Tangentopoli: implicaciones políticas y reforma del banco central

Giuseppe Valentino actuaba de topo para Stefano Ricucci y Giampiero Fiorani. O sea, el ministro de Justicia pasaba datos reservados a gente bajo proceso. Entretanto, se reformará el estatuto de Banca d’Italia (central).

21 diciembre, 2005

Aparte de miembro del gabinete, Valentino es diputado y subsecretario general de Azione nazionale, partido neofascista de Gianfranco Fini e integrante de la coalición que sostiene al primer ministro Sergio Berlusconi. Según confesó el propio Fiorani ante la fiscalía romana, Valentino la transmitía a Ricucci –un especulador inmobiliario- minutas de las conversaciones telefónicas del banquero con Antoio Fazio y otros implicados en las investigaciones.

Tampoco la oposición queda libre de pecado. Por ejemplo, Massimo d’Alema (antecesor de Berlusconi) tenía una cuenta en la sucursal romana
de Banca Popolare Italiana (ex Lodi). O sea, el feudo de Fiorani y su banda, hasta que la ofensiva judicial lo obligó a renunciar.

Por supuesto, d’Alema tenìa un explicación razonable: esa cuenta se usaba para pagar el alquiler con opción de compra (“leasing”) sobre un barco a vela. Era, casi, una nota de color. Pero no tanto como la insistencia del dimitente Fazio (banco central) y su combativa esposa sobre “intrigas de la masonería vasca que controla al BBVA”, el rival de Consorte por BNL.

Mientras tanto, el caso “Tangentopoli II” se pone espeso en otro campo: los denodados esfuerzos de Giovanni Consorte (aseguradora Unipol) para quedarse con Banca Nazionale del Lavoro. Salvo la filial argentina, que vive su propio culebrón y tiene una historia que deriva de un colapso tan poco claro como el del Banco de Italia y Río de la Plata.

La policía federal italiana (curiosa y anacrónicamente llamada “guardia di finanza”) sigue profundizando indagaciones pedidas por la justicia. Sus alcances llegan a allanamientos en oficinas del banco central y secuestro de documentos hallados en Unipol misma. Al mismo tiempo, la caída de Fazio ha congelado el intento de compra hostil sobre BNL.

En otro frente, el consejo de ministros llegó a rápido acuerdo para reformar normas de Banca d’Italia. En particular, el mecanismo a emplear en el nombramiento del presidente y los límites de su gestión. Merced a tres enmiendas ejecutivas –que deberán examinar el senado italiano y el Banco Central Europeo-, el gabinete propone seis años de mandato, en consonancia con lo sugerido por el presidente de la república, Carlo Azeglio Ciampi.

Aparte de miembro del gabinete, Valentino es diputado y subsecretario general de Azione nazionale, partido neofascista de Gianfranco Fini e integrante de la coalición que sostiene al primer ministro Sergio Berlusconi. Según confesó el propio Fiorani ante la fiscalía romana, Valentino la transmitía a Ricucci –un especulador inmobiliario- minutas de las conversaciones telefónicas del banquero con Antoio Fazio y otros implicados en las investigaciones.

Tampoco la oposición queda libre de pecado. Por ejemplo, Massimo d’Alema (antecesor de Berlusconi) tenía una cuenta en la sucursal romana
de Banca Popolare Italiana (ex Lodi). O sea, el feudo de Fiorani y su banda, hasta que la ofensiva judicial lo obligó a renunciar.

Por supuesto, d’Alema tenìa un explicación razonable: esa cuenta se usaba para pagar el alquiler con opción de compra (“leasing”) sobre un barco a vela. Era, casi, una nota de color. Pero no tanto como la insistencia del dimitente Fazio (banco central) y su combativa esposa sobre “intrigas de la masonería vasca que controla al BBVA”, el rival de Consorte por BNL.

Mientras tanto, el caso “Tangentopoli II” se pone espeso en otro campo: los denodados esfuerzos de Giovanni Consorte (aseguradora Unipol) para quedarse con Banca Nazionale del Lavoro. Salvo la filial argentina, que vive su propio culebrón y tiene una historia que deriva de un colapso tan poco claro como el del Banco de Italia y Río de la Plata.

La policía federal italiana (curiosa y anacrónicamente llamada “guardia di finanza”) sigue profundizando indagaciones pedidas por la justicia. Sus alcances llegan a allanamientos en oficinas del banco central y secuestro de documentos hallados en Unipol misma. Al mismo tiempo, la caída de Fazio ha congelado el intento de compra hostil sobre BNL.

En otro frente, el consejo de ministros llegó a rápido acuerdo para reformar normas de Banca d’Italia. En particular, el mecanismo a emplear en el nombramiento del presidente y los límites de su gestión. Merced a tres enmiendas ejecutivas –que deberán examinar el senado italiano y el Banco Central Europeo-, el gabinete propone seis años de mandato, en consonancia con lo sugerido por el presidente de la república, Carlo Azeglio Ciampi.

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