Allied Domecq apuesta al negocio vitivinícola

La compra de las bodegas locales Graffigna y Santa Silvia forma parte de una estrategia global que apunta a satisfacer la demanda mundial de los denominados vinos del nuevo mundo.

19 noviembre, 2001

Hace poco más de dos años Allied Domecq Argentina, filial local de la empresa británica de bebidas alcohólicas, decidió poner en marcha un plan de reestructuración apoyado en tres pilares estratégicos. Uno de ellos era la adecuación del capital de trabajo a una nueva realidad recesiva que se tradujo en la venta de algunos negocios que no formaban parte del core business del grupo, como por ejemplo el desprendimiento de una planta de mosto concentrado en San Juan.

El segundo se basó en drásticos cambios en el management con el objetivo primordial de convertir a la compañía en una organización basada en procesos, con una gestión más dinámica y un funcionamiento orientado al mercado. Y el tercer emprendimiento fue el diseño de un plan de crecimiento del negocio vitivinícola de la compañía.

En concordancia con este último objetivo, la empresa concretó en julio de este año la compra de las bodegas Graffigna y Santa Silvia –que estaban en manos del fondo de inversiones Galicia Advent Private Equity Fund desde 1999– por un monto en efectivo de US$ 37,5 millones. La empresa compradora tuvo que asumir, además, una deuda de US$ 5,7 millones. Ambas empresas, dueñas, también, de la marca Colón, se llevan alrededor de 6% del mercado local de vinos finos con ventas cercanas a los US$ 30 millones.

Según Luis Bustos, gerente general de Allied Domecq Argentina, entre las virtudes que encontró el grupo en las bodegas locales figuran la eficiencia de sus procesos productivos –durante la gestión del fondo del Galicia duplicó su facturación– y “la constante predisposición a la innovación en implementación de nuevos diseños de packaging y estilos de vinos”.

Estrategia global

Si bien la adquisición de las bodegas argentinas respondió a un programa de expansión local, la decisión obedecía, en realidad, a un propósito estratégico global de la casa matriz de Allied Domecq. El grupo británico decidió diversificar su negocio a escala mundial, ante la caída general de las ventas de bebidas espirituosas y licores, para ganar posiciones en el mercado de vinos finos.

Aunque la compañía ya tenía participación en este segmento, el foco estará puesto, ahora, en los denominados vinos del nuevo mundo en los que se destacan las producciones de Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Chile, la Argentina y California, Estados Unidos. Además de la reciente compra argentina, el grupo negocia, actualmente, la compra de Montana, una empresa vitivinícola neocelandesa, y piensa evaluar, en el corto plazo, otras operaciones en estos mercados.

La búsqueda se orienta a bodegas que producen vinos jóvenes, generalmente varietales, que se caracterizan por su sabor frutal. Una de las mayores ventajas de este segmento es la posibilidad de introducirlos al mercado poco después de su elaboración, sin necesidad de esperar el largo proceso de añejamiento.

En la Argentina, Allied Domecq ya había ingresado en el negocio de vinos finos con la compra en 1992 de Bodegas Balbi que destina 100% de la producción de vinos con la marca del mismo nombre al exterior y que, también, elabora los Calvet para el consumo interno. Entre los próximos proyectos del grupo figura el lanzamiento en el 2003 de los Balbi –que ya acumulan más de 60 premios internacionales– en el mercado doméstico.

Nota completa, ver MERCADO N° 1008, noviembre de 2001.

Hace poco más de dos años Allied Domecq Argentina, filial local de la empresa británica de bebidas alcohólicas, decidió poner en marcha un plan de reestructuración apoyado en tres pilares estratégicos. Uno de ellos era la adecuación del capital de trabajo a una nueva realidad recesiva que se tradujo en la venta de algunos negocios que no formaban parte del core business del grupo, como por ejemplo el desprendimiento de una planta de mosto concentrado en San Juan.

El segundo se basó en drásticos cambios en el management con el objetivo primordial de convertir a la compañía en una organización basada en procesos, con una gestión más dinámica y un funcionamiento orientado al mercado. Y el tercer emprendimiento fue el diseño de un plan de crecimiento del negocio vitivinícola de la compañía.

En concordancia con este último objetivo, la empresa concretó en julio de este año la compra de las bodegas Graffigna y Santa Silvia –que estaban en manos del fondo de inversiones Galicia Advent Private Equity Fund desde 1999– por un monto en efectivo de US$ 37,5 millones. La empresa compradora tuvo que asumir, además, una deuda de US$ 5,7 millones. Ambas empresas, dueñas, también, de la marca Colón, se llevan alrededor de 6% del mercado local de vinos finos con ventas cercanas a los US$ 30 millones.

Según Luis Bustos, gerente general de Allied Domecq Argentina, entre las virtudes que encontró el grupo en las bodegas locales figuran la eficiencia de sus procesos productivos –durante la gestión del fondo del Galicia duplicó su facturación– y “la constante predisposición a la innovación en implementación de nuevos diseños de packaging y estilos de vinos”.

Estrategia global

Si bien la adquisición de las bodegas argentinas respondió a un programa de expansión local, la decisión obedecía, en realidad, a un propósito estratégico global de la casa matriz de Allied Domecq. El grupo británico decidió diversificar su negocio a escala mundial, ante la caída general de las ventas de bebidas espirituosas y licores, para ganar posiciones en el mercado de vinos finos.

Aunque la compañía ya tenía participación en este segmento, el foco estará puesto, ahora, en los denominados vinos del nuevo mundo en los que se destacan las producciones de Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Chile, la Argentina y California, Estados Unidos. Además de la reciente compra argentina, el grupo negocia, actualmente, la compra de Montana, una empresa vitivinícola neocelandesa, y piensa evaluar, en el corto plazo, otras operaciones en estos mercados.

La búsqueda se orienta a bodegas que producen vinos jóvenes, generalmente varietales, que se caracterizan por su sabor frutal. Una de las mayores ventajas de este segmento es la posibilidad de introducirlos al mercado poco después de su elaboración, sin necesidad de esperar el largo proceso de añejamiento.

En la Argentina, Allied Domecq ya había ingresado en el negocio de vinos finos con la compra en 1992 de Bodegas Balbi que destina 100% de la producción de vinos con la marca del mismo nombre al exterior y que, también, elabora los Calvet para el consumo interno. Entre los próximos proyectos del grupo figura el lanzamiento en el 2003 de los Balbi –que ya acumulan más de 60 premios internacionales– en el mercado doméstico.

Nota completa, ver MERCADO N° 1008, noviembre de 2001.

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