Reserva Federal: ante el riesgo de sobreproteger especuladores

El dilema es tajante: si un banco central baja tasas básicas, premiará a apostadores temerarios; si no lo hace, la actual crisis en los mercados puede agravarse. No sin humor, a eso le llaman “azar moral”.

17 agosto, 2007

Wall Street vive una obsesión: que la RF lo rescate vía una drástica rebaja de tipos referenciales. Tras esa idea surge el riesgo de sobreprotección (“moral hazard” es una contradicción de términos), un viejo concepto anglosajón originado en el negocio del seguro.

La idea es que, si se sobrecubre de riesgos a alguien, éste puede conducirse en forma imprudente. Algo similar puede suceder –advierten economistas serios- si inversores y especuladores creen que la RF los rescatarán de sus excesos. Al cabo, los resultados de esa política serían peores, como se vio en 1987, 1995, 1998 y 2001/3.

Por supuesto, si la RF redujera ya las tasas, seguramente ayudaría a diluir la crisis financiera y bursátil, aunque no la hipotecaria. Las presiones de operadores, intermediarios y analistas adictos apuntan en ese sentido. Wall Street mantiene un poderoso “lobby” en Washington y suele contribuir generosamente a campañas electorales. Especialmente las republicanas: de ahí la invención de Michael Bloomberg como alcalde de Nueva York.

Pero también los bancos presionan para ser sobreprotegidos, aunque en una dimensión mucho más amplia. Eso explica que, en apenas seis jornadas (jueves 9 a miércoles 15), varios emisores inyectasen ”call” por tal vez US$ 450/500.000 millones. Fue éste un caso de sobreprotección a entidades privadas demasiado comprometidas en la crisis hipotecaria, la burbuja de compras apalancadas y la iliquidez resultante.

Wall Street vive una obsesión: que la RF lo rescate vía una drástica rebaja de tipos referenciales. Tras esa idea surge el riesgo de sobreprotección (“moral hazard” es una contradicción de términos), un viejo concepto anglosajón originado en el negocio del seguro.

La idea es que, si se sobrecubre de riesgos a alguien, éste puede conducirse en forma imprudente. Algo similar puede suceder –advierten economistas serios- si inversores y especuladores creen que la RF los rescatarán de sus excesos. Al cabo, los resultados de esa política serían peores, como se vio en 1987, 1995, 1998 y 2001/3.

Por supuesto, si la RF redujera ya las tasas, seguramente ayudaría a diluir la crisis financiera y bursátil, aunque no la hipotecaria. Las presiones de operadores, intermediarios y analistas adictos apuntan en ese sentido. Wall Street mantiene un poderoso “lobby” en Washington y suele contribuir generosamente a campañas electorales. Especialmente las republicanas: de ahí la invención de Michael Bloomberg como alcalde de Nueva York.

Pero también los bancos presionan para ser sobreprotegidos, aunque en una dimensión mucho más amplia. Eso explica que, en apenas seis jornadas (jueves 9 a miércoles 15), varios emisores inyectasen ”call” por tal vez US$ 450/500.000 millones. Fue éste un caso de sobreprotección a entidades privadas demasiado comprometidas en la crisis hipotecaria, la burbuja de compras apalancadas y la iliquidez resultante.

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