El lunes 31 el barril de crudo Brent, la referencia mundial, se situó en US$ 54,15. Durante la semana anterior había estado en su punto más bajo debido a la crisis bursátil china que se había extendido a todos los mercados globales. Para algunos observadores la explicación está en la cuasi certeza de que con los precios actuales disminuirá la producción de shale oil. Lo que no deja de ser contradictorio: si hay aumentos, la amenaza desaparece. En todo caso, hay evidencia de menor suministro de shale oil en Estados Unidos, aunque todavía no es relevante (de 9,6 millones de barriles en abril, a 9,3 millones en junio).
El entusiasmo viene de un comentario en el último boletín de la Opep (que produce cuatro de cada diez barriles en el mundo) sobre la posibilidad de establecer un diálogo activo con otros productores en busca de un nuevo equilibrio. Pero sin una explícita adhesión de Riyad, es aventurado creer que esto marca una apertura.
Entre tanto, los stocks bursátiles de Estados Unidos pasan por su peor momento desde 2012. El descenso de las bolsas asiáticas (especialmente las de China) produjo la declinación de valores en Norteamérica y en toda Europa.
Lo que ocurre en las Bolsas, sumado a devaluaciones y episodios de la llamada “guerra de divisas”, especialmente en los mercados emergentes, está produciendo un claro descenso en las importaciones, sin que haya alzas en las exportaciones, en más de 100 países analizados.