Merced a un pacta implícito entre el régimen militar, blancos y colorados -en los años 70-, Montevideo se convirtió en plaza financiera extraterritorial y esa banca pasó a controlar la política monetaria. Mucho después, el Frente amplio no cambió las cosas. Los negocios “off shore” reciclan muchos más fondos que la pequeña economía oriental y, de paso, digitan los medios más influyentes.
Pero, objetivamente, es cierto: el dólar llegó a bajar a $urug.20 esta semana y, desde 2006, ha retrocedido casi 20%. Esto lo siente los turistas argentinos, para cuyos bolsillos la yerba mate cuesta casi el doble e igual ocurre con la cerveza. Las actuales cotizaciones distan de las imperantes en 2002, cuando el dólar fue liberado y saltó de $urug.17 a 30, para luego estabilizarse en 25/27,50.
Sin duda, para la especulación financiera y cambiaria los niveles de hoy benefician a la banca extraterritorial, pero son un problema para la economía física. Este aspecto no figura en la gran prensa, aunque haga estragos en el presupuesto familiar. Al respecto, hay un dato clave: la canasta uruguaya cuesta en moneda constante 35% más que la argentina, pero el salario medios es 30% inferior.
Por una parte, el aumento internacional de productos primarios beneficia a los exportadores en comparación con los servicios. Ademán, aquel pacto de los 70 eliminó retenciones y otros gravámenes a la exportación, en pro de los agroganaderos. Obviamente, la clase alta especula pasándose a divisas, pese a las altas tasas relativas en pesos.
En tanto el resto sobrevive como puede. Quienes tienen propiedades las hipotecan o las malvenden: en Montevideo, los impuestos inmobiliarios triplican a los bonarenses. Para muestra basta un botón: meses atrás, se vendió en apenas US$ 12.500 más deuda una casa de tres plantas estilo “art déco” fechada en 1931.
Merced a un pacta implícito entre el régimen militar, blancos y colorados -en los años 70-, Montevideo se convirtió en plaza financiera extraterritorial y esa banca pasó a controlar la política monetaria. Mucho después, el Frente amplio no cambió las cosas. Los negocios “off shore” reciclan muchos más fondos que la pequeña economía oriental y, de paso, digitan los medios más influyentes.
Pero, objetivamente, es cierto: el dólar llegó a bajar a $urug.20 esta semana y, desde 2006, ha retrocedido casi 20%. Esto lo siente los turistas argentinos, para cuyos bolsillos la yerba mate cuesta casi el doble e igual ocurre con la cerveza. Las actuales cotizaciones distan de las imperantes en 2002, cuando el dólar fue liberado y saltó de $urug.17 a 30, para luego estabilizarse en 25/27,50.
Sin duda, para la especulación financiera y cambiaria los niveles de hoy benefician a la banca extraterritorial, pero son un problema para la economía física. Este aspecto no figura en la gran prensa, aunque haga estragos en el presupuesto familiar. Al respecto, hay un dato clave: la canasta uruguaya cuesta en moneda constante 35% más que la argentina, pero el salario medios es 30% inferior.
Por una parte, el aumento internacional de productos primarios beneficia a los exportadores en comparación con los servicios. Ademán, aquel pacto de los 70 eliminó retenciones y otros gravámenes a la exportación, en pro de los agroganaderos. Obviamente, la clase alta especula pasándose a divisas, pese a las altas tasas relativas en pesos.
En tanto el resto sobrevive como puede. Quienes tienen propiedades las hipotecan o las malvenden: en Montevideo, los impuestos inmobiliarios triplican a los bonarenses. Para muestra basta un botón: meses atrás, se vendió en apenas US$ 12.500 más deuda una casa de tres plantas estilo “art déco” fechada en 1931.
