<p>“Debemos comprometernos con la industria y sus exportaciones”, sostenía en junio Jeffrey Immelt, presidente ejecutivo de General Electric, una compañía que ha ganado mucho mudando operaciones al exterior. Desde otro ángulo, días atrás, Barack Obama declaraba que “la lucha por la industria es la lucha por el futuro de todos”. <br />
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Pero Estados Unidos es superado por el resto de países industriales, salvo Francia, en proporción de la industria dentro del producto bruto interno: 13,9% al terminar 2008, según el Banco Mundial. Vale decir, cuatro puntos menos que en 1999, Los diecinueve meses recesivos son claves: en su curso, la manufactura cedió 17 %, la baja más pronunciada desde los años 30. <br />
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Hasta el momento, empero, el gobierno no ha generado un plan dedicado a frenar esa tendencia. En su lugar, ha preferido iniciativas específicas (rescatar a General Motors o Chrysler, por ejemplo). Más allá, Washington prefiere el gradualismo, aun en lo impositivo, en lo que Lawrence Summers (Consejo Económico nacional) define como “acciones concretas en pro de la industria. Los salvamentos en Detroit han servido de preaviso: el gobierno federal probablemente salga en auxilio de empresas demasiado grandes o emblemáticas para dejarlas caer.<br />
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Por lo mismo, las cláusulas “compre nacional” en el paquete de estímulos por US$ 787.000 millones favorecen claramente a proveedores locales en proyectos de infraestructura. Más aún, los acuerdos bilaterales de comercio negociados bajo George W.Bush –que hubiesen abierto la economía a importaciones- vienen languideciendo en el Congreso.<br />
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No obstante, varios legisladores creen que Bush y Obama son, ambos, igual de malos en materia de política industrial. Sea como fuere, no cabe duda de que el sector es un pilar de la economía más esencial que el negocio financiero, pues genera millones de empleos bien pagados para quienes sólo tan terminado la escuela secundaria y constituyen un amplio segmento social.</p>
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¿Tiene Obama una estrategia de reactivación industrial?
La manufactura norteamericana viene de un largo declive, pero desde la recesión iniciada en diciembre de 2007- dejó a casi dos millones sin trabajo. Aun directivos que han tercerizado tareas afuera se ven hoy alarmados.