Por Benjamín Tripier (*)
Curiosamente y tal como vengo diciendo desde hace años, esta situación, lejos de ser el resultado de una política económica errada, parece ser parte de una estrategia de transformación radical, alineada con el “Plan de la Patria” y a la futura constitución. Transformar tanto la economía, como el tipo de vida asociado a eso…que podríamos llamarle vida tipo capitalista.
Las sanciones como están planteadas, contribuyen a acelerar esa transformación, que solo pocos en el alto gobierno chavista entienden, y que muchos en los niveles más bajos (y no tan bajos) aun no comprenden y creen que se podrá, de alguna manera, convivir con el capitalismo. Como dice el preámbulo del PdlP: “hacer irreversible la salida del capitalismo”. El éxito de la revolución se alcanzará cuando la economía esté en manos del estado y la actividad privada sea confinada a empresas medianas y pequeñas, así como a emprendimientos personales.
Por supuesto, frente a un pueblo que tiene al capitalismo en su estructura genética, es muy difícil lograr ese éxito…si en 20 años no lo lograron, ya es difícil que lo consigan. Pero lo intentarán hasta el último minuto, ya sea que ocurra pronto (poco probable) o que se demore en el tiempo.
La aceleración de la presión internacional, si bien ahoga al país económica y financieramente, también, de alguna manera lo acerca a los niveles económicos más propicios para la revolución. Todo eso aunado a que la figura de EEUU, tradicionalmente causa rechazo en el pueblo de Venezuela, y contrariamente a lo que pueda pensarse, está consolidando las fuerzas dispersas del chavismo, el cual está consolidando su 30% duro, y hasta podría aumentar un poco, hasta el 35%.
Es un juego que arrancó siendo jurídico en el 2017, para convertirse en político (el chavismo todo lo lee políticamente y se siente muy cómodo en ese plano…y más si está en el marco de la conflictividad) y prefieren que se quede en ese plano, pues la migración natural, seria hacia el plano de la fuerza con un conflicto militar, donde el chavismo no tiene experiencia ni recursos. No quisiera llegar a ese punto.
La conflictividad social de protestas genuinas (falta de gas, agua y electricidad; alimentos, medicinas, e inseguridad; además de la hiperinflación que destruye ingresos, y la recesión que destruye empleos), atomizadas, pacíficas y no violentas que había, ya en estos días fueron sustituidas por protestas violentas con un perfil político, promovidas, no por los protestantes genuinos, sino por encapuchados que nadie sabe quién les paga.
La gente que marchó masivamente el 23 de enero, ya no está en la calle. La violencia está en los barrios más pobres, cuyos habitantes fueron invadidos por estos encapuchados; y donde en este momento las fuerzas de seguridad están reprimiendo más fuerte. En los últimos días ya se vio un aumento en la violencia de las protestas que llevaron a la quema de autos y neumáticos, y a poner barricadas, así como enfrentar a las fuerzas de seguridad, con muertos y heridos.
Mientras el este y las zonas residenciales, por el contrario, amanecieron en calma; lo que se dice “business as usual“…claro que con las restricciones naturales de transporte y de temor a salir, ya normales en nuestro diario devenir.
A la marcha del 23E (que fue gigantesca…tal vez la más grande ocurrida en el país) se llega como la convergencia de todos los cabildos acumulados, y la canalización de la protesta reprimida durante mucho tiempo, considerando que la última marcha ocurrió un poco antes del 31 de julio de 2017, fecha de la elección de la ANC.
Un factor sin precedentes
Esta no fue violenta, fue ordenada y pudiera ser considerada como un ejemplo de convocatoria con confianza. La gente, de alguna manera, le tomó confianza a Guaidó, un político de 35 años, prácticamente desconocido un mes atrás, que estaba conduciendo a la oposición a un nuevo principio. Ninguno de los otros dirigentes, hubiera podido lograrlo. Fue el caso de the right man, in the right moment.
Pero lo relevante allí, no fue la marcha, sino la juramentación sorpresiva de JG, a partir de la cual, ya no importó si fue grande o pequeña, sino que había un nuevo rol sobre el tablero, que no tenía precedentes, que no se sabía para donde iba, y que cambiaba el equilibrio de poder; y que lo llamó, el “Efecto Guaidó”.
Se suponía que para haber llegado a la juramentación debería haber cubierto, al menos, tres flancos:
· Contar con el apoyo de la gente, que la marcha confirmó
· Contar con el apoyo de los militares, que hasta el momento no se dio, sino todo lo contrario
· Contar con el apoyo de USA, que fue expresado con toda claridad.
