AT&T adquiere BellSouth por alrededor de US$ 67.000 millones

Según Reuters y Bloomberg’s, ya está resuelta la operación y sólo faltan algunos detalles. Según trascendió, se abonará a razón de US$ 37 por acción, una prima superios a 17,5% sobre el precio del viernes (31,45).

6 marzo, 2006

La compra llevará casi un año para cristalizar. El objeto de American Telephone & Telegraph es expandir el alcance de los servicios a veintidós estados y consolidarse como la mayor telefónica norteamericana en su tipo. Tal como fuera adelantado, la adquisición será la segunda por monto en el sector telecomunicaciones del país. Al frente sigue Bell Atlantic-GTE (70.000 millones a mediados de 2000).

En ese momento, la fusión generó Verizon Communications. Pero, si se considera todo Occidente, la mayor transacción (US$ 73.000 millones) es la que juntó Sanofi-Synthelabo con Aventis. No obstante, ese matrimonio fue forzado por París (como ahora el de Suez y Gaz de France) para frenar al gigante suizo Novartis.

De acuerdo con ejecutivos de la adquirente, absorber BellSouth le significará alrededor de US$ 2.000 millones en menores costos anuales. Pero el “Wall Street Journal” en la web manifiesta cierto escepticismo al respecto, Especialmente porque AT&T se hará cargo de pasivos por US$ 17.000 millones.

La fusión le añadirá a AT&T usuarios en nueve estados, desde California hasta Florida y Tejas. Tangencialmente, pondrá en manos de la compradora nada menos que la celular Cingular Wireless. Ambas operaciones culminan un proceso de F&A por cerca de US$ 200.000 millones, que incluye los 16.500 millones de la fusión con SBC Communications.

De hecho, la actual AT&T es la antigua SBC. Como todas son, de un modo u otro, descendientes de la poderosa Bell Telephone & Telegraph, puede decirse que ahora quedan sólo tres de las seis “chicas Bell” iniciales.

En los hechos, este matrimonio divide en dos el negocio norteamericano de telecomunicaciones. Cada grupo quedará integrado verticalmente con redes locales. De paso, cumple con los objetivos del gobierno federal: las telefónicas convencionales deben dejar de competir entre sí y hacerlo con los cables. Como ocufre en la Eurozona, la “mano invisible del estado” sigue manejando al poderoso sector privado estadounidense.

La compra llevará casi un año para cristalizar. El objeto de American Telephone & Telegraph es expandir el alcance de los servicios a veintidós estados y consolidarse como la mayor telefónica norteamericana en su tipo. Tal como fuera adelantado, la adquisición será la segunda por monto en el sector telecomunicaciones del país. Al frente sigue Bell Atlantic-GTE (70.000 millones a mediados de 2000).

En ese momento, la fusión generó Verizon Communications. Pero, si se considera todo Occidente, la mayor transacción (US$ 73.000 millones) es la que juntó Sanofi-Synthelabo con Aventis. No obstante, ese matrimonio fue forzado por París (como ahora el de Suez y Gaz de France) para frenar al gigante suizo Novartis.

De acuerdo con ejecutivos de la adquirente, absorber BellSouth le significará alrededor de US$ 2.000 millones en menores costos anuales. Pero el “Wall Street Journal” en la web manifiesta cierto escepticismo al respecto, Especialmente porque AT&T se hará cargo de pasivos por US$ 17.000 millones.

La fusión le añadirá a AT&T usuarios en nueve estados, desde California hasta Florida y Tejas. Tangencialmente, pondrá en manos de la compradora nada menos que la celular Cingular Wireless. Ambas operaciones culminan un proceso de F&A por cerca de US$ 200.000 millones, que incluye los 16.500 millones de la fusión con SBC Communications.

De hecho, la actual AT&T es la antigua SBC. Como todas son, de un modo u otro, descendientes de la poderosa Bell Telephone & Telegraph, puede decirse que ahora quedan sólo tres de las seis “chicas Bell” iniciales.

En los hechos, este matrimonio divide en dos el negocio norteamericano de telecomunicaciones. Cada grupo quedará integrado verticalmente con redes locales. De paso, cumple con los objetivos del gobierno federal: las telefónicas convencionales deben dejar de competir entre sí y hacerlo con los cables. Como ocufre en la Eurozona, la “mano invisible del estado” sigue manejando al poderoso sector privado estadounidense.

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