Cerberus va adonde otros fondos de su tipo no han ido

En 2006, los fondos de capital extrabursátil dedicados a compras apalancadas rompieron varios moldes. Entraron en áreas tecnológicas y financieras, supuestamente incompatibles con el mecanismo. Pero Chrysler Group ofrece desafíos diferentes.

17 mayo, 2007

Naturalmente, estos fondos han tomado otrora empresas industriales y han debido tratar con sindicatos. Pero ninguna con los problemas de CG (empezando por US$ 18.000 millones en deuda social, o sea jubilaciones y atención médica) ni teniendo delante algo tan poderoso como United Auto Workers, UAW.

En adelante, cualquier movida de Cerberus -“cancerbero”, el perro que guarda el báratro griego- estará bajo severo escrutinio, pues Chrysler es una marca reconocida mundialmente. Por supuesto, las compras apalancadas viven un auge: el año pasado, representaron un quinto de US$ 3,8 billones en fusiones y adquisiciones alrededor del planeta. Esto ha llamado la atención del congreso norteamericano por tres razones: elusión impositiva, despidos en masa y remuneraciones de ejecutivos contratados por los fondos.

La firma hoy en la mira, Cerberus Capital Management (Nueva York), es famosa por sus tácticas negociadoras, consideradas duras aun para un segmento tan predatorio. En general CCM invierte en firmas problemáticas (mejor dicho, las hace emitir deuda nueva) que, a su criterio, requieran drásticos recortes de personal y costos, amén de ajustes contables. Su actual cartera incluye dos nombres asociados a Detroit: la autopartista Delphi –tal vez se desprenda de ella- y el control de GMAC, la financiera de General Motors.

Cerberus ha trabajado ya con sindicatos. En 2004, encabezaba el grupo que tomó Air Canada, meses después de que la aerolínea rechazara su propuesta. Cuando su rival en la puja, el millonario Victor Li, retiró la suya, Cerberus aprovechó la oportunidad. Li había chocado con los gremios, pero el fondo eventualmente pactó con ejecutivos y sindicalistas.

Sin duda, UAW es algo muy distinto y mucho más fuerte. Además, Chrysler tiene una escala que supera bastante las experiencias anteriores del fondo. El sindicato sigue siendo poderoso tanto en la empresa cuanto en la industria. No obstante, el martes su conducción central reaccionaba con cautela a una compra apalancada por US$ 7.400 millones. Apenas 20,5% del precio pagado por Daimler Benz en 1998 (US$ 36.100 millones, que serían 45.000 millones en dólares constantes). Claro, no hubo en Detroit el entusiasmo visto en Wall Street o Fráncfort.

La sobriedad gremial tiene una explicación algo alarmante: la febril ola de compras apalancadas es alimentada, en buena parte, por grandes fondos jubilatorios de empleados públicos sindicalizados. Entidades tan vastas como el fondo de personal civil californiano (CalPers) colocan dinero de sus aportantes en fondos extrabursátiles estilo Cerberus, Blackstone o Texas Pacific. En 2006, 25% del capital recolectado por esas firmas provenía de fondos jubilatorios públicos.

En Europa occidental, las compras apalancadas no son muy populares. En Italia o Gran Bretaña, los sindicatos protestan porque los adquirentes echan personal. Líderes políticos alemanes, holandeses y escandinavos califican de “langostas” a los fondos de capital privado.

Volviendo a EE.UU., el caso Delphi es ilustrativo. La mayor autopartista del país y ex proveedora exclusiva de General Motors –que se ha amparado en el títulos XI de la ley federal de quiebras- pidió al juez de la causa cancelar los convenios colectivos, a instancias de Cerberus. De inmediato, la UAW llampo a un paro general. Ahora, Cerberus planea abandonar uno de los grupos que aspiran a tomar Delphi.

Naturalmente, estos fondos han tomado otrora empresas industriales y han debido tratar con sindicatos. Pero ninguna con los problemas de CG (empezando por US$ 18.000 millones en deuda social, o sea jubilaciones y atención médica) ni teniendo delante algo tan poderoso como United Auto Workers, UAW.

En adelante, cualquier movida de Cerberus -“cancerbero”, el perro que guarda el báratro griego- estará bajo severo escrutinio, pues Chrysler es una marca reconocida mundialmente. Por supuesto, las compras apalancadas viven un auge: el año pasado, representaron un quinto de US$ 3,8 billones en fusiones y adquisiciones alrededor del planeta. Esto ha llamado la atención del congreso norteamericano por tres razones: elusión impositiva, despidos en masa y remuneraciones de ejecutivos contratados por los fondos.

La firma hoy en la mira, Cerberus Capital Management (Nueva York), es famosa por sus tácticas negociadoras, consideradas duras aun para un segmento tan predatorio. En general CCM invierte en firmas problemáticas (mejor dicho, las hace emitir deuda nueva) que, a su criterio, requieran drásticos recortes de personal y costos, amén de ajustes contables. Su actual cartera incluye dos nombres asociados a Detroit: la autopartista Delphi –tal vez se desprenda de ella- y el control de GMAC, la financiera de General Motors.

Cerberus ha trabajado ya con sindicatos. En 2004, encabezaba el grupo que tomó Air Canada, meses después de que la aerolínea rechazara su propuesta. Cuando su rival en la puja, el millonario Victor Li, retiró la suya, Cerberus aprovechó la oportunidad. Li había chocado con los gremios, pero el fondo eventualmente pactó con ejecutivos y sindicalistas.

Sin duda, UAW es algo muy distinto y mucho más fuerte. Además, Chrysler tiene una escala que supera bastante las experiencias anteriores del fondo. El sindicato sigue siendo poderoso tanto en la empresa cuanto en la industria. No obstante, el martes su conducción central reaccionaba con cautela a una compra apalancada por US$ 7.400 millones. Apenas 20,5% del precio pagado por Daimler Benz en 1998 (US$ 36.100 millones, que serían 45.000 millones en dólares constantes). Claro, no hubo en Detroit el entusiasmo visto en Wall Street o Fráncfort.

La sobriedad gremial tiene una explicación algo alarmante: la febril ola de compras apalancadas es alimentada, en buena parte, por grandes fondos jubilatorios de empleados públicos sindicalizados. Entidades tan vastas como el fondo de personal civil californiano (CalPers) colocan dinero de sus aportantes en fondos extrabursátiles estilo Cerberus, Blackstone o Texas Pacific. En 2006, 25% del capital recolectado por esas firmas provenía de fondos jubilatorios públicos.

En Europa occidental, las compras apalancadas no son muy populares. En Italia o Gran Bretaña, los sindicatos protestan porque los adquirentes echan personal. Líderes políticos alemanes, holandeses y escandinavos califican de “langostas” a los fondos de capital privado.

Volviendo a EE.UU., el caso Delphi es ilustrativo. La mayor autopartista del país y ex proveedora exclusiva de General Motors –que se ha amparado en el títulos XI de la ley federal de quiebras- pidió al juez de la causa cancelar los convenios colectivos, a instancias de Cerberus. De inmediato, la UAW llampo a un paro general. Ahora, Cerberus planea abandonar uno de los grupos que aspiran a tomar Delphi.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades