Un hecho inédito en la historia de la Organización Mundial del Comercio tendrá lugar mañana, cuando se conozca el nombre del primer latinoamericano que ocupará la silla principal de director general en el organismo multilateral, hoy en poder del francés Pascal Lamy, que disputan el brasileño Roberto Azevedo y el mexicano Herminio Blanco.
El fenómeno del Papa latinoamericano se traslada a las trabadas relaciones comerciales entre los subbloques y la inminente conducción de un representante del continente en la tradicionalmente aperturista OMC es un paso en esa dirección.
El desenlace llega después de una primera ronda en la que quedaron eliminados los competidores de Costa Rica, Jordania, Ghana y Kenia, y de una segunda, el 24 de abril, en la participaron también la indonesia Mari Pangestu, el surcoreano Taeho Bark y el neozelandés Tim Groser.
Ambos finalistas se caracterizan por su apertura hacia esquemas más integradores en el comercio internacional: el mexicano Blanco, de 62 años, tiene 27 años de trayectoria en la negociación de acuerdos comerciales, y fue jefe negociador por parte del gobierno azteca del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre México, Estados Unidos y Canadá entre 1990 y 1993.
El brasileño Azevedo, de 55 años, es el representante permanente ante la OMC desde 2008. Se ha ganado reputación de hábil negociador y constructor de consensos, con la que promete dinamizar el comercio con el desbloqueo de la Ronda de Doha, y construir una liberalización de los intercambios conversando con cada uno de los Estados miembros.
La reciente visita del presidente Obama a México y a Centroamérica imbricó las políticas en materia de seguridad e inmigración a la reactivación de los vínculos económicos, entre las distintas particiones que se fueron realizando al conjuro de la crisis.
Más hacia el sur, desde el 2005 hubo una divisoria de aguas declarada en la IV Cumbre de las Américas por los entonces presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Argentina, Néstor Kirchner, ambos fallecidos, al defender para el Mercosur un modelo de integración regional que tuviera en cuenta las asímetrías de cada país en sustitución del ALCA.
México y Estados Unidos, tienen una frontera común de más de 3.000 kilómetros, mantienen con Canadá desde 1994 un Tratado de Libre Comercio, el NAFTA, que en casi 20 años ha triplicado el intercambio comercial, y rebasa actualmente los 500.000 millones de dólares anuales.
En enero esa ruptura fue reflotada por la mandataria argentina Cristina Fernández de Kirchner en la cumbre que compartieran la Comisión Económica para Latinoamérica y Caribe (CELAC) y la Unión Europea, al neutralizar en la “Declaración de Santiago†las menciones a la necesidad de un mayor libre comercio y menos protección, impulsadas por el país anfitrión, Chile.
Coincidió el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, quien reafirmó en la conferencia de prensa del final de la cumbre la postura europea de que haya “más libre comercio con menor protección” y resaltó los tratados ya existentes con Colombia y Perú, los que ya hubo con Chile y México, y los “que ahora esperamos ansiosamente con los países del Mercosur”.
Pero tras una “bilateral” con la brasileña Dilma Rousseff, la jefa de Estado argentina consiguió tiempo: “el Mercosur debe discutir y reelaborar nuevas propuestas para presentar una nueva oferta a la UE en el último trimestre de este año”.
Desde el Norte, los aprestos para propiciar nuevas y más abiertas reglas comerciales se advierten desde la declaración conjunta emitida tras la reunión bilateral entre Obama y Peña Nieto: anunciaron la creación de un Diálogo Económico de Alto Nivel, que estará encabezado a nivel ministerial, para “promover la competitividad, productividad y conectividad”, así como en “”omentar el crecimiento económico y la innovación”.
Señalaron que el sustento de “la exitosa relación económica” bilateral es el comercio, que fue de casi 500.000 millones de dólares en 2012. Y también hablaron de la importancia del trabajo conjunto con Canadá “para convertir a América del Norte en la región más dinámica y competitiva del mundo”.
Desde esa reconstrucción, comprometieron “la exitosa conclusión este año” del Acuerdo de Asociación Transpacífica, conocido como TPP, una agenda que se centrará sobre todo en inversiones y comercio, por cuanto México, que es la segunda economía de América Latina, vende a Estados Unidos el 80% de sus exportaciones totales.
Mientras Obama seguía su gira por Costa Rica, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, se declaró confiado en conseguir a mediano plazo que se concrete un tratado de libre comercio (TLC) con Brasil para intensificar las relaciones comerciales durante su Gobierno, a condición de que antes se profundice el intercambio para que los dos países sean más competitivos internacionalmente.
Previamente se descartaron represalias después que el año pasado Brasil amenazara con romper el Acuerdo de Complementación Económica amparado por el Mercosur por los cupos de importación impuestos a la industria automotriz.
Para el gobernante, ambos países son los “dos motores importantes de América latina” y su “mayor integración” debe darse con “pasos graduales”.