AOL Time Warner: dos juicios y una crisis que no para

Dos grupos de abogados, en nombre de accionistas disconformes, preparan sendas demandas contra AOL Time Warner. La inminente batalla legal podría acelerar el fin de un efímero matrimonio que data apenas de 2001.

16 abril, 2003

El primer efecto de las dos acciones sería determinar hasta dónde llegan los pasivos y obligaciones del conjunto. El segundo, cuestionar la cúpula actual, encabezada por el CEO Richard Parsons, y su management. Se trata de la misma conducción que, hace seis meses, descubrió que la división America Online (AOL) había inflado ingresos publicitarios por US$ 190 millones. Pero, a fines de marzo último, la firma admitió ante la Securities & Exchange Commission (SEC) otros US$ 400 millones ficticios. Ahora, los demandantes hablan de US$ 1.700 millones en apenas seis estados trimestrales: cuatro en 2001 y dos en 2002.

Ambas presentaciones sospechan que el “pecado original” reside en la propia fusión de America Online y Time Warner que, por cierto, exigió casi un año de negociaciones porque AOL compraba una firma cuyas entradas cuadruplicaban las suyas. Al estallar la crisis financiera del conglomerado, en 2002, Parsons mismo objetó los términos del acuerdo. Para entonces, las acciones de AOL TW había perdido 70% en Wall Street.

Ahora bien, en febrero un tribunal neoyorquino admitió a la Junta Estadual de Inversiones (Minnesota) como demandante principal en otra acción federal, a nombre de accionistas de AOL TW. El estudio a cargo, Heins Millis & Olson (Minneapolis), ampliaba ayer esa presentación, donde se sostiene que las irregularidades contables ascienden a más de US$ 1.700 millones. Este es el primero de los dos casos en danza.
El segundo lo maneja Milberg Weiss Bershad Hynes & Lerach, ante un juez local de California, involucra US$ 500 millones en asientos dudosos y entraña un grave riesgo personal para varios directivos y ex directivos, a quienes acusa de haber ganado US$ 935 millones en forma indebida o no ética. En forma colateral, algunos accionistas piensan demandar a Stephen Case, ex CEO del grupo, por no haber cumplido con una promesa hecha en 1987: adoptar normas contables “tan estrictas como las de un patrón oro”.

Sea como fuere, la cuestión de fondo desborda irregularidades contables y ejecutivos avispados, porque hoy el problema es la propia viabilidad de la megafusión. “Cuando AOL compró TW por US$ 103.500 millones en enero de 2001, la idea era combinar la dinámica del negocio virtual con los contenidos tradicionales. Sería la mayor empresa mundial de la nueva economía. Hoy es un desastre cuyo valor bursátil es apenas 11% del que tenía hace dos años y algunos meses”. Así sostiene Peter Fader, profesor de marketing en la escuela de negocios Wharton (universidad de Pennsilvania).

Aun sin el violento desinfle de las burbujas puntocom y tecnológica, “tal vez la experiencia también hubiese fracasado, porque las sinergias no pueden fabricarse. Además, con frecuencia son más mitos que otra cosa”. Acompañando a Fader, 66% de los analistas en Wall Street ya no recomienza comprar papeles de AOL Time Warner.

Sin duda, America Online es el problema clave. Ha perdido avisos durante 2002 y, en el IV trimestre, comenzó a perder abonados (algo que nunca le había ocurrido). Por el contrario, algunos departamentos de Time Warner marchan muy bien. Además, accionistas e inversores han tenido que soportar dos noticias tremendas: el balance de 2002 reveló pérdidas por US$ 98.700 millones y, luego, los activos se depreciaron en 45.500 millones. Ambas cifras carecen de precedentes.

Por otra parte, TW comienza a “contagiarse” y tiene problemas en sus actividades de TV por cable. Justamente en esa área, algunos analistas temen que surjan maniobras de “contabilidad creativa”, no ajenas a las duras metas impuestas por Parsons. El actual CEO tiene que ir acotando una deuda por US$ 29.000 millones e impedir que las calificadoras pasen los bonos a categoría chatarra. Ello obliga a desprenderse de activos, como ocurrió en enero con la parte de AOL en Hughes Electronics (o sea DirecTV), que se vendió en US$ 800 millones (había costado casi el doble en 1999).

