General Motors, castigada por la crisis de malas hipotecas

Un efímero e inexplicable idilio entre Wall Street y la mayor automotriz de Detroit comienza a licuarse. La crisis inmobiliaria y la caída de ventas se conjugan en detrimento de Richard Wagoner, presidente ejecutivo de la compañía.

23 noviembre, 2007

Entre el tope alcanzado en octubre (US$ 43,20, máximo en tres años) y el miércoles 22, el papel de la firma cedió 39%. En otras palabras, se esfumaban los efectos positivos del leonino convenio impuesto a United Auto Workers en septiembre.

Hoy, el retroceso de ventas es acompañado por el fracaso de una errónea apuesta: préstamos hipotecarios de alto riesgo, efectuados por la división financiera con autorización de Wagoner. Esto ha cambiado el clima entre accionistas, inversores y operadores bursátiles. Aun los administradores de cartera más favorables a GM no creen que la empresa pueda ofrecer mejores retornos o dividendos en un plazo razonable.

Mientras el CEO se mantiene en silencio, su portavoz no pierde las esperanzas: “Sin duda, somos los que mejor compiten en este mercado desde hace decenios”, proclama Antonio Cervone. En realidad, GM, como Ford, anda muy bien en varios mercados en desarrollo. No en Estados Unidos-Canadá.

Pero el gran problema actual es Residential Capital, el negocio hipotecario de GMAC Financial Services. Vía su 49% en esta división, el grupo controla ResCap, cuyos títulos han caído tanto que la firma podría ampararse en la ley federal para concursos y quiebras. Como si eso no fuera suficiente, GM desagió contablemente casi US$ 30.000 millones en créditos tributarios registrados como activos en libros.

No paran ahí las cosas. Delphi, ex filial autopartista de GM, presentó otro plan para salir de bancarrota, que reduce en US$1.250 millones el efectivo pagadero a GM. Justo mientras sigue la licuación de caja en EE.UU.-Canadá y Europa occidental, donde la prensa especializada tacha de “pésimo” el diseño del nuevo Cadillac.

Entre el tope alcanzado en octubre (US$ 43,20, máximo en tres años) y el miércoles 22, el papel de la firma cedió 39%. En otras palabras, se esfumaban los efectos positivos del leonino convenio impuesto a United Auto Workers en septiembre.

Hoy, el retroceso de ventas es acompañado por el fracaso de una errónea apuesta: préstamos hipotecarios de alto riesgo, efectuados por la división financiera con autorización de Wagoner. Esto ha cambiado el clima entre accionistas, inversores y operadores bursátiles. Aun los administradores de cartera más favorables a GM no creen que la empresa pueda ofrecer mejores retornos o dividendos en un plazo razonable.

Mientras el CEO se mantiene en silencio, su portavoz no pierde las esperanzas: “Sin duda, somos los que mejor compiten en este mercado desde hace decenios”, proclama Antonio Cervone. En realidad, GM, como Ford, anda muy bien en varios mercados en desarrollo. No en Estados Unidos-Canadá.

Pero el gran problema actual es Residential Capital, el negocio hipotecario de GMAC Financial Services. Vía su 49% en esta división, el grupo controla ResCap, cuyos títulos han caído tanto que la firma podría ampararse en la ley federal para concursos y quiebras. Como si eso no fuera suficiente, GM desagió contablemente casi US$ 30.000 millones en créditos tributarios registrados como activos en libros.

No paran ahí las cosas. Delphi, ex filial autopartista de GM, presentó otro plan para salir de bancarrota, que reduce en US$1.250 millones el efectivo pagadero a GM. Justo mientras sigue la licuación de caja en EE.UU.-Canadá y Europa occidental, donde la prensa especializada tacha de “pésimo” el diseño del nuevo Cadillac.

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