Rusia apoya el plan nuclear iraní a cambio del mar Caspio

En Tehrán, Vladyímir Putin defendió el proyecto atómico no bélico de los iraníes e inició negociaciones para la explotación conjunta de hidrocarburos en la cuenca caspia. Obviamente, Moscú vetará sanciones del consejo de seguridad.

17 octubre, 2007

Mientras la agresividad turca tensaba las relaciones entre diversos actores comprometidos en la guerra iraquí y el crudo tejano medio pasaba los US$ 87 por barril, el presidente ruso reivindicó el derecho persa al desarrollo nuclear. Es más: recordó que Pakistán tiene más posibilidades de fabricar bombas. Además, ha estado años vendiendo tecnología, contra las normas impuestas por Estados Unidos, ante el silencio de Mohammed el-Baradeí (agencia internacional de energía atómica).

La toma de posición rusa coincide con nuevas presiones de EE.UU. y el tardío admirador de George W.Bush, Nicolas Sarkozy, para que Naciones Unidas aplique una tercera serie de sanciones. Pero, mientras Irán les hace caso omiso a esos gestos, Rusia –igual que China, miembros del consejo de seguridad- ratificó su apoyo a las “actividades nucleares pacíficas de Irán”.

Pero las clave residen en otro pasaje de las declaraciones. En efecto, Putin subrayó: “ningún país del Caspio debe ofrecer su territorio a terceros para emplear la fuerza contra otros estados del área”. ¿Adónde apuntaba el presidente ruso? Simple: a Kadzajstán, Adserbaidyán, Türkmenistán y otras autocracias de Asia central, proclives a coquetear con Washington.

Como para no dejar lugar dudas, Moscú abrió con Tehrán tratativas para exploración y explotación conjunta del mar Caspio, más su faja circumvecina. Por situación geográfica, Rusia e Irán cubre 40% del litoral. El resto está en manos de tres repúblicas musulmanas sunníes de habla turca: Adzerbaidyán, Kadzajstán y Türkmenistán.

Mientras la agresividad turca tensaba las relaciones entre diversos actores comprometidos en la guerra iraquí y el crudo tejano medio pasaba los US$ 87 por barril, el presidente ruso reivindicó el derecho persa al desarrollo nuclear. Es más: recordó que Pakistán tiene más posibilidades de fabricar bombas. Además, ha estado años vendiendo tecnología, contra las normas impuestas por Estados Unidos, ante el silencio de Mohammed el-Baradeí (agencia internacional de energía atómica).

La toma de posición rusa coincide con nuevas presiones de EE.UU. y el tardío admirador de George W.Bush, Nicolas Sarkozy, para que Naciones Unidas aplique una tercera serie de sanciones. Pero, mientras Irán les hace caso omiso a esos gestos, Rusia –igual que China, miembros del consejo de seguridad- ratificó su apoyo a las “actividades nucleares pacíficas de Irán”.

Pero las clave residen en otro pasaje de las declaraciones. En efecto, Putin subrayó: “ningún país del Caspio debe ofrecer su territorio a terceros para emplear la fuerza contra otros estados del área”. ¿Adónde apuntaba el presidente ruso? Simple: a Kadzajstán, Adserbaidyán, Türkmenistán y otras autocracias de Asia central, proclives a coquetear con Washington.

Como para no dejar lugar dudas, Moscú abrió con Tehrán tratativas para exploración y explotación conjunta del mar Caspio, más su faja circumvecina. Por situación geográfica, Rusia e Irán cubre 40% del litoral. El resto está en manos de tres repúblicas musulmanas sunníes de habla turca: Adzerbaidyán, Kadzajstán y Türkmenistán.

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