Lo más destacable del debate vicepresidencial es que no fue el desastre que protagonizaron los candidatos a la presidencia. Son mayoría en Estados Unidos los que piensan que aquel fue el peor debate presidencial en la historia nacional.
Mientras Harris respondió todo lo que le preguntaron, Pence se las ingenió para esquivar las preguntas de la moderadora y siguió su propia agenda, como parece que suele hacer. Ambos tuvieron el mismo tiempo para hablar, algo más de 36 minutos, sobre temas de la pandemia, la economía, la salud y política exterior.
Y sin embargo, el resultado fue un tanto decepcionante. Los que esperaban ver cómo Harris acorralaba a Pence probablemente no quedaron satisfechos. Tuvo algunos aciertos, especialmente en los primeros diez minutos del debate y abrió con un fuerte ataque a la forma en que la administración Trump manejó el tema de la pandemia. Cuando Pence intentó interrumpirla en varias oportunidades lo bloqueó diciendo: “Estoy hablando, una frase que cayó muy bien entre las mujerse en las redes sociales.
Y sin embargo, en el resto del debate, ella estuvo más amigable, a menudo sonriente y adoptando un tono profesoril cuando hablaba directamente a la cámara, al igual que había hecho Biden en el debate presidencial.
Ambos, Harris y Pence lograron lo que tenían que hacer. Pence logró mantenerse firme y enfocado, como un adulto. No interrumpió 51 veces. Harris encontró la línea entre mostrarse poderosa y agradable, algo que lamentablemente se les exige a las mujeres en política.
Pero la conclusión es que el debate fue blando y no generó gran interés entre los televidentes.
