<p>Pero este año, por vez primera, los veintisiete miembros de la UE deben declarar cómo distribuyen los fondos de fomento agrícola. Una investigación encarada por el dúo “New York Times/International Herald Tribune” en los principales países del grupo resultó en la primera revista detallada de esos flujos. <br />
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Esos datos subrayan hasta qué punto el programa de subsidios ha abandonado su objeto original, que consistían en elevar productividad agrícola y apoyar a los cultivadores. También ilustra como se han dejado de lado políticas de precios e incentivos de producción.<br />
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Por supuesto, la mayor porción de asignaciones (€ 37.500 millones, 70,8% del total en 2008) sigue afluyendo a ricos terratenientes y chacareros. Pero asimismo se demostró que miles de millones van a personas y compañías casi sin nexos con el sector rural. Entre los privilegiados aparecen multinacionales de golosinas, destiladores de bebidas alcohólicas, etc.<br />
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Por ejemplo, en Francia los procesadores de azúcar no tienen cultivos, pero perciben reembolsos similares a los de exportaciones agrícolas para cubrir la diferencia entre sus precios y niveles internacionales más bajos. Pero esas empresas no exportan y venden azúcar como insumo local. En similar abuso incurre Haribo una fabricante alemana de dulces.<br />
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Otros van más lejos. Así Ligabue –proveedora de alimentos a aerolíneas y crucero- percibió en 2008 subsidios por lácteos “exportados” en los estómagos de pasajeros. Literalmente.<br />
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Como se sabe, esa clase de desembolsos influyen en el intercambio mundial, pues deprimen precios de países eficientes y los ya mermados ingresos de sus campesinos. Esta pertinaz forma de proteccionismo remite a un sistema que promovía la sobreproducción de alimentos en las economías centrales.<br />
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Los críticos, inclusive dirigentes y analistas políticos, sostienen que la UE mantiene un destartalado mecanismo de dádivas, fomentado por una amplio espectro de intereses creados. Por eso, persiste una corriente de subsidios hacia potentados, aristócratas y otros poseedores de tierras que no explotan. <br />
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Los subsidios agrícolas son al mismo tiempo discutibles instrumentos y vacas sagradas en sus tres fuentes, Estados Unidos, la UE y Japón. Sus objetores insisten en que saquean los bolsillos del contribuyente y les arruinan la vida a campesinos de medio mundo. ¿Y la Organización Mundial de Comercio? Bien, gracias: acaba de excluir los subsidios agrícolas de la exangüe ronda Dohá.</p>
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UE: alegre reparto de los subsidios agrícolas
Una constructora española obtuvo 1.590.000 de la Unión Europea. En 2008, más de 50.000 millones en subvenciones rurales. No sólo a chacareros, también a gente como Isabel II de Inglaterra o Alberto II de Mónaco, no exactamente campesinos.