Sin duda, China pesa en la geopolítica de Sudamérica

Antes un feudo de Washington, la región se vuelve hacia Beijing, mientras Barack Obama recorre la zona asiática. Sudamérica también se aleja de Europa occidental. Un caso basta: Perú exportará cobre a Shanghai y la mina la abrió Chinalco a un costo de US$ 2.200 millones.

14 noviembre, 2009

<p>En el primer semestre de 2009, China se convirti&oacute; en el mayor mercado para exportaciones brasile&ntilde;as. En mayo, el presidente Luiz In&aacute;cio de Silva (Lula) y su colega Hu Jintao firmaban un acuerdo por el cual el banco de desarrollo chino (BDCh) y Sinopec, una petrolera, prestar&aacute;n a la estatal Petr&oacute;leos Brasileiros (Petrobr&aacute;s) US$ 10.000 millones. Ser&aacute; a cambio de hasta 200.000 diarios de crudos durante diez a&ntilde;os, a precio actual, provenientes de las enormes reservas frente al litoral sudoriental.<br />
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Entretanto, compa&ntilde;&iacute;as chinas compraban &aacute;reas petroleras en Ecuador y Venezuela. Hace tres meses, National Petroleum Corp. y Chinese Natioal Offshore Oil Co. (CNOOC) formularon una oferta conjunta de US$ 17.000 millones por 84% de YPF.<br />
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No importa que Occidente sea todav&iacute;a el mayor socio comercial. Eso oculta que arriban a la regi&oacute;n nuevos actores geopol&iacute;ticos y econ&oacute;micos. Su llegada refleja de dos factores. Uno es la declinaci&oacute;n de EE.UU. como potencia global, tras un instante de predominio absoluto entre el derrumbe sovi&eacute;tico y mediados de esta d&eacute;cada. Al desaparecer una cara de la moneda (la guerra fr&iacute;a), se licu&oacute; la otra. Los centros de poder se desplazaban hacia el Pac&iacute;fico. Mientras, bajo el poco afortunado George W.Bush &ndash;un ultraconservador que deshizo la obra de otro, Ronald Reagan-, Estados Unidos se desentend&iacute;a de Latinoam&eacute;rica en aras de una &ldquo;guerra internacional contra el terrorismo&rdquo;. <br />
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Segundo factor: muchos pa&iacute;ses de la zona, salvo algunos incondicionales &ndash;como los &ldquo;<em>offshore</em>&rdquo; del Caribe angl&oacute;fono-, recobran autonom&iacute;a de decisi&oacute;n. Sea porque han alcanzado relativa estabilidad econ&oacute;mica, sea porque tienen gobiernos de orientaci&oacute;n socialdem&oacute;crata. Ambas cosas valen para un Brasil que, bajo Lula, es hoy una potencia regional que limita al propio EE.UU.<br />
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&iquest;La diversificaci&oacute;n econ&oacute;mica consolidar&aacute; esos realineamientos geopol&iacute;ticos? Tanto los republicanos como Hillary Rodham Clinton suelen sostener que China, Rusia e Ir&aacute;n &ldquo;avanzan en forma inquietante sobre Latinoam&eacute;rica. Hasta ahora, Barack Obama parece disentir con su secretaria de Estado. En suma, un grupo encabezado por Brasil &ndash;pero sin M&eacute;xico, Chile ni Per&uacute;-, ven los avances chinos como oportunidades. Ellos, m&aacute;s Argentina, Sud&aacute;frica e India plantean una amplia alianza sur-sur, aunque algunos miembros est&eacute;n en el norte de la l&iacute;nea ecuatorial. En general, presionan por cambios en un orden econ&oacute;mico mundial que estiman anacr&oacute;nico. <br />
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Los contactos a trav&eacute;s del Pac&iacute;fico no son novedad. Empezando por el env&iacute;o as costas americanas en el siglo XIV de una gigantesca flota china (la mayor del mundo, entonces). Despu&eacute;s, entre 1560 y 1815, galeones espa&ntilde;oles viajaban cada a&ntilde;o entre Acapulco, Panam&aacute;, el Callao y Manila, luego Shanghai. Cargaban metales preciosos y diversas mercanc&iacute;as para volver con sedas, especias y porcelanas, muy buscadas por las clases coloniales acomodadas de M&eacute;xico o Per&uacute;.<br />
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Mucho despu&eacute;s, desde los a&ntilde;os 70 del siglo XX, Jap&oacute;n es relevante socio comercial e inversor en dos de las tres Am&eacute;ricas. En el medio, siglo XVII, flotas protestantes &ndash;inglesas, holandesas- expulsaban a espa&ntilde;oles y portugueses cat&oacute;licos de los mercados chino y nip&oacute;n (el &uacute;ltimo reducto a&uacute;n lleva nombre latino, Formosa). Pero la velocidad y escala del avance chino actual son absolutamente in&eacute;ditas.</p>
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