Vencidos los plazos ¿cómo seguirá el caso Irán?

Recordando que continúa adhiriendo al tratado general de no proliferación nuclear, Tehrán resta importancia al vencimiento del jueves. En tanto, Washington tiene pocas opciones viables a la vista.

31 agosto, 2006

En realidad, Estados Unidos no sale bien parado, como apuntan inclusive analistas conservadores. George W.Bush tiene tres caminos: atacar –probablemente junto con Israel- instalaciones atómicas iraníes, promover represalias comerciales graduales o abrir un diálogo directo con Irán. Algo así se había sugerido, meses atrás en varias capitales, para frenar la hoy imparable guerra civil iraquí.

Entre las opciones del Pentágono figura un bombardeo como el efectuado en 1981 por Tel Aviv contra el reactor iraquí de Osirak. Pero sus posibilidades actuales son pocas. Un ataque nuclear en gran escala sólo crearía una crisis mundial, EE.UU.-Israel quedarían más aislados que ahora y ni siquiera aseguraría liquidar el plan iraní.

Descartados esos extremos, Condoleezza Rice representa a quienes (dentro y fuera del gobierno) proponen una salida diplomática multilateral. Vale decir, involucrando a Rusia, China y algunos países europeos; en particular, Francia, Alemania e Italia. Entretanto, una apresurada aprobación de sanciones económicas, por parte del consejo de Seguridad de la ONU, no sería acatada por varios miembros y, además, podría abrir la puerta a una solución militar unilateral.

Lógicamente, este tipo de dislates es proclamado por el pintoresco embajador norteamericano ante la ONU, John Bolton, títere del vicepresidente Richard Cheney y de Donald Rumsfeld, secretario de defensa. Bolton cree que, como ha hecho en otras oportunidades, su país puede aplicar sanciones por cuenta propia. El resto acompañaría después.

La alternativa de negociación directa es tabú y esta actitud refleja la impotencia estadounidense de traducir en términos geopolíticos su hegemonía militar. De hecho, en esta fase Rusia obtiene mejores resultados ejerciendo una especie de poder geoeconómico, basado en hidrocarburos, poliductos, metales, aluminio y otros insumos primarios.

Pese a la renuencia de Washington, cada día más dirigentes, expertos y medios –demócratas, republicanos- apoyan negociaciones directas. En especial después del fracaso israelí ante Hezbollá, la crisis del gobierno Olmert y la cúpula militar. Tel Aviv se aferra al bloqueo aeronaval en el sur de Líbano porque no necesita salvar al cara.

Históricamenre, amenazas y sanciones no detuvieron los programas nucleares de India, Pakistán ni, mucho menos, Norcorea. Lo malo es que, alrededor de Bush, se baraja una alternativa muy incómoda: convivir con un Irán atómico o atacarlo. Algunos analistas afirman, como el judío norteamericano de origen persa Me’ir Dyavendafar, que “Tehrán ya ganó esta pugna con Occidente”.

Este observador no espera que la ONU aplique sanciones severas, al menos mientras Washington apoye las posturas intransigentes de Tel Aviv en Líbano. “Las cosas han cambiado y hoy las potencias ya no pueden invadir impunemente países remotos. En el plano económico, surge otro riesgo, aunque a largo plazo: Irán como primera potencia nuclear asociada a la Organización de países exportadores de petróleo (Opep)”. Al respecto, cabe señalar que Rusia y las repúblicas islámicas centroasiáticas no figuran en la entidad.

En realidad, Estados Unidos no sale bien parado, como apuntan inclusive analistas conservadores. George W.Bush tiene tres caminos: atacar –probablemente junto con Israel- instalaciones atómicas iraníes, promover represalias comerciales graduales o abrir un diálogo directo con Irán. Algo así se había sugerido, meses atrás en varias capitales, para frenar la hoy imparable guerra civil iraquí.

Entre las opciones del Pentágono figura un bombardeo como el efectuado en 1981 por Tel Aviv contra el reactor iraquí de Osirak. Pero sus posibilidades actuales son pocas. Un ataque nuclear en gran escala sólo crearía una crisis mundial, EE.UU.-Israel quedarían más aislados que ahora y ni siquiera aseguraría liquidar el plan iraní.

Descartados esos extremos, Condoleezza Rice representa a quienes (dentro y fuera del gobierno) proponen una salida diplomática multilateral. Vale decir, involucrando a Rusia, China y algunos países europeos; en particular, Francia, Alemania e Italia. Entretanto, una apresurada aprobación de sanciones económicas, por parte del consejo de Seguridad de la ONU, no sería acatada por varios miembros y, además, podría abrir la puerta a una solución militar unilateral.

Lógicamente, este tipo de dislates es proclamado por el pintoresco embajador norteamericano ante la ONU, John Bolton, títere del vicepresidente Richard Cheney y de Donald Rumsfeld, secretario de defensa. Bolton cree que, como ha hecho en otras oportunidades, su país puede aplicar sanciones por cuenta propia. El resto acompañaría después.

La alternativa de negociación directa es tabú y esta actitud refleja la impotencia estadounidense de traducir en términos geopolíticos su hegemonía militar. De hecho, en esta fase Rusia obtiene mejores resultados ejerciendo una especie de poder geoeconómico, basado en hidrocarburos, poliductos, metales, aluminio y otros insumos primarios.

Pese a la renuencia de Washington, cada día más dirigentes, expertos y medios –demócratas, republicanos- apoyan negociaciones directas. En especial después del fracaso israelí ante Hezbollá, la crisis del gobierno Olmert y la cúpula militar. Tel Aviv se aferra al bloqueo aeronaval en el sur de Líbano porque no necesita salvar al cara.

Históricamenre, amenazas y sanciones no detuvieron los programas nucleares de India, Pakistán ni, mucho menos, Norcorea. Lo malo es que, alrededor de Bush, se baraja una alternativa muy incómoda: convivir con un Irán atómico o atacarlo. Algunos analistas afirman, como el judío norteamericano de origen persa Me’ir Dyavendafar, que “Tehrán ya ganó esta pugna con Occidente”.

Este observador no espera que la ONU aplique sanciones severas, al menos mientras Washington apoye las posturas intransigentes de Tel Aviv en Líbano. “Las cosas han cambiado y hoy las potencias ya no pueden invadir impunemente países remotos. En el plano económico, surge otro riesgo, aunque a largo plazo: Irán como primera potencia nuclear asociada a la Organización de países exportadores de petróleo (Opep)”. Al respecto, cabe señalar que Rusia y las repúblicas islámicas centroasiáticas no figuran en la entidad.

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