“Si el capitalismo se quiebra, tal vez se pueda arreglar”

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La desigualdad de riqueza se ha convertido en un problema político candente justo en un momento en que el populismo avanza con fuerza. Los excesos del capitalismo pueden ser controlados por el Estado introduciendo una “opción pública” en áreas como salud o hipotecas cuando el mercado falla.

Lo que sigue es un extracto del libro “People, Power and Profits“, de Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía quien desde hace muchos años afirma la globalización funciona solamente para unos pocos, y donde amplía su receta económica de centro–izquierda.

Sobre cómo facilitar la transición hacia un mundo post industrial, advierte:

Estados Unidos, como la mayoría de los países en Europa, viene luchando por adaptarse a la desindustrialización, la globalización y los otros grandes cambios que llegaron a su economía y su sociedad. Esa es otra área donde los mercados necesitan de la ayuda del gobierno. Facilitar la transición después del daño es extraordinariamente costoso y problemático. Deberíamos haber hecho más para ayudar a los que perdían sus empleos con la globalización y los avances en tecnología, pero la ideología republicana decía que no, que debían arreglárselas solos, dice Stiglitz.

Los gobiernos deben anticiparse, al menos a las pinceladas más gruesas de los futuros cambios estructurales. Adaptar las economías al cambio climático y a los cambios en demografía son apenas dos de los muchos desafíos que plantea la transición hacia el futuro. Las nuevas tecnologías representan más desafíos.

Con los últimos acontecimientos en el mundo quedó clara una realidad: al mercado no se lo puede dejar solo, por la sencilla razón de que los más afectados, los que están perdiendo su empleo, por ejemplo, no están en condiciones de defenderse solos.

Los cambios indican casi siempre que sus habilidades son las menos valiosas. Esos trabajadores podrían tener que trasladarse a lugares donde se están creando empleos. Pero puede ocurrir que en esos lugares el valor de la vivienda esté muy alto. Podría ocurrir también que una vez capacitados sus perspectivas laborales se vean buenas pero que luego no tienen los recursos para recapacitarse y que los mercados financieros les presten dinero a tasas usurarias. Las instituciones financieras prestan a tasas normales a quienes tienen buen historial de crédito, o sea, a quienes no necesitan el dinero.

Por eso el rol del gobierno es fundamental para facilitar la transición a través de lo que se ha dado en llamar políticas activas en el mercado laboral. Esas políticas ayudan a recapacitar a los individuos para los nuevos empleos y los ayudan a encontrar nuevo empleo. Otra herramienta para el gobierno es la política industrial que ayuda a reestructurar la economía en dirección al futuro y asiste en la creación y expansión de firmas, especialmente Pymes en esos nuevos sectores.

Hay países, como los de Escandinavia, que han demostrado que con una buena política industrial y de mercado laboral activo se pueden crear empleos con la misma rapidez que se destruyen y se puede trasladar a los trabajadores de los viejos a los nuevos empleos. Hubo fracasos, pero eso es porque no se ha prestado suficiente atencióna quées lo que hace triunfar a una política.

Cuando un gobierno implementa política industrial y de mercado laboral debe prestar mucha atención a cuestiones de locación. Con frecuencia los economistas ignoran el capital social de un determinado lugar. Cuando los empleos abandonan un lugar y se trasladan a otro los economistas suelen sugerir que la gente también se debería trasladar. Pero para muchos, con lazos familiares y de amistad, eso no es fácil. Muchas investigaciones recientes subrayan la importancia de los lazos sociales y de comunidad en el bienestar de los individuos.

Lo que hace falta, entonces, son políticas enfocadas en determinados lugares (ciudades o regiones en problemas) para ayudar a restaurar y revitalizar comunidades. Algunos países han logrado implementarlas muy bien. Manchester, Inglaterra, la capital textil del mundo en el siglo 19, se reinventó con ayuda del gobierno británico, como un centro cultural y educativo. Tal vez no sea todavía tan próspera como fue en su momento pero al menos no le pasó lo que a Detroit, una ciudad que el gobierno dejó ir a la quiebra.

 

Protección social

Uno de los factores que más daño hace al bienestar individual es la sensación de inseguridad. Los individuos preocupados por la posibilidad de que los echen de su vivienda o de perder su trabajo y única fuente de ingreso, no se pueden concentrar en las tareas de su trabajo como deberían. Los que se sienten más seguros pueden aventurarse en actividades más riesgosas con frecuencia más rentables.

En nuestra compleja sociedad, nos enfrentamos permanentemente a riesgos. Las nuevas tecnologías pueden destruir empleos, aunque también aporten nuevos. El cambio climático presenta nuevos riesgos como se comprobó con huracanes e incendios recientes. Los problemas climáticos, combinados con el desempleo, la salud y la jubilación son riesgos que los mercados no manejan bien.

En conclusión, hay necesidad de cambios y reformas para lograr una economía más dinámica, para crecer más y para lograr una economía que sirva a la gente y no al revés. Muchas de las políticas no son novedad sino políticas que funcionaron bien en otros países. No es la parte económica lo que es difícil. Es la política.

Pero aunque las políticas sean las correctas y logren las reformas mencionadas aquí, lograr una vida de clase media puede igualmente resultar difícil; podría ser que las familias con empleo razonable no logren una jubilación adecuada o no puedan mandar a sus hijos a la universidad. Pero así como en el pasado la gente de campo se juntaba para levantar un galpón y las familias se ayudaban en tiempos de necesidad, nuestra sociedad funciona mejor cuando todos trabajan juntos. La agenda positiva para restaurar crecimiento para todos es parte del objetivo mayor de lograr que todos ingresen a la clase media.

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