Delta Air Lines se halla a las puertas de la convocatoria

Tras vacilar meses al borde de la bancarrota, haciendo gestos inútiles de marketing, se espera que esta semana la aerolínea se acoja a la ley federal de quiebras y concursos. Tiene un pretexto justo: Katrina.

12 septiembre, 2005

En los papeles, Delta Air Lines gestiona un acuerdo de financimiento –bastante oneroso- por US$ 1.700 millones. Eso le permitiría seguir cubriy vencimientos hasta fin de año y seguir operando en forma parcial, mientras trata de restructurarse. Así revela el “Wall Street Journal” por la web. La presentación prevista en el título XI de la ley, prevista ante el tribunal concursal de Nueva York, exige que el directorio vote una autorización taxativa.

Por otra parte, la junta también debe aprobar el esquema financiero que se someterá a los acreedores y la instancia judicial. Los primeros están encabezados por General Electric Finance, brazo crediticio del gigante industrial. Sea como fuere, para obtener fondos frescos la empresa deberá prendar todos los activos fungibles. Entre ellos, aviones, partes, repuestos, su unidad regional ComAir, la línea ejecutiva Air Élite, las instalaciones de embarque en algunos aeropuertos, ciertas rutas (como Tokio o Londres) y operaciones en Latinoamérica. En suma, alrededor de US$ 3.000 millones.

La convocatoria culminará cuatro años y medio de penurias financieras para la tercera aerolínea norteamericana en volumen de tráfico. La firma ha ido acumulando pérdidas próximas a US$ 10.000 millones desde 2001. Sus esfuerzos para restructurarse sin llegar a la bancarrota –por cuestiones de imagen- no pudieron con deudas totales de US$ 20.000 millones.

Para fin de año, Delta afronta pagos en conjunto superiores a US$ 1.600 millones en concepto de vencimientos, intereses, contratos operativos y aportes jubilatorios. Durante los últimas semanas, la compañía fue quedándose sin opciones. Al completar la venta de la subsidiaria Atlantic Southeast a Sky West, algunos accionistas creyeron que podría evitarse la bancarrota. Pero los problemas de caja iban en aumento.

En ese contexto, los efectos de Catalina y el alto precio de combustibles fueron el golpe de gracia para una gestión que veía la realidad con los lentes del marketing. Pero ese tipo de trucos ya no servía para capear el temporal.

En los papeles, Delta Air Lines gestiona un acuerdo de financimiento –bastante oneroso- por US$ 1.700 millones. Eso le permitiría seguir cubriy vencimientos hasta fin de año y seguir operando en forma parcial, mientras trata de restructurarse. Así revela el “Wall Street Journal” por la web. La presentación prevista en el título XI de la ley, prevista ante el tribunal concursal de Nueva York, exige que el directorio vote una autorización taxativa.

Por otra parte, la junta también debe aprobar el esquema financiero que se someterá a los acreedores y la instancia judicial. Los primeros están encabezados por General Electric Finance, brazo crediticio del gigante industrial. Sea como fuere, para obtener fondos frescos la empresa deberá prendar todos los activos fungibles. Entre ellos, aviones, partes, repuestos, su unidad regional ComAir, la línea ejecutiva Air Élite, las instalaciones de embarque en algunos aeropuertos, ciertas rutas (como Tokio o Londres) y operaciones en Latinoamérica. En suma, alrededor de US$ 3.000 millones.

La convocatoria culminará cuatro años y medio de penurias financieras para la tercera aerolínea norteamericana en volumen de tráfico. La firma ha ido acumulando pérdidas próximas a US$ 10.000 millones desde 2001. Sus esfuerzos para restructurarse sin llegar a la bancarrota –por cuestiones de imagen- no pudieron con deudas totales de US$ 20.000 millones.

Para fin de año, Delta afronta pagos en conjunto superiores a US$ 1.600 millones en concepto de vencimientos, intereses, contratos operativos y aportes jubilatorios. Durante los últimas semanas, la compañía fue quedándose sin opciones. Al completar la venta de la subsidiaria Atlantic Southeast a Sky West, algunos accionistas creyeron que podría evitarse la bancarrota. Pero los problemas de caja iban en aumento.

En ese contexto, los efectos de Catalina y el alto precio de combustibles fueron el golpe de gracia para una gestión que veía la realidad con los lentes del marketing. Pero ese tipo de trucos ya no servía para capear el temporal.

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