¿Qué pasará si Argentina no cubre este vencimiento?

“Argentina juega fuerte con sus obligaciones con entidades multilaterales, especialmente el Fondo Monetario Internacional. ¿Qué ocurriría en esto terminase en un choque frontal?”.Eso se pregunta el analista inglés Martin Wolf.

8 marzo, 2004

En este momento, la deuda con esas instituciones suma alrededor de US$ 26.600 millones, dividida entre FMI (10.700 millones, inclusive derechos especiales de giro, DEG), Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF o Banco Mundial, US$ 8.400 millones) y Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 7.500 millones). A fines de febrero, el país contaba con US$ 15.000 millones en reservas de libre disponibilidad.

“Los desembolsos en curso –apunta el columnista británico-, correspondientes a proyectos firmes, compensarán casi todos los modestos repagos debidos al BID (US$ 440 millones en capital) y al BIRF este año. Desde este punto de vista, sólo sería concebible
sólo si estas entidades resolviesen suspender desembolsos, como réplica a un cese de pagos al FMI”.

Dado que las reservas argentinas cubrirían cómodamente los montos adeudados, semejante opción sería muy cuestionable. Al respecto, Wolf recuerda que “el Fondo nunca ha sufrido pérdidas como prestamista, pues ello sucedería sólo si un país dejase de ser miembro”.

Por el contrario, “los largos retrasos en pagos tienen precedentes. Desde mediados de los 80, veinticinco socios han incurrido en ellos y cinco siguen en esa situación desde enero: Irak, Liberia, Somalía, Zimbabwe y Sudán”. Los cuatro primeros son virtualmente irrecobrables, según las normas generalmente aceptadas por la Financial Accounting Standards Board (FASB).

“La diferencia es de escala: Brasil, Turquía y Argentina son los tres máximos deudores del FMI, pues juntos representan 15,2% de las acreencias pendientes a fin de octubre último”. En la actualidad, Buenos Aires adeuda DEG 3.700 millones (US$ 5.400 millones), que vencen este año. La cuota hoy en duda –US$ 3.100 millones- significa 57,4% del total. Pero también equivalen a 35,6% del monto descontado preventivamente, en el balance a octubre, contra este tipo de situaciones.

Como el experto señala, “el FMI opera basándose en líneas de crédito renovables automáticamente al pagarse vencimientos”. Al presente, 45% de los miembros adelantan montos para ser “adquiridos” por los prestatarios. “Esos fondos son considerados perfectamente seguros por sus aportantes”.

Aparte, “como la entidad se dedica a dar crédito en situaciones críticas, en vez de conservar una cartera sana y relativamente segura, es acreedora privilegiada”. Esto es lo que los tenedores privados de