Quedó otra vez en suspenso el acuerdo en torno a Grecia

El arreglo Alemania-Francia-Fondo Monetario Internacional no llegó a durar una semana. El jueves, era obvio que no era solución seria, aunque Bruselas y Francfort (Banco Central Europeo) cediesen ante Berlín y recurrieran a Dominique Strauss-Kahn.

2 abril, 2010

<p>A criterio de observadores estadounidenses y brit&aacute;nicos, el desenlace de la reciente cumbre era un imposible. Otros vinculan este eurofracaso a la ausencia de personalidades relevantes en las propias instituciones y los pa&iacute;ses fuertes de la UE o la Eurozona.<br />
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En esa situaci&oacute;n, se&ntilde;alaba el columnista Niall Ferguson, &ldquo;el entendimiento francoalem&aacute;n era apenas una forma de disimular que no se sabe c&oacute;mo afrontar la crisis de bolsillo griega&rdquo;. Por ende, mientras Estados Unidos o Rusia tienen actitudes pragm&aacute;ticas, &ldquo;los europeos navegan &ndash;opina Jeffrey Sachs- entre la mediocridad comunitaria y el electoralismo de los socios principales&rdquo;.<br />
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Por tanto, la recurrente crisis helena fue apenas un detonante que puso en evidencia antiguas debilidades (Maastricht, 1992) y confusiones de la uni&oacute;n monetaria (1999). Por otra parte, la &uacute;ltima reuni&oacute;n en Bruselas no disimul&oacute; fisuras en la alianza francoalemana. Tampoco fue posible deslizar bajo la alfombra la crisis portuguesa o la imposibilidad para Nicolas Sarkozy &ndash;golpeado por una doble derrota electoral- y Jos&eacute; Luis Rodr&iacute;guez Zapatero de convocar una &ldquo;cumbre chica&rdquo; el jueves.<br />
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Espa&ntilde;a tiene sus propios motivos. Portugal puede destapar la olla ib&eacute;rica y pulverizar lo que le queda a Zapatero de imagen p&uacute;blica. Una mezcla de esos factores, despu&eacute;s de un encuentro que no pudo plantear un &ldquo;fondo monetario europeo&rdquo;), pon&iacute;a al BCE y su moneda como reh&eacute;n del FMI. El fracaso del preacuerdo era inevitable. Tampoco se esperaba mucho de Jos&eacute; Manoel Dur&#7853;o Barroso (comisi&oacute;n europea), Herman van Rompuy (consejo europeo) ni Jean-Claude Juncker (Eurogrupo). Al cabo, son tres funcionarios cuya yuxtaposici&oacute;n subraya una debilidad institucional de fondo.</p>
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