Una devaluación es inevitable en el primer semestre del año

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Pese a los ajustes con el FMI, el destino de Argentina no es optimista, creciendo cero entre 2020 y 2022, siendo así uno de los países de peor desempeño global.

Se dio a conocer una nueva edición del Informe Económico que elabora el Departamento de Economía del IAE Business School, escuela de negocios de la Universidad Austral de manera mensual.

En la edición de octubre del IEM, Juan José Llach, profesor emérito del IAE Business School, analiza el contexto económico internacional, afectado fuertemente por la crisis sanitaria: “Las proyecciones globales de octubre del FMI acentuaron su optimismo, salvo para América Latina. El impulso lo pusieron, como siempre, los países emergentes. El mundo crecería 5,9% este año, recuperando la caída del 2020. Por su parte, el PIB global de 2021 sería bastante mayor al de 2019 y aumentaría 2,8% en el trienio 2020-22”.

Eduardo Fracchia, director del Área Economía del IAE, analiza el panorama interno y cómo la crisis política condiciona una economía con más de 10 años de estancamiento e inflación: “Estamos en un ambiente político que busca castigar al gobierno. El electorado quiere plebiscitar en esta elección protestando como en los años 1983, 1989, 1999 y 2003, votando más en contra que a favor. Un peronismo unido, moderno y de centro que funcione 7 sobre 10 es imbatible en el cuarto oscuro, ahora camina 2 sobre 10 y, así todo, sacó 30%”.

El director ve como inevitable una devaluación en el primer semestre del año. A su vez, afirma que el consumo no va aumentar porque el salario real está muy deteriorado, la inversión va a menos y las exportaciones, aunque pueden mejorar, son insignificantes en el PIB.

Fracchia, junto a Martín Calveira, Investigador del IAE Business School, observan que los indicadores de pobreza e indigencia del INDEC, argumentan un panorama desfavorable sobre las condiciones de vida de la sociedad argentina en general.

“Una primera aproximación es que esto derive de la gran contracción económica del año pasado tras el shock de la pandemia y, casi en el mismo nivel de causalidad, la gestión sanitaria del gobierno nacional que derivó primeramente en un exceso de confinamiento y luego en una administración tardía de las vacunas”, señalaron.

Además agregan que “el costo de la canasta de alimentos sigue en una fase de ascenso representada por la inflación minorista. Entretanto, otro factor que deteriora el poder adquisitivo de los ingresos sobre la canasta, es la dificultad de la economía en generar empleos y, por lo tanto, ingresos en las familias”.

Por su parte, Juan Manuel Jauregui, Doctor en Economía (UCLA), hace un análisis sobre los problemas con el cepo cambiario.  Destaca que se observa una presión al alza en el tipo de cambio y para evitar una disparada del dólar, el gobierno anuncia nuevas restricciones cambiarias, que hacen más estricto el cepo.

Jauregui agrega: El cepo genera un desequilibrio en política del sector externo, ya que el tipo de cambio es el precio que equilibra la balanza de pagos, trayendo equilibrio al mercado de exportaciones, importaciones, y flujos de capital internacional. Con controles arbitrarios y cambiantes, se hace difícil restablecer el equilibrio externo. Al mismo tiempo, se continúa con un desequilibrio fiscal, expresado por un excesivo déficit, que requiere financiamiento del banco central. Y de esta manera el desequilibrio fiscal genera un desequilibrio monetario, manifestado por la alta inflación”.

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