<p>Escasas esperanzas quedaban, el martes, de lograr un acuerdo entre los “siete magníficos”; o sea la Unión Europea, EE.UU., Japón, China, India, Brasil y Australia. Mucho menos las había para los 153 socios de la Organización Mundial de Comercio.</p>
<p>Por una parte, EE.UU., China, Brasil e India se responsabilizaban de trabar las negociaciones. Por la otra, varios países latinoamericanos insistían en oponerse al borrador de compromiso empleado como “base inconsulta” por los Siete.</p>
<p>Al desplomarse las negociaciones, el principal motivo era un galimatías llamado “mecanismo de salvaguardias especiales” (MSE). Eventualmente, hubiera permitido a los países subdesarrollados y en desarrollo subir aranceles aduaneros para frenar importaciones masivas de productos agrícolas subsidiados.</p>
<p>Pero justamente algunos de los rubros más sensibles no están incluidos en la propuesta de apertura. Inclusive la pálida Susan Schwab se mostraba inquieta por el cariz de las cosas. Cabe consignar que la negociadora norteamericana responde a su propio antecesor, Robert Zoellick, hoy impuesto por Washington como presidente del Banco Mundial. En cuanto a su colega de la OMNC, Pascal Lamy, es antiguo campeón de los subsidios agrícolas europeos.</p>
<p>Una clave del fracaso era China. Este fin de semana, reveló que se negaba a abrir el mercado a tres rubros fundamentales: arroz, azúcar, algodón. ¿Por qué? Porque EE.UU. no hace nada para eliminar subsidios al algodón. En un extremo, la UE pretende defender sus industrias contra un improbable “dumping” desde países en desarrollo. Demasiados gatos en la bolsa de la OMC.</p>
<p> </p>
<p> </p>
Ronda Doha: una bolsa de gatos en virtual colapso
Zozobró el trabajoso acuerdo mientras economías centrales y en desarrollo intercambian duras acusaciones. Estados Unidos criticó a China, Brasil e India, que le replicaron sin pelos en la lengua.