Delta Air Lines y Northwest han entrado en convocatoria

Delta y Northwest se acogieron al título XI de la ley federal de quiebras. Tras cuatro años de malos balances, la primera debió descartar un plan de restructuración e ingresar a concurso. Algunos creen que tiene buenas posibilidades.

15 septiembre, 2005

La compañía intentó, tardíamente, gestionar un acuerdo de financimiento –bastante oneroso- por US$ 1.700 millones. Eso le hubiese permitido cubrir vencimientos hasta fin de año y seguir operando (esto también ocurrirá ya en convocatoria). Pero esa opción exigía que el directorio diese una autorización taxativa.

Por otra parte, la junta también debía aprobar el esquema financiero que se someterá a los acreedores y la instancia judicial. Los primeros están encabezados por General Electric Finance, brazo crediticio del gigante industrial. Sea como fuere, para obtener fondos frescos la empresa habría tenido que prendar todos los activos fungibles. Entre ellos, aviones, partes, repuestos, su unidad regional ComAir, la línea ejecutiva Air Élite, las instalaciones de embarque en algunos aeropuertos, ciertas rutas (como Tokio o Londres) y operaciones en Latinoamérica. En suma, alrededor de US$ 3.000 millones.

La convocatoria culmina cuatro años y medio de penurias financieras para la tercera aerolínea norteamericana en volumen de tráfico. La firma ha ido acumulando pérdidas próximas a US$ 10.000 millones desde 2001. Sus esfuerzos para reestructurarse sin llegar a la bancarrota –por cuestiones de imagen- no pudieron con deudas totales de US$ 20.000 millones.

Para fin de año, Delta afrontaba pagos en conjunto superiores a US$ 1.600 millones en concepto de vencimientos, intereses, contratos operativos y aportes jubilatorios. Durante las últimas semanas, la compañía fue quedándose sin opciones. Al completar la venta de la subsidiaria Atlantic Southeast a Sky West, algunos accionistas creyeron que podría evitarse la bancarrota. Pero los problemas de caja iban en aumento.

En ese contexto, los efectos de Catalina y el alto precio de combustibles fueron el golpe de gracia para una gestión que veía la realidad con los lentes del marketing. Pero ese tipo de trucos ya no servía para capear el temporal.

Northwest Airlines, cuarta compañías del país, también ha pedido quiebra antes los tribunales de Nueva York. Su situación es muy similar a la de Delta, aunque con números distintos. Hay otra diferencia: la reestructuración de 2004 tal vez le permita a Delta salir de la bancarrota antes y en mejores condiciones que algunas de sus rivales ya concursadas. En este momento, el grueso de las grandes aerolíneas norteamericanas ha estado o está en convocatoria, lo cual subraya la peor crisis en la historia del negocio.

La compañía intentó, tardíamente, gestionar un acuerdo de financimiento –bastante oneroso- por US$ 1.700 millones. Eso le hubiese permitido cubrir vencimientos hasta fin de año y seguir operando (esto también ocurrirá ya en convocatoria). Pero esa opción exigía que el directorio diese una autorización taxativa.

Por otra parte, la junta también debía aprobar el esquema financiero que se someterá a los acreedores y la instancia judicial. Los primeros están encabezados por General Electric Finance, brazo crediticio del gigante industrial. Sea como fuere, para obtener fondos frescos la empresa habría tenido que prendar todos los activos fungibles. Entre ellos, aviones, partes, repuestos, su unidad regional ComAir, la línea ejecutiva Air Élite, las instalaciones de embarque en algunos aeropuertos, ciertas rutas (como Tokio o Londres) y operaciones en Latinoamérica. En suma, alrededor de US$ 3.000 millones.

La convocatoria culmina cuatro años y medio de penurias financieras para la tercera aerolínea norteamericana en volumen de tráfico. La firma ha ido acumulando pérdidas próximas a US$ 10.000 millones desde 2001. Sus esfuerzos para reestructurarse sin llegar a la bancarrota –por cuestiones de imagen- no pudieron con deudas totales de US$ 20.000 millones.

Para fin de año, Delta afrontaba pagos en conjunto superiores a US$ 1.600 millones en concepto de vencimientos, intereses, contratos operativos y aportes jubilatorios. Durante las últimas semanas, la compañía fue quedándose sin opciones. Al completar la venta de la subsidiaria Atlantic Southeast a Sky West, algunos accionistas creyeron que podría evitarse la bancarrota. Pero los problemas de caja iban en aumento.

En ese contexto, los efectos de Catalina y el alto precio de combustibles fueron el golpe de gracia para una gestión que veía la realidad con los lentes del marketing. Pero ese tipo de trucos ya no servía para capear el temporal.

Northwest Airlines, cuarta compañías del país, también ha pedido quiebra antes los tribunales de Nueva York. Su situación es muy similar a la de Delta, aunque con números distintos. Hay otra diferencia: la reestructuración de 2004 tal vez le permita a Delta salir de la bancarrota antes y en mejores condiciones que algunas de sus rivales ya concursadas. En este momento, el grueso de las grandes aerolíneas norteamericanas ha estado o está en convocatoria, lo cual subraya la peor crisis en la historia del negocio.

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