandes posibilidades de que la televisión de internet sea eminentemente estadounidense. Habrá, sí, otros países participantes, pero probablemente a escala nacional y sin mucho alcance, o tal vez como jugadores globales que ofrezcan contenido “estilo americano” al resto del mundo. Habrá, dice Noam, perdedores culturales que reclamarán políticas públicas de protección, y eso conducirá inevitablemente a la regulación proteccionista.

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