Impulsado sin duda –explica la consultora Ecolatina, por la baja base de comparación que dejó el arranque de la pandemia en 2020. Dicho esto, al comparar con el primer trimestre del 2019, el nivel de actividad todavía se encontró un 2,6% por debajo, marcando que todavía falta mucho para lograr un crecimiento genuino.
Por su parte, la economía creció 2,6% en términos desestacionalizados. Si bien esto representa una buena noticia, hay que tener en cuenta que redujo el ritmo de recuperación: en el tercer y cuarto trimestre del 2020 el PBI había saltado 13,2% y 4,4%, respectivamente. No obstante, considerando que la economía se acercaba a los niveles pre-pandemia, y que no había ya un efecto flexibilización de la cuarentena, esta dinámica fue lógica.
A nivel desagregado, las cantidades exportadas mostraron una importante mejora. Durante el 2020, este componente fue el único que no había mostrado signos de recuperación (cayó cuatro trimestres consecutivos), como consecuencia del desplome de la demanda global y la incertidumbre cambiaria que reino durante la última parte del año anterior. A la vez, el menor flujo de turistas que trajo la pandemia también golpeó al comercio exterior por la vía de servicios.
En sentido contrario, durante el arranque de este año, la recuperación de Brasil y la mayor demanda de China permitieron que las ventas externas crecieran 19,2% respecto al trimestre anterior -ubicándose en los niveles más altos desde fines de 2019- y 1,2% en términos interanuales.
Por su parte, la inversión también mantuvo la mejora (+38,4% i.a.) y avanzó 6,1% en términos desestacionalizados, alcanzando los niveles más altos desde 2018 y dejando en evidencia el fuerte carácter procíclico que tiene este componente: tras haber sido el más golpeado por la pandemia, también está siendo el más rápido en recuperarse.
Por último, el desempeño del consumo fue más conservador. Por un lado, la parte privada de este componente de la demanda cayó 0,7% i.a., pero se recuperó 2,9% en términos desestacionalizados. La aceleración de la inflación en los primeros tres meses del 2021 deterioró ingreso real de los hogares, atacando a las compras de las familias. En un sentido similar, el consumo público retrocedió 0,5% i.a., producto de la menor expansión fiscal con que empezó este año. No obstante, a pesar de los mejores números de déficit, esta variable avanzó 1,4% en términos desestacionalizados.
¿Qué se espera para el resto del año?
A partir de abril, el gobierno implementó restricciones focalizadas para frenar la nueva ola de contagios. Esperamos que esto se traduzca en un retroceso desestacionalizado del PBI en el segundo trimestre, pero que distará de ser de igual magnitud que su contracción en igual período del 2020. De no existir una reducción en la cantidad de casos diarios de Coronavirus, los efectos de la pandemia y las restricciones seguirían llegado julio y agosto: la caída del segundo trimestre se convertiría en un estancamiento o “avance acotado” del nivel de actividad durante el tercer trimestre del año.
Una vez pasado el invierno, el panorama será más favorable, de modo que la economía podría volver a crecer. En primer lugar, el avance de la campaña de vacunación podría permitir que las restricciones se reduzcan en comparación a los meses previos. A su vez, las expectativas sobre las cantidades exportadas continuarán siendo favorables a lo largo del año, gracias a la mayor demanda de manufacturas industriales (por parte de Brasil) y agropecuarias (por parte de China).
A su vez, el menor ritmo de depreciación del tipo de cambio oficial y la “moderada” suba de precios regulados permitirían una desaceleración inflacionaria en los meses previos a las elecciones y una mejora del poder adquisitivo. De todas maneras, la reapertura de paritarias -en un contexto en el cual la pauta del 29% quedó vieja-, podría llevarnos a un equilibrio de mayor nominalidad: la suba de los salarios nominales también trae consigo mayores presiones inflacionarias, corriendo el riesgo de que se trunque la recuperación real de los ingresos.
Estos factores, junto a planes oficiales como Ahora 12 y al incremento de la demanda de bienes dolarizados típico de la previa electoral -y de momentos con expectativas de devaluación, como el tercer y cuarto trimestre del año pasado-, ayudarían a que la recuperación del consumo privado se acelere sobre el último trimestre del año. Este comportamiento posiblemente vendrá acompañado de una mejora algo más acotada de la inversión, teniendo en cuenta que en la actualidad ya superó todo el terreno perdido por la pandemia.
Si el nivel de actividad del primer trimestre se mantuviera inalterado durante el resto del año, la economía crecería cerca de 8% en 2021. Sin embargo, desde Ecolatina proyectamos que avanzará algo menos, ubicándose alrededor del 6%: el magro desempeño del segundo y tercer trimestre explicarán este desenlace. Por último, vale remarcar que, si bien el cuarto trimestre sería positivo en materia económica, las chances de una devaluación pos-electoral impedirían que el buen cierre de este año se trasladase al comienzo del 2022.