<p>El 14 de marzo de 2008, la Reserva Federal gastó US$ 30.000 millones para solventar la venta de Bear Stearns, ya en quiebra, a JPMorgan Chase. Del 7 al 16 de septiembre, Hacienda intervino las hipotecarias paraestatales Fannie Mae y Freddie Mac, para luego aceptar el colapso de Lehman Brothers. También otorgó un salvamento de US$ 85.000 millones a la aseguradora American International Group, cifra que luego llega a 170.000 millones.<br />
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Tres días después, el Tesoro –en manos de Henry Paulson, hombre de Goldman Sachs- garantizó los depósitos en el mercado monetario y la RF ofreció comprar activos fondeados en ese segmento. El 3 de octubre, el Congreso aprobó el programa pro alivio de activos tóxicos (TARP), una masa de US$ 700.000 millones en dinero del contribuyente (que subiría a unos dos billones). Como dirá luego Timothy Geithner, “había instituciones demasiado grandes para dejarlas caer”. Paul Krugman (Nobel 2008) sostuvo que eso era un mito creado por los propios banqueros.<br />
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El 14 del mismo mes, el Tesoro empleó US$ 125.000 millones adicionales para comprar acciones en los nueve mayores bancos. La agencia para seguros sobre depósitos (FDIC) garantizó ulteriores deudas bancarias vía un programa temporario de liquidez. El 23 de noviembre, ya elegido presidente Barack Obama, el gobierno saliente rescató a Citigroup con US$ 45.000 millones sin siquiera despedir al director ejecutivo, Pandit Vikram.<br />
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A los dos días, se creó una línea de crédito para valores respaldados en activos (TALF), con el objeto de impulsar su titulización. La RF se lanzó a comprar activos hipotecarios asegurados por Fannie Mae y Freddie Mac. El 19 de diciembre, el Tesoro aprobó préstamos por US$ 13.400 millones a General Motors y 4.000 millones a Chrysler-Cerberus. El 30 de abril, la firma entró en convocatoria y Fiat ingresa al paquete.<br />
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Ya en 2009, el 16 de enero, el Tesoro (Paulson todavía), la RF y la FDIC rescataron el Bank of America tomando acciones. Tiempo antes, ese banco tomaba Merrill Lynch para que no quebrara, en una transacción bastante turbia. El 7 de mayo, la RF ordenó pruebas ácidas (o de resistencia) sobre los diecinueve principales bancos del país. Aún no se conocen los resultados completos.<br />
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El 1º de junio, GM se declaró en bancarrota y el estado tomó 60% del paquete. Este es un claro síntoma de que la economía norteamericana ha dejado de ser el paraíso de los “Chicago boys”, si alguna vez los fue en verdad. El 22 de octubre el asesor presidencial para remuneraciones ejecutivas, Kenneth Feinberg, redefinió los paquetes salariales para los veinticinco operadores en cada unos de los siete mayores beneficiarios del TARP.<br />
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El 24 de diciembre, el Tesoro aprovechó sigilosamente nochebuena para tomar una decisión clave: cubrir íntegras las pérdidas de Fannie Mae y Freddie Mac hasta 2012. “Las fronteras entre estado y mercados han mutado” (Daniel Yergin en <em>Commodity Heights</em>). “La nueva mentalidad generará intervenciones similares durante mucho tiempo” (John Taylor, ex departamento de Hacienda). “Arriesgamos exceso de regulación o crisis como la reciente en diez a quince años” (Kenneth Rogoff, Harvard). Sea como fuere, el viejo capitalismo anglosajón ya no existe.</p>
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Rescates:¿un capitalismo de estado tipo siglo XXI?
En el último bienio, Estados Unidos puso en terapia intensiva a bancos y compañías víctimas de sus propios errores. Hoy, el dinero de los contribuyentes y las vacilaciones presidenciales sepultan el laissez faire, laisser passer.