La orden fue impartida a pocos días en que cinco militares del Ejército de Liberación Popular fueran acusados de hacer ciber-espionaje y de robar secretos comerciales a empresas norteamericanas. China explica que la decisión es consecuencia del temor de que las grandes consultoras, como McKinsey, BCG y Strategy& estén entregando secretos comerciales a Washington.
Lo que ocurre es que las empresas multinacionales todavía constituyen una parte importante de la clientela de las consultoras occidentales, de modo que una veda a las empresas estatales hará mella en las operaciones pero no demasiado daño.
Las autoridades chinas hicieron algo más que emitir una orden retórica. Anunciaron también un nuevo proceso de selección para todos los productos y servicios tecnológicos extranjeros que se venden en su territorio. A eso se le suma una amplia campaña publicitaria en los medios, donde se presenta Estados Unidos como un hooligan de alto nivel por formular los cargos.
El escrutinio se concentrará en productos y servicios usados en comunicaciones, finanzas, energía y cualquier otro sector que el gobierno considere relacionado con la seguridad nacional o “el interés público”. Pero es improbable que proscriban totalmente a las empresas tecnológicas del país dada la dependencia que existe del software occidental. A pesar de años de esfuerzos realizados por el Estado, China todavía no ha producido alternativas locales a las dominantes ofertas de tecnología estadounidense.
Con respecto a las acusaciones de Estados Unidos sobre ciber-ataques y espionaje industrial, las autoridades chinas dicen que sus ministerios, empresas, universidades y redes telefónicas están bajo constante ataque del “imperio hacker de Estados Unidos”.