Entonces, al no contar con apoyo militar, su perfil de riesgo aumenta, pues solo la gente podría “protegerlo” internamente, dado que los estadounidenses tienen capacidad limitada dentro del país.
La presión del Efecto Guaidó, va a tener muchas aristas de cambio, pero todas de la frontera para afuera, las cuales junto con las sanciones, actuales y por venir, le van a ir creando un cuadro cada vez más complicado al gobierno. Y no le va a quedar más remedio que radicalizarse aún más.
Nuevamente el ejemplo del submarino, al cual le aumenta la presión desde afuera, y puede sobrevivir mientras la presión desde adentro, sea una fuerza equivalente de sentido contrario. No puede tener ni tornillos flojos, ni fisuras, y menos que menos filtraciones. JG se convirtió en un tornillo flojo que tendrán que “ajustar”, no solo a él, sino a toda una sociedad que pudiera alborotarse. Conclusión, una de las primeras consecuencias será la radicalización acelerada de la revolución, que posiblemente veamos a corto plazo reflejada en el tema económico.
Y sin duda, se intentará encarcelar a JG y a la directiva de la AN, los cuales podrán o bien entregarse (caso Leopoldo López), o bien asilarse en alguna embajada o pasar a la clandestinidad. La otra opción que es la que mencionábamos desde hace un par de semanas, cuando anticipamos la juramentación, es la de que salga del país y se convierta en el presidente en el exilio, con capacidad de gobierno solo fronteras afuera, y solo en los países que lo reconozcan.
A menos, por supuesto que se consiga un acuerdo en la ONU, que habilite esta opción basado en algunas figuras del derecho internacional. De todos modos, si esto llegara al Consejo de Seguridad, posiblemente sería vetado por Rusia y por China. O sea que el paso que dio JG, tiene algún tipo de limitaciones estructurales. Pero dentro de esas limitaciones tiene una capacidad suficiente como para aumentar su poder de negociación. Porque de eso se trata…de poder negociar en condiciones de paridad relativa. Que al gobierno le interese algo que JG tenga, y que a él, le interese algo del gobierno.
Lo de la paridad y el poder de negociación puede verse como una balanza de dos platos, el del gobierno y el de la oposición:
· En el del gobierno está el 30% de la gente, el poder institucional, las fuerzas armadas y el dinero, y la capacidad de control casi absoluto fronteras adentro.
· En el plato de la oposición, está el 70% de la gente ya activado, la comunidad internacional y la capacidad de maniobra que esto último pueda darle en términos de los activos venezolanos en el exterior.
Esta nueva situación de poder de la oposición, deber servir para una mesa real de negociaciones que conduzca a algunos cambios institucionales en el Tribunal Superior de Justicia y el CNE, y un llamado a elecciones sin proscripciones; además del canal humanitario y la liberación de presos políticos.
Tal vez ahora haya que sumarle un plan económico consensuado de emergencia para aplicación inmediata. Porque hay que estar claros: la oposición no tiene cómo sacar del poder al chavismo, y éste no tiene cómo controlar a la oposición. Es una especie de juego trancado, que solo se destrancará con paridad de poder de negociación…que es lo que parece que está consiguiendo JG.
El audaz movimiento de la juramentación, no solo tuvo impacto en sus seguidores, sino que también en la comunidad internacional; y con sentido contrario, en las fuerzas del chavismo. JG se verá obligado a redoblar la apuesta cada vez más, y demostrar que lo que ocurrió no fue improvisado, sino que es parte de un plan, que tiene unos objetivos, unas acciones y un horizonte. La primera prueba tiene menos de 72 horas para mostrar un resultado. Si los diplomáticos estadounidenses se van, como lo ordenó Maduro, o si se quedan como lo ordenó Guaidó. La segunda tiene que ver con nombramiento efectivo de una nueva junta directiva y si puede tomar el control de la empresa Citgo.
Eso de tener dos presidentes suena poco serio como país, y no habla muy bien de nosotros como sociedad. Si bien hemos madurado y aprendido, es evidente que aún nos falta más.
Uruguay y México se ofrecieron como parte de alguna solución política. Ningún otro país de la región ya podrá ser parte de esa solución. Y deberían haberlo sido. Esa parcialización radical de Brasil, Argentina, Colombia, Perú y Chile, los inhabilita para participar en una solución. Creo que fue falta de cálculo político y visión de corto plazo. La grieta que se produjo no se cerrará con facilidad. No hay que perder de vista que todo indica que aquí no podrá haber un gobierno puro de oposición así como es muy difícil que el chavismo, tal como está, continúe gobernando.