El primer efecto de las dos acciones sería determinar hasta dónde llegan los pasivos y obligaciones del conjunto. El segundo, cuestionar la cúpula actual, encabezada por el CEO Richard Parsons, y su management. Se trata de la misma conducción que, hace seis meses, descubrió que la división America Online (AOL) había inflado ingresos publicitarios por US$ 190 millones. Pero, a fines de marzo último, la firma admitió ante la Securities & Exchange Commission (SEC) otros US$ 400 millones ficticios. Ahora, los demandantes hablan de US$ 1.700 millones en apenas seis estados trimestrales: cuatro en 2001 y dos en 2002.

Ambas presentaciones sospechan que el “pecado original” reside en la propia fusión de America Online y Time Warner que, por cierto, exigió casi un año de negociaciones porque AOL compraba una firma cuyas entradas cuadruplicaban las suyas. Al estallar la crisis financiera del conglomerado, en 2002, Parsons mismo objetó los términos del acuerdo. Para entonces, las acciones de AOL TW había perdido 70% en Wall Street.

Ahora bien, en febrero un tribunal neoyorquino admitió a la Junta Estadual de Inversiones (Minnesota) como demandante principal en otra acción federal, a nombre de accionistas de AOL TW. El estudio a cargo, Heins Millis & Olson (Minneapolis), ampliaba ayer esa presentación, donde se sostiene que las irregularidades contables ascienden a más de US$ 1.700 millones. Este es el primero de los dos casos en danza.
El segundo lo maneja Milberg Weiss Bershad Hynes & Lerach, ante un juez local de California, involucra US$ 500 millones en asientos dudosos y entraña un grave riesgo personal para varios directivos y ex directivos, a quienes acusa de haber ganado US$ 935 millones en forma indebida o no ética. En forma colateral, algunos accionistas piensan demandar a Stephen Case, ex CEO del grupo, por no haber cumplido con una promesa hecha en 1987: adoptar normas contables “tan estrictas como las de un patrón oro”.

Sea como fuere, la cuestión de fondo desborda irregularidades contables y ejecutivos avispados, porque hoy el problema es la propia viabilidad de la megafusión. “Cuando AOL compró TW por US$ 103.500 millones en enero de 2001, la idea era combinar la dinámica del negocio virtual con los contenidos tradicionales. Sería la mayor empresa mundial de la nueva economía. Hoy es un desastre cuyo valor bursátil es apenas 11% del que tenía hace dos años y algunos meses”. Así sostiene Peter Fader, profesor de marketing en la escuela de negocios Wharton (universidad de Pennsilvania).

Aun sin el violento desinfle de las burbujas puntocom y tecnológica, “tal vez la experiencia también hubiese fracasado, porque las sinergias no pueden fabricarse. Además, con frecuencia son más mitos que otra cosa”. Acompañando a Fader, 66% de los analistas en Wall Street ya no recomienza comprar papeles de AOL Time Warner.

Sin duda, America Online es el problema clave. Ha perdido avisos durante 2002 y, en el IV trimestre, comenzó a perder abonados (algo que nunca le había ocurrido). Por el contrario, algunos departamentos de Time Warner marchan muy bien. Además, accionistas e inversores han tenido que soportar dos noticias tremendas: el balance de 2002 reveló pérdidas por US$ 98.700 millones y, luego, los activos se depreciaron en 45.500 millones. Ambas cifras carecen de precedentes.

Por otra parte, TW comienza a “contagiarse” y tiene problemas en sus actividades de TV por cable. Justamente en esa área, algunos analistas temen que surjan maniobras de “contabilidad creativa”, no ajenas a las duras metas impuestas por Parsons. El actual CEO tiene que ir acotando una deuda por US$ 29.000 millones e impedir que las calificadoras pasen los bonos a categoría chatarra. Ello obliga a desprenderse de activos, como ocurrió en enero con la parte de AOL en Hughes Electronics (o sea DirecTV), que se vendió en US$ 800 millones (había costado casi el doble en 1999).

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