Continúa la invasión española sobre las islas británicas

A tres siglos de Trafalgar, Telefónica de España sigue los pasos de Banco Santander Central Hispano (BSCH). Por razones asaz diferentes, la empresa quiere comprarse su colega inalámbrica O2.

1 noviembre, 2005

En este caso, la idea es ir reduciendo la cantidad de huevos en una misma canasta: Latinoamérica. Especialmente por el sostenido avance de Telmex en áreas donde aún domina Telefónica o las dificultades de ésta para quitarle mercados o segmentos al grupo de Carlos Slim Helú.

Es lógico que la competencia se haya desencadenado en el negocio de telefonía móvil. El potencial acuerdo con O2 involucra activos cercanos a US$ 32.000 millones, distribuidos en Gran Bretaña (60,5%) Alemania (33,4%) e Irlanda (6,1%). En cuanto a Telefónica, muestra un perfil singular: 33% de usuarios en Brasil, 22,3% en la península ibérica, 17% en los países andinos, 14,2% en el cono sur, 3,9% en Marruecos, 9,6% en México y Centroamérica.

El grupo hispánico es el quinto del mundo en valor del paquete en mercado y hace tiempo que buscaba expandirse en el resto de la Unión Europea, donde la competencia es dura. La zona vive desde 2004 una fiebre de fusiones y adquisiciones cuyo desenlace es imprevisible. De hecho, Telefónica sondeó primero a la holandesa KPN, pero ésta se mostró poco dispuesta a conversar.

Curiosamente, O2 es producto de una “desfusión”. En 2001, el gigante British Telecom Group debió desprenderse de la inalámbrica. Así y todo, O2 tiene 24.600,000 abonados contra los 86.200.000 de los españoles.

La ola F&A en Europa occidental acumula ya varios acuerdos multimillonarios en Austria, Italia, Holanda, Chequia y España misma. En este mismo momento, un consorcio negocia la compra de la danesa TDC, dominante en su país y con operaciones en Suiza, Polonia, Alemania, Eslovaquia y las repúblicas bálticas.

Por otro carril, telefónicas fijas tipo France Télécom o Telecom Italia tienden a combinar esos servicios con los móviles. Hace poco, la compañía francesa adquirió la inalámbrica catalana Amena por unos US$ 7.700 millones. Esta transacción y otras tienen un motivo más de fondo: defender el terreno ante la concurrencia de nuevas tecnologías. En esencia, la telefonía por Internet –modelo Skype- , un rival mucho más relevante que los juguetitos manuales múltiples, pues su arma es el bajísimo costo de las llamadas. Para no hablar de los mensajes de texto ahora convertidos en vocales.

Volviendo a O2, meses atrás hubo ya un intento de compra: Deutsche Telekom (DT) y KPN formularon un plan conjunto. Pero no cuajó. En realidad, la autoridad reguladora británica objetó detalles y dio medio año para revisar la propuesta. Pero había una condición clave: sólo podría presentársela si Telefónica lanzase una propia. Acaba de hacerlo. El campo de batalla británico no es fácil, pues pelean cuatro grandes: Vodafone –el mayor operador celular del mundo en ventas-, Orange (de FT), O2 y T-Mobile (DT). Además, está “3”, de Hutchison Whampoa (Hongkong-Singapur), experta en tercera generación.

En este caso, la idea es ir reduciendo la cantidad de huevos en una misma canasta: Latinoamérica. Especialmente por el sostenido avance de Telmex en áreas donde aún domina Telefónica o las dificultades de ésta para quitarle mercados o segmentos al grupo de Carlos Slim Helú.

Es lógico que la competencia se haya desencadenado en el negocio de telefonía móvil. El potencial acuerdo con O2 involucra activos cercanos a US$ 32.000 millones, distribuidos en Gran Bretaña (60,5%) Alemania (33,4%) e Irlanda (6,1%). En cuanto a Telefónica, muestra un perfil singular: 33% de usuarios en Brasil, 22,3% en la península ibérica, 17% en los países andinos, 14,2% en el cono sur, 3,9% en Marruecos, 9,6% en México y Centroamérica.

El grupo hispánico es el quinto del mundo en valor del paquete en mercado y hace tiempo que buscaba expandirse en el resto de la Unión Europea, donde la competencia es dura. La zona vive desde 2004 una fiebre de fusiones y adquisiciones cuyo desenlace es imprevisible. De hecho, Telefónica sondeó primero a la holandesa KPN, pero ésta se mostró poco dispuesta a conversar.

Curiosamente, O2 es producto de una “desfusión”. En 2001, el gigante British Telecom Group debió desprenderse de la inalámbrica. Así y todo, O2 tiene 24.600,000 abonados contra los 86.200.000 de los españoles.

La ola F&A en Europa occidental acumula ya varios acuerdos multimillonarios en Austria, Italia, Holanda, Chequia y España misma. En este mismo momento, un consorcio negocia la compra de la danesa TDC, dominante en su país y con operaciones en Suiza, Polonia, Alemania, Eslovaquia y las repúblicas bálticas.

Por otro carril, telefónicas fijas tipo France Télécom o Telecom Italia tienden a combinar esos servicios con los móviles. Hace poco, la compañía francesa adquirió la inalámbrica catalana Amena por unos US$ 7.700 millones. Esta transacción y otras tienen un motivo más de fondo: defender el terreno ante la concurrencia de nuevas tecnologías. En esencia, la telefonía por Internet –modelo Skype- , un rival mucho más relevante que los juguetitos manuales múltiples, pues su arma es el bajísimo costo de las llamadas. Para no hablar de los mensajes de texto ahora convertidos en vocales.

Volviendo a O2, meses atrás hubo ya un intento de compra: Deutsche Telekom (DT) y KPN formularon un plan conjunto. Pero no cuajó. En realidad, la autoridad reguladora británica objetó detalles y dio medio año para revisar la propuesta. Pero había una condición clave: sólo podría presentársela si Telefónica lanzase una propia. Acaba de hacerlo. El campo de batalla británico no es fácil, pues pelean cuatro grandes: Vodafone –el mayor operador celular del mundo en ventas-, Orange (de FT), O2 y T-Mobile (DT). Además, está “3”, de Hutchison Whampoa (Hongkong-Singapur), experta en tercera generación.

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