La solución seguramente será consensuada y opositores y chavistas terminarán en algún tipo de acuerdo de solución, y esos países quedarán alejados de ese desarrollo. Es como cuando una pareja se pelea y un amigo toma partido por uno de los dos…y luego la pareja se arregla y vuelve a estar junta…bueno, algo así.
De ahora en adelante hemos comenzado a recorrer un camino novedoso del que se puede esperar cualquier sorpresa. El gobierno tratará de manejarse como si no pasara nada, y la oposición tratará de hacer que pasen cosas. Las tres caras visibles son Guaidó, Maduro, y Trump, cada uno con su grupo de amigos y aliados por detrás. De cómo se manejen entre ellos dependerá el resultado, en el cual todo lo que queremos es que se detenga la destrucción, y que comencemos a vivir mejor.
Escenario político
La diferencia entre los líderes de oposición y los diputados de la AN, parece clara a estas alturas. Los diputados están haciendo su tarea, pero parece que los líderes no están reconstruyendo la relación con sus bases. En estos cabildos se han dado casos, en casi todos, de líderes abucheados que tuvieron que bajar de la tarima. La relación de JG y su grupo cerrado, con la base opositora es biunívoca. Si el resto de los líderes quiere reconectarse, seguramente no será cobijándose debajo de JG. Esa dirigencia tendrá que ganarse nuevamente su espacio, desde abajo, o condenarse a desaparecer. De hecho, ya hay varios que difícilmente regresen al ruedo…al menos no exitosamente.
Otro tema, es que el balance de poder en la gran masa opositora se mudó desde lo democrático y pacífico, hacia lo más radical. Y esto es así, pues la gente se dio cuenta que por las buenas, no estaba consiguiendo resultados. Las acciones disruptivas de JG fueron la respuesta a la necesidad planteada por las bases de hacer algo diferente: “Algo tiene que cambiar” y “Esto no puede seguir así”.
El ala tradicional de la oposición no se ha manifestado apoyando a JG, por lo que uno puede imaginarse que está esperando el desarrollo de los acontecimientos para una especie de “te lo dije”. Especialmente con el tema EE.UU, que no todos están dispuestos a aceptar; y menos que menos una invasión. Por el momento JG está con “viento de cola” y nadie lo detiene…pero las divisiones, los egoísmos y los resentimientos que los alejaron de las bases, están allí, esperando…
En lo social, finalmente la anomia se convirtió en madurez para arrancar una nueva etapa de la que no se esperan milagros sino planificación bien canalizada. Y por el momento parece que eso será así. La gente administrará la esperanza de una forma pacífica. Los encapuchados violentos, ya son otra cosa. Pero coexisten, están allí y son peligrosos. Y lejos de lograr éxitos con ellos, las marchas solo cosecharan más y mayor represión.
Los barrios más pobres son los que despiertan más temor del gobierno al momento de protestar, y es por eso que toda la violencia se está concentrando allí. El famoso “bajan los cerros” está latente, y cada vez más cerca de ocurrir, porque las condiciones objetivas están a la vista y complicándose.
El plan económico
Estos días de política y poder, han sacado del foco al tema económico, sin que eso signifique que haya perdido peso. De hecho es la causa de todo esto que está pasando. Más allá de la ideología, esta destrucción sistemática de la riqueza y el patrimonio es lo que terminará acabando con la revolución.
El avance (y el tibio retroceso) sobre la banca es solo una muestra del camino que va sobre la capa productiva de la economía. La del comercio y el retail, solo será víctima de la situación económica pero no de la embestida focalizada acelerando los tiempos de la revolución.
Los órganos de control saldrán a la calle solo para concentrarse en objetivos políticos. Por eso es que los empresarios no deben jugar a la política porque pierden. No pareciera que estemos cerca de una transición como para que tenga sentido embanderarse. Cada empresa, especialmente las más visibles y las políticamente expuestas, deben analizar cada decisión también desde un punto de vista político. Por ejemplo, cerrar tiendas u oficinas, pudiera tener una lectura de oposición al gobierno, así la empresa no tuviera esa intención.
Desde principios de año les he venido anticipando que será muy difícil. Que lo que tenemos por delante es muy peligroso…es como un campo minado. Y hay que tener una hoja de ruta, y mecanismos de “lectura” del entorno, en forma inteligente, para ir ajustando la ruta según los eventos que se presenten. Que serán muchos y variados, y todos con potencial letal sobre la empresa.
(*) Analista y consultor de empresas.