Zapatero ganó por 44 a 40%, Sarkozy perdió por 40 a 47,5%
Los socialistas obtienen 170 diputados contra 154 del partido Popular. En votos, 11.050.000 y 10.100.000. Algunos observadores estiman que, con Mariano Rajoy, perdió la jerarquía eclesiática, aunque el factor religioso aportase votos.
“Le ganamos al papa”, proclamaban en las calles de Madrid y otras ciudades grupos de jóvenes exaltados. Aludían a la obvia participación del Vaticano en la campaña electoral, apoyando al sector más derechista del PP.
Si bien la oposición salió bien librada, justamente por los “votos católicos”, habrá pase de facturas en el PP. Por de pronto, declinará Rajoy, considerado como mero operador del neofranquista José María Aznar. Ello explica que los seguidores del primero quieran convocar ya mismo un congreso para consolidarlo, especialmente ante los presumibles embates del sector moderado, que se nuclea en Madrid.
Ambos partidos mayores aprovecharon el colapso de las pequeñas agrupaciones a izquierda y derecha. En cuanto al PSDOE, sigue dependiendo del catalán Convergència i unió, que retuvo sus diez bancas. Este partido localista no es proclive al PP ni, mucho menos, a su ala clerical. Dato pintoresco: Argentina, Brasil, Venezuela y Chile fueron los primeros latinoamericanos en felicitar a José Luis Zapatero, en tanto el colombiano Álvaro Uribe lo llamaba a Rajoy.
En Francia, a Nicolas Sarkozy le fue mal en la primera vuelta de comicios locales. Su Unión pro movimiento popular (UMP) obtuvo 40% del voto, contra 47,5% para la una coalición de izquierdas alrededor del partido Socialista. Este grupo se dio el lujo de desalojar a la derecha pro mercado en Ruan, Rodez, Alenzón y otros reductos de la UMP.
En estas condiciones, la segunda vuelta –el domingo próximo- puede ser desastroso para Sarkozy. A apenas nueve meses de imponerse a la izquierda, el presidente de origen húngaro resultó víctima del costo de vida, sus propios errores y desplantes. Lo malo es que otro golpe congelará su iniciativa más brillante: la comisión de reformas que encabeza el tunecino Jacques Attalí.
“Le ganamos al papa”, proclamaban en las calles de Madrid y otras ciudades grupos de jóvenes exaltados. Aludían a la obvia participación del Vaticano en la campaña electoral, apoyando al sector más derechista del PP.
Si bien la oposición salió bien librada, justamente por los “votos católicos”, habrá pase de facturas en el PP. Por de pronto, declinará Rajoy, considerado como mero operador del neofranquista José María Aznar. Ello explica que los seguidores del primero quieran convocar ya mismo un congreso para consolidarlo, especialmente ante los presumibles embates del sector moderado, que se nuclea en Madrid.
Ambos partidos mayores aprovecharon el colapso de las pequeñas agrupaciones a izquierda y derecha. En cuanto al PSDOE, sigue dependiendo del catalán Convergència i unió, que retuvo sus diez bancas. Este partido localista no es proclive al PP ni, mucho menos, a su ala clerical. Dato pintoresco: Argentina, Brasil, Venezuela y Chile fueron los primeros latinoamericanos en felicitar a José Luis Zapatero, en tanto el colombiano Álvaro Uribe lo llamaba a Rajoy.
En Francia, a Nicolas Sarkozy le fue mal en la primera vuelta de comicios locales. Su Unión pro movimiento popular (UMP) obtuvo 40% del voto, contra 47,5% para la una coalición de izquierdas alrededor del partido Socialista. Este grupo se dio el lujo de desalojar a la derecha pro mercado en Ruan, Rodez, Alenzón y otros reductos de la UMP.
En estas condiciones, la segunda vuelta –el domingo próximo- puede ser desastroso para Sarkozy. A apenas nueve meses de imponerse a la izquierda, el presidente de origen húngaro resultó víctima del costo de vida, sus propios errores y desplantes. Lo malo es que otro golpe congelará su iniciativa más brillante: la comisión de reformas que encabeza el tunecino Jacques Attalí.
