Delta Air Lines ¿a punto de entrar en convocatoria?

La conducción de la empresa podría acogerse a la bancarrota según el título XI de la ley federal. Eso explica la inesperada dimisión de Michele Palumbo, director financiero, y las críticas internas al presidente ejecutivo.

21 julio, 2005

La nueva crisis de la castigada aerolínea ha generado un clima de fronda e inquieta a los gremialistas, que se ven venir despidos en nombre de otro ajuste de costos. Tras un año de drásticos achiques –presentados como “soluciones finales”- y un marketing por demás agresivo, el plan del CEO Gerald Grinstein parece estar haciendo agua por varios costados.

La compañía sigue sin recobrar rentabilidad y varios miembros de la junta directiva presionan para declarar la bancarrota. Previo despido de Grinstein y sus allegados. Otros piensan irse solos. Entre ellos, Scott Yohe (vicepresidente para relaciones con el gobierno, o sea “lobby”) y James Taylor, a cargo del programa jubilatorio del personal.

“El concurso de acreedores es inevitable”, temen una agencia calificadora de riesgo y cinco firmas de valores que recomienban no comprar bonos ni acciones de DAL. Como si eso fuera poco, unos quince ejecutivos indispensables están a punto de mrcharse: han descubierto que los planes de retiro especiales, otorgados en 2002 para retenerlos, serán en gran parte inválidos si la firma entra en concurso. Algunos de los afectados llegaron a insultarse con Grinstein y Palumbo.

En cuanto a pilotos y personal técnico, consideran ya irse de DAL antes de que se declare en bancarrota. Eso obligaría a sus suspender vuelos. Los sindicatos se plantean ese extremo luego de saber que los dos principales abogados de Delta habían dejado la compañía. También por dudas sobre beneficios jubilatorios. Todo eso se sabía en Wall Street al cierre del miércoles, pero tal era el miedo a un escándalo que las dos agencias especializadas en información del mercado (Bloomberg’s, Reuters) no sabían si tocar el tema o esperar.

Ahora bien, fuentes del directorio creen que el pedido de quiebra podrìa demorarse hasta el próximo feriado largo. Es decir, el día del trabajo, en septiembre, fin de la temporada alta. También apuestan a una amplia baja de combustibles. Analistas independientes, por el contrario, definen eso como “típica negación de la realidad”.

Los números son demoledores. Desde inicios de 2001, la firma ha acumulado pérdidas por más de US$ 10.300 millones (contando el último trimestre), el mayor rojo entre compañías norteamericanas que aún no han entrado en convocatoria. Para este año, expertos en el sector calculan un quebranto total de casi US$ 2.000 millones. Las principales competidoras, algunas de las cuales estuvieron hasta dos veces en concurso, en general vienen deparando mejores resultados desde mediados de 2004. Así, United Airlines y US Airways están preparando la salida de sus respectivas convocatorias.

La nueva crisis de la castigada aerolínea ha generado un clima de fronda e inquieta a los gremialistas, que se ven venir despidos en nombre de otro ajuste de costos. Tras un año de drásticos achiques –presentados como “soluciones finales”- y un marketing por demás agresivo, el plan del CEO Gerald Grinstein parece estar haciendo agua por varios costados.

La compañía sigue sin recobrar rentabilidad y varios miembros de la junta directiva presionan para declarar la bancarrota. Previo despido de Grinstein y sus allegados. Otros piensan irse solos. Entre ellos, Scott Yohe (vicepresidente para relaciones con el gobierno, o sea “lobby”) y James Taylor, a cargo del programa jubilatorio del personal.

“El concurso de acreedores es inevitable”, temen una agencia calificadora de riesgo y cinco firmas de valores que recomienban no comprar bonos ni acciones de DAL. Como si eso fuera poco, unos quince ejecutivos indispensables están a punto de mrcharse: han descubierto que los planes de retiro especiales, otorgados en 2002 para retenerlos, serán en gran parte inválidos si la firma entra en concurso. Algunos de los afectados llegaron a insultarse con Grinstein y Palumbo.

En cuanto a pilotos y personal técnico, consideran ya irse de DAL antes de que se declare en bancarrota. Eso obligaría a sus suspender vuelos. Los sindicatos se plantean ese extremo luego de saber que los dos principales abogados de Delta habían dejado la compañía. También por dudas sobre beneficios jubilatorios. Todo eso se sabía en Wall Street al cierre del miércoles, pero tal era el miedo a un escándalo que las dos agencias especializadas en información del mercado (Bloomberg’s, Reuters) no sabían si tocar el tema o esperar.

Ahora bien, fuentes del directorio creen que el pedido de quiebra podrìa demorarse hasta el próximo feriado largo. Es decir, el día del trabajo, en septiembre, fin de la temporada alta. También apuestan a una amplia baja de combustibles. Analistas independientes, por el contrario, definen eso como “típica negación de la realidad”.

Los números son demoledores. Desde inicios de 2001, la firma ha acumulado pérdidas por más de US$ 10.300 millones (contando el último trimestre), el mayor rojo entre compañías norteamericanas que aún no han entrado en convocatoria. Para este año, expertos en el sector calculan un quebranto total de casi US$ 2.000 millones. Las principales competidoras, algunas de las cuales estuvieron hasta dos veces en concurso, en general vienen deparando mejores resultados desde mediados de 2004. Así, United Airlines y US Airways están preparando la salida de sus respectivas convocatorias.

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