<p>El freno en la actividad reconoce su génesis en tres momentos puntuales durante los meses de marzo, junio y octubre. Estas caídas respondieron al comienzo del conflicto con el sector agropecuario, su posterior profundización y, finalmente, la confirmación de que la crisis global generaría un aterrizaje forzoso del mundo desarrollado. Luego de los primeros dos hitos, la actividad industrial levantó cabeza y recuperó parte del terreno perdido, dando una muestra de fortaleza notable. <br />
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Pero los hechos observados en octubre fueron demasiado para la confianza y capacidad del sector, sobre todo para el segmento PYME, fenómeno que configuró definitivamente un quiebre claro en la tendencia e implicó un crecimiento casi nulo en el bimestre noviembre/diciembre.<br />
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35% del crecimiento estuvo explicado exclusivamente por la producción de automóviles, que registró una expansión de 14,1%. Debe resaltarse la diferencia en la dinámica del primer semestre respecto al segundo, dejando plasmado en números la sucesión de shocks descrita. Hasta el mes de junio la tasa de crecimiento era de 35% anual, descendiendo durante el segundo semestre a 8%, correlato de la caída de la demanda local y externa, esta última de la mano de los menores envíos al mercado mexicano. El Estimador Mensual Industrial (EMI) acompañó la evolución de su principal tractor con tasas de 6,2% y 3,8% en la primera y segunda mitad del año.<br />
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Sólo cuatro (automotriz, metálicas básicas, alimentos y bebidas y químicos) de las doce actividades que componen el EMI concentraron 85% del crecimiento, guarismo que alcanza 97% si agregamos la producción de minerales no metálicos y la edición e impresión. La mayor concentración es muestra de un crecimiento menos difundido, consecuencia de un contexto volátil que genera un aumento en la dispersión de las tasas de expansión.<br />
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En términos generales todos los sectores mostraron dinámicas dentro de lo esperado en el último anuario. Las excepciones fueron el sector automotriz, cuya evolución ya fue descrita, y los siguientes bloques:<br />
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• Metálicas básicas. Con un incremento de 9,3% anual fue uno de los tractores de 2008. Esta evolución se sustentó en el crecimiento de la demanda local y externa y la maduración de inversiones que permitieron una expansión de la capacidad productiva.<br />
• Metalmecánica y textil. Ambos dependientes de barreras arancelarias, del tipo de cambio real (TCR) y de la capacidad de financiar capital de trabajo a tasas razonables. El contexto macroeconómico ya expuesto operó en detrimento del segundo y tercer punto, a través de la interrupción de las cadenas de pago, aumentado las tasas cortas y apreciando el TCR, sobre todo en el último trimestre del año. Ninguno de estos dos sectores pudo levantar cabeza luego de la profundización del conflicto agropecuario, registrando tasas en el primer y segundo semestre de 7,2% y -4,5% anual el sector textil, y 3,7% y -0,2% el metalmecánico.<br />
• Sector productor de caucho y plástico. Dependiente del sector automotriz, el consumo minorista, la construcción y el agro, ramas que registraron importantes deterioros en su nivel de producción. El crecimiento del primer semestre fue de 6,5% anual, mientras que dicho guarismo cayó en picada durante la segunda mitad del año observándose una contracción de 3,8% anual.<br />
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El uso de capacidad instalada acompañó el crecimiento de la actividad industrial con una suba de 0,6 puntos porcentuales respecto a 2007 y ubicándose en un nivel de 74,6%. Desde una perspectiva sectorial, esta variable no mostró sorpresas y estuvo en línea con la evolución de la producción de cada sector. <br />
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Un dato relevante es la desaceleración que mostró el índice de capacidad implícita, que cerró el año con un crecimiento de 4%, después de dos años con registros superiores a 7%. Si bien el comienzo fue prometedor, con una tasa de 6,5% anual durante el primer trimestre, el cuarto cerró con una suba de apenas 2,3%, reflejando el deterioro de las expectativas sobre la marcha de la economía y su consecuente desaceleración de la inversión.<br />
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Las perspectivas para 2009 son malas. La producción automotriz, de alimentos y bebidas y químicos, que explicaron 68% del crecimiento durante el último año, registrará fuertes deterioros. La primera presentará una contracción que será, como mínimo, de 5%. Los otros dos, muy ligados a la realidad del sector agropecuario y a la evolución del consumo interno, si bien mostrarán tasas positivas, estarán muy por debajo de los promedios históricos. <br />
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La construcción acompañará la tendencia negativa, configurando una coyuntura muy flaca. Paralelamente los volúmenes exportados de manufacturas de origen industrial venían registrando incrementos superiores a 20% anual, tasas insostenibles en el corto plazo. Indudablemente la industria se dirige de lleno a la primera contracción de la actividad luego de 6 años de crecimiento, con una tasa que estará entre -0,5% y -1,5%.
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