Tres situaciones que pueden acabar con el viento de cola

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A nivel internacional han sucedido eventos que podrían impactar directa o indirectamente en la economía argentina, en el corto y mediano plazo.

Como se señaló en anteriores ediciones del Economic GPS de PwC, en los Estados Unidos se está dando un debate sobre la posibilidad de que las medidas de estímulo por parte del gobierno, para reactivar la economía y palear los efectos de la pandemia, puedan impactar sobre los precios en dicho país. En ese contexto, el índice de precios al consumidor alcanzó en abril y mayo de este año registros interanuales no vistos desde 2008.

El otro evento financiero que ha tenido impacto ha sido la exclusión del país de la categoría de mercado emergente. A través de su Revisión Anual de Clasificaciones de Mercado, MSCI determinó que la Argentina pierda dicha categoría y lo clasificó “standalone”, un escalón por debajo de mercado de frontera y ello significa que resultará más difícil aún a las empresas financiarse en el exterior.

El hecho de que Argentina se encuentre fuera del mercado de capitales, sumado a la desaceleración del ingreso de divisas por el canal comercial, hace prever que la estrategia de contención del mercado cambiario enfrente una mayor volatilidad.

Si bien -en ausencia de cisnes negros no parecería probable que se pierda el control sobre las cotizaciones de la divisa; al aproximarnos a las elecciones, cuando en general aumenta la demanda privada de divisas, es muy posible que asistamos a una mayor volatilidad. Mientras que el comunicado de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) de mediados de junio informó que se mantendría la tasa de interés de referencia sin cambios -en su mínimo histórico- y afirmó que continuaría con su política de compra de activos -que implica emisión monetaria- hasta que se vea un progreso sostenido en el empleo.

Adelantó que estima que el recalentamiento en el nivel de precios -que reconoce al aumentar sus estimaciones de inflación para el corriente año- es transitorio y que espera subir las tasas de interés recién hacia 2023. Los mercados entendieron que, aún cuando la política monetaria se mantendría laxa en el corto plazo -lo cual alejaba el riesgo de caída en el valor de los activos financieros- no necesariamente seguiría así ante el riesgo inflacionario de mediano plazo. A partir de allí, el dólar, que venía depreciándose, revirtió su tendencia y ello repercutió casi de inmediato en los precios de los commodities.

Como hemos comentado en otras oportunidades – advierte el informe de PwC- , los precios de las materias primas se miden en dólares, con lo cual su apreciación, ceteris paribus, implica una caída en los precios de éstos. En el caso de los commodities agrícolas que son de relevancia para nuestro país, como la soja, el maíz y el trigo, cayeron en un día 8%, 4% y 6%, respectivamente.

De consolidarse la tendencia a la apreciación de dicha moneda, aún cuando otros componentes de la oferta y/o de la demanda puedan operar en sentido contrario, implicará un menor precio relativo medido en dólares para dichos bienes. Si bien, ante la expectativa de que los precios no se pudieran sostener, muchos exportadores anticiparon la liquidación -y ello explica en gran medida el nivel del saldo comercial y de acumulación de divisas por parte del BCRA-, los precios en torno a los máximos históricos y el segundo trimestre del año -estacionalmente alto en cuanto a ingreso de divisas- están

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