Sarkozy, de ícono mediático a enemigo jurado de la prensa
En un tiempo, Nicolas Sarkozy adoraba a los medios, las redes sociales y los periodistas. Cuando era ministro y candidato a presidente, la prensa vivía un romance con este francés de apellido húngaro y lejanos ancestros gitanos. Hoy es la guerra.
15 septiembre, 2010
<p>Aquella íntima relación entre los medios y el postulante luego primer mandatario llegaba al intercambio de favores, silencios cómplices, etcétera. Para los periodistas, era la novedad más interesante de Francia y la política europea. Todo un personaje, en mayor medida que Silvio Berlusconi (otro petiso), Angela Merkel o el papa.</p>
<p>Pero, conquistado el poder, ahora se siente perseguido por medios que antes lo llamaban Supersarko, Speedysarko, Hipersarko o Sarko maravilla. Ese idilio se acabó casi de repente y no sólo en Francia: el Parlamento europeo lo compara con Adolf Hitler por su expulsión de gitanos -tan luego- y las restricciones al velo femenino musulmán. Objeto: cortejar a la extrema derecha y a una población cuyo 55% aprueba la expulsión de romaníes.</p>
<p>El drama tal vez haya comenzado la noche del triunfo electoral, hace tres años, cuando su primera esposa Cécile declaró que no lo había votado. Mientras, el vencedor se paseaba en el yate de un turbio financista, Vincent Bolloré. En efecto, la guerra se inició en escala privada y tomó cuerpo cuando tras el arribo de la segunda mujer, Carla Bruni, de nombre y apellido italianos.</p>
<p>Era inevitable que las hostilidades invadieran el campo politico, donde estallaron escándalos no ya de alcoba. Como ocurre en Argentina, el poder y los medios han chocado estruendosamente. En cuestión de días, millones de franceses llenaron las calles protestando por el aumento de la edad jubilatoria, precisamente mientras Le monde denunciaba espionaje del gobierno. Entretanto, se multiplicaban suspensiones de profesionales radiotelevisivos, exigidas o inducidas por el propio presidente, programas levantados e injerencia en medios de propiedad privada.</p>
<p>En el caso de Le monde, la recapitalización de la empresa mixta empalmó con la campaña del diario en torno del afer Irène Bettencourt, heredera del imperio L’Oréal, y de Eric Woerth, ex ministro de hacienda pero, sobre todo, tesorero del partido oficialista. En ese punto reaparece el espionaje de medios acusados de filtrar informaciones y opiniones perjudiciales para Sarkozy, a quien parte de la prensa internacional –particularmente vía Internet- compara ya con Richard Nixon y su Watergate. <br />
</p>