<p>El presidente Barack Obama, recibió inesperadamente una polémica distinción no compartida, el premio Nobel de la paz 2009. Según el comité noruego que lo otorga, su ganador “lo recibe por sus gestiones para reducir arsenales nucleares en todo el mundo y promover el reinicio del proceso de paz en Levante, hoy trabado”. <br />
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Por otra parte, la entidad subraya “sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia y la cooperación internacionales. Raras veces una sola persona captó como Obama la atención del planeta y dio a tanta gente esperanzas de un futuro mejor”.<br />
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El laureado recibe medalla de oro, diploma y diez millones de coronas suecas (curiosamente, no noruegas). Vale decir, alrededor de US$ 1.400.000 o € 955.000. Poco, si se mide el apoyo al premio, por una parte, y las críticas que le llueven.<br />
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Obama era uno entre 205 candidatos en danza, una cantidad inédita, que incluye dislates como Morgan Tsvangirái (primer ministro de Zimbabwe, no justamente una muestra de democracia) y hasta un buda reencarnado, el Dalai Lama. Ambos se consideraban favoritos. <br />
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Pese a los elogios nórdicos y a su ambicioso –e inevitable- programa internacional, el mandatario no ha logrado éxitos en la puja palestino-israelí, la guerra civil en Afganistán-Pakistán ni el caso Irán. En Latinoamérica, no parece efectivo para desbancar a los golpistas hondureños ni neutralizar a sus aliados republicanos. Sin embargo, el subcontinente aplaude el premio tanto o más que el África subsahariana.<br />
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Varios analistas comparan este Nobel de la paz con el de 1973, mucho más criticado en su momento. Lo compartieron Le Duc Tho y Henry Kissinger, secretarios de estado vietnamita y estadounidense, respectivamente, por haber terminado con la guerra en Indochina. Volviendo a Obama, sus éxitos se centran por ahora en lo económico (una cauta reactivación), lo financiero (un innovador proyecto de reforma) y lo social (la propuesta de cobertura médica para 46 millones de norteamericanos).</p>
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Reuters: ¿merece realmente Obama el Nobel de la paz?
Así pregunta un blog de la influyente agencia noticiosa británica. Otras fuentes conservadoras van más lejos y, en Estados Unidos, Venezuela e Irán condenan el premio con lenguaje bastante agrio. Algunos recuerdan el caso Le Duc Tho-Henry Kissinger.