Por una Internet sin patovicas

Damian Kulash Jr, el líder de la banda OK Go, fundamenta en una columna publicada por el New York Times, sus temores sobre la posibilidad de una Internet con guardianes que decidan sobre la información circulante.

7 abril, 2008

La banda de Damian Kulash Jr., OK Go, fue una de las primeras en encontrar verdadero
éxito en Internet. La cantidad de veces que sus canciones y videos fueron
bajados de la red – o escuchados y vistos en forma directa, supera las ventes
de sus discos compactos. Por esa razón, cuenta Kulash, la comisión
antimonopolio de la Casa de Representantes lo invitó a participar en una
audiencia sobre “neutralidad de la red” como representante de los músicos
en el nuevo pandemonio digital.

En el diario neoyorquino Kulash opina que los detalles del tema pueden llevar
a terrenos en los que sólo los locos de la tecnología, o de la política,
se animan a entrar, pero que en el fondo todo se reduce a una simple pregunta:
¿cuánto control sobre la información circulante debería
otorgarse a los operadores de las redes?

La mayoría de la gente supone que la Internet es, por naturaleza, un democrático
campo donde se permite todo a todo el mundo, y que no podría ser de otro
modo. Pero, advierte el cantante, la apertura de Internet tal como la conocemos
es así porque comenzó montada en líneas telefónicas.
El sistema telefónico está sujeto a leyes de “transporte común”
que le exigen tratar a todas las llamadas y a todos los clientes de la misma manera.
No pueden ofrecer un servicio diferenciado donde los que más pagan reciben
sus llamadas más rápido o con mayor claridad, o donde los llamados
originados en la red de un competidor puedan ser bloqueados o demorados.

Y como el transporte común, los datos digitales que corren sobre líneas
telefónicas hasta ahora se han mantenido fuera del alcance de la gente
que hizo el tendido de las líneas. Pero en la última década,
los proveedores de redes han comenzado a argumentar que como la Internet en muchos
casos ya no corre por líneas telefónicas, ya no corresponde aplicarle
las leyes de igualdad de datos. Dicen que son dueños de la fibra óptica
y las líneas coaxiales, por lo tanto deberían poder hacer lo que
quieren con la información que circula por ellas.

Según la ley actual tienen razón, admite. Pueden bloquear ciertos
archivos o páginas web para sus suscriptores, o también demorar
u obstuir ciertas aplicaciones. Cosa que hacen, aunque poco. Han censurado comentarios
anti-Bush del Pearl Jam concert, se negaron a permitir un programas de mensajería
de textos por “desagradable” y bloquearon el acceso a vonage, el servicio
de telefonía por Internet (o competidor directo).

Cuando los operadores de redes recurren a estos obstáculos, generalmente
la gente pone el grito en el cielo. Sin embargo, argumenta el cantante, la censura
y la obstrucción son sólo parte del problema y representan el peligro
menor, a largo plazo. Lo que nos debería preocupar más no es lo
que nos quitan sino lo que construirán, o no, en los años venideros.

“Nos encanta que nos den cosas nuevas: atractivas posibilidades gracias al
ancho de banda, como bajar rápidamente videos de alta definición
o películas. La posibilidad suena tentadora: todo nuevo más grande,
más rápido y mejor. Pero los rápidos senderos que proponen
serán de ellos para controlar y explotar, o para vender acceso , y desaparecerá
aquel campo de juego parejo para todos del transporte común en la actual
Internet, “donde mi banda, entre otras cosas-ha podido vender tanta música.”

No van a bloquear nada per se – en realidad nunca sabremos lo que no nos llega
– simplemente reemplazarán la tecnología actual con una nueva red,
con mayor ancho de banda donde ellos serán los guardianes de las puertas
y los cobradores de entrada. Serán ellos quienes nos den ese fabuloso nuevo
video, o tal vez otras compañías que les habrán pagado por
el privilegio de accedes a sus clientes. Es el modelo con que opera la televisión
por cable.
Kulah cree que no habría que permitir un sistema de porteros que controlen
la entrada a Internet y hagan de eso un negocio.

Y machaca, para que el concepto quede claro: “La compañí9a
telefónica no decide lo que nosotros discutimos a través de sus
líneas. Sería absurdo permitir que un puñado de empresas
que nos conectan a Internet determinen lo que podemos hacer online. “El Congreso”
(de Estados Unidos), concluye, “debe establecer las reglas básicas
para una Internet abierta, igual a las leyes de transporte común que estableció
para el sistema telefónico.”

La banda de Damian Kulash Jr., OK Go, fue una de las primeras en encontrar verdadero
éxito en Internet. La cantidad de veces que sus canciones y videos fueron
bajados de la red – o escuchados y vistos en forma directa, supera las ventes
de sus discos compactos. Por esa razón, cuenta Kulash, la comisión
antimonopolio de la Casa de Representantes lo invitó a participar en una
audiencia sobre “neutralidad de la red” como representante de los músicos
en el nuevo pandemonio digital.

En el diario neoyorquino Kulash opina que los detalles del tema pueden llevar
a terrenos en los que sólo los locos de la tecnología, o de la política,
se animan a entrar, pero que en el fondo todo se reduce a una simple pregunta:
¿cuánto control sobre la información circulante debería
otorgarse a los operadores de las redes?

La mayoría de la gente supone que la Internet es, por naturaleza, un democrático
campo donde se permite todo a todo el mundo, y que no podría ser de otro
modo. Pero, advierte el cantante, la apertura de Internet tal como la conocemos
es así porque comenzó montada en líneas telefónicas.
El sistema telefónico está sujeto a leyes de “transporte común”
que le exigen tratar a todas las llamadas y a todos los clientes de la misma manera.
No pueden ofrecer un servicio diferenciado donde los que más pagan reciben
sus llamadas más rápido o con mayor claridad, o donde los llamados
originados en la red de un competidor puedan ser bloqueados o demorados.

Y como el transporte común, los datos digitales que corren sobre líneas
telefónicas hasta ahora se han mantenido fuera del alcance de la gente
que hizo el tendido de las líneas. Pero en la última década,
los proveedores de redes han comenzado a argumentar que como la Internet en muchos
casos ya no corre por líneas telefónicas, ya no corresponde aplicarle
las leyes de igualdad de datos. Dicen que son dueños de la fibra óptica
y las líneas coaxiales, por lo tanto deberían poder hacer lo que
quieren con la información que circula por ellas.

Según la ley actual tienen razón, admite. Pueden bloquear ciertos
archivos o páginas web para sus suscriptores, o también demorar
u obstuir ciertas aplicaciones. Cosa que hacen, aunque poco. Han censurado comentarios
anti-Bush del Pearl Jam concert, se negaron a permitir un programas de mensajería
de textos por “desagradable” y bloquearon el acceso a vonage, el servicio
de telefonía por Internet (o competidor directo).

Cuando los operadores de redes recurren a estos obstáculos, generalmente
la gente pone el grito en el cielo. Sin embargo, argumenta el cantante, la censura
y la obstrucción son sólo parte del problema y representan el peligro
menor, a largo plazo. Lo que nos debería preocupar más no es lo
que nos quitan sino lo que construirán, o no, en los años venideros.

“Nos encanta que nos den cosas nuevas: atractivas posibilidades gracias al
ancho de banda, como bajar rápidamente videos de alta definición
o películas. La posibilidad suena tentadora: todo nuevo más grande,
más rápido y mejor. Pero los rápidos senderos que proponen
serán de ellos para controlar y explotar, o para vender acceso , y desaparecerá
aquel campo de juego parejo para todos del transporte común en la actual
Internet, “donde mi banda, entre otras cosas-ha podido vender tanta música.”

No van a bloquear nada per se – en realidad nunca sabremos lo que no nos llega
– simplemente reemplazarán la tecnología actual con una nueva red,
con mayor ancho de banda donde ellos serán los guardianes de las puertas
y los cobradores de entrada. Serán ellos quienes nos den ese fabuloso nuevo
video, o tal vez otras compañías que les habrán pagado por
el privilegio de accedes a sus clientes. Es el modelo con que opera la televisión
por cable.
Kulah cree que no habría que permitir un sistema de porteros que controlen
la entrada a Internet y hagan de eso un negocio.

Y machaca, para que el concepto quede claro: “La compañí9a
telefónica no decide lo que nosotros discutimos a través de sus
líneas. Sería absurdo permitir que un puñado de empresas
que nos conectan a Internet determinen lo que podemos hacer online. “El Congreso”
(de Estados Unidos), concluye, “debe establecer las reglas básicas
para una Internet abierta, igual a las leyes de transporte común que estableció
para el sistema telefónico.”

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