Muamar Ghadafi y el camino del infierno

Benito Mussolini colgado con Clara Petacci, Sadam Huséin feroz hasta el fin, Nicolae Ceausescu fusilado junto a su esposa. Al dictador libio, soldados y beduinos esperan matarlo en Tobruk ejecutando un decreto religioso dictado el lunes por un imán.

23 febrero, 2011

<p>La proclama del martes, larga, a veces incoherente, es un aullido de rabia contra el mundo. Siempre causa miedo el discurso final de un dictador porque, a la fatw&aacute;, se contrapone la horda mercenaria africana contratada para masacrar disidentes en Tr&iacute;poli. Ni siquiera son &aacute;rabes o kabilas. En realidad, son tonton macoutes reclutados en Chad, Zimbabwe, Gab&oacute;n, Congo, etc.<br />
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En general, antes de precipitarse al fuego, apunta el politic&oacute;logo italiano Pierluigi Battista, &ldquo;el dictador amenaza, insulta, delira y gesticula. No vive un crep&uacute;sculo, sino que ingresa en la oscuridad sin darse cuenta, hasta que queda solo ante el destino. El teatro de Ghadafi es una mezcla de apocalipsis, terror y pueril vanidad herida&rdquo;.<br />
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Los s&aacute;trapas como el ra&iacute;s &ldquo;viven sospechando traiciones, colapsos, pu&ntilde;aladas traperas y golpes de gracia contra quien hasta un instante atr&aacute;s parec&iacute;a invulnerable. Por el contrario, son expresiones de paranoia pol&iacute;tica, t&iacute;picas de los totalitarismos. Para el caudillo, los revoltosos de Benghazi y Tr&iacute;poli son ratas obscenas y drogadictas&rdquo;.<br />
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En el caso del libio, hay un exhibicionismo pat&eacute;tico similar al de Ner&oacute;n, que combina crueldad con histrionismo. &ldquo;Existen paralelos con el desenlace de Ceausescu. Cuando habla desde el balc&oacute;n presidencial (21 de diciembre de 1989), el rumano ve con horror que la multitud lo silba, reaccionando a la masacre de Timisoara. En otras palabras, un anticipo de lo que puede sucederle ahora a Ghadafi. Tras un juicio sumar&iacute;simo, Bucarest ejecut&oacute; al matrimonio presidencial y el dictador muere sin haber terminado aquel discurso amenazador.<br />
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&iquest;Ser&aacute; &eacute;sta la suerte de un Ghadafi abandonado hasta por la Liga &Aacute;rabe? La geograf&iacute;a social del pa&iacute;s abona esa presunci&oacute;n. Al ra&iacute;s lo sostiene solo la peque&ntilde;a pero blindada tribu Qathathfa, al sur de Tr&iacute;poli. Ante ella se despliega un impresionante arco beduino opositor encabezado por grandes tribus como Warfalla (900.000 miembros) y al-Zuwayya (500.000), que controla el oriente petrolero: son cifras altas para los cinco a 6,5 millones de habitante en total. Entretanto, contin&uacute;an las deserciones de militares y altos funcionarios. Respecto de la familia real, apoyan al padre el primog&eacute;nito Se&rsquo;if al-Islam m&aacute;s sus hermanos Mutasim, Cham&iacute;s y as-Sa&rsquo;ad&iacute;. La hermana, Aisha, se refugi&oacute; en Dubai. <br />
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