<p>El escenario se veía bastante vacío y apenas unas docenas de adictos lo vitoreaban, detalle que ni siquiera la TV oficial lograba disimular. En algunos pasajes del mensaje, Muamar Ghadafi criticó “a esos buitres que me quieren ver abandonar Libia. Antes, muerto”. Aludía, claro, a una poco feliz declaración de William Hage, canciller británico, rápidamente desmentida en Londres. <br />
<br />
Su colega libio, Ahmed Abul Gheit, admitió que “faltaba poco para perder Cirenaica”, o sea el noreste controlado por Benghazi, cuyo aeropuerto ha sido destruido e impide evacuaciones”. Pero insistió en que los puertos petroleros están operables, aunque varias compañías occidentales y una turca sostengan lo contrario.<br />
<br />
Si bien menos intensos, el martes proseguían por tercer día los choques alrededor de la capital entre disidentes y gente del gobierno. Por supuesto, el dominio de Trípoli es clave para evitar que el coronel acabe como Zin ben Alí (Túnez), Hosni Mubarak (Egipto) o tal vez Hamad ibn a-Jalifa (Bahrein).<br />
<br />
“Tengo miedo de que trate de sustituir popularidad por asesinatos en masa”, señaló -después del discurso en la plaza- Ahmed el-Gasir, activista libio de derechos civiles residente en Suiza. Según Human Rights Watch (Nueva York), en nueve jornadas de violencia los muertos pueden haber superado los mil.<br />
<br />
Ghadafi reiteró que es líder de una revolución y a ella sacrificará la vida. “No lamento nada ni sueño con renunciar. Estos rebeldes han sido drogados por cerebros que actúan en el exterior y entre sombras”. El mensaje no explica por qué las grandes tribus beduinas y altos funcionarios también abandonan al caudillo. <br />
<br />
Manifestantes en el barrio de Fashlum –donde la lucha se agudizaba este martes- tenían sitiada a la policía y los mercenarios. Mohammed Alí Abdallá, ex subsecretario del Frente Nacional (refugiado en Dubai), reveló que soldados desertores se pasaban con armas y bagajes a los rebeldes en ambos extremos del arco, Cirenaica y Tripolitania.</p>
<p><br />
</p>
Un Ghadafi desesperado busca aferrarse al poder
En una casi confesión de impotencia, el coronel se presentó en la plaza Verde y pronuncio un largo discurso lleno de tropiezos, exhortaciones a los jóvenes, increíbles denuncias contra Estados Unidos o la Otan y virtualmente ninguna propuesta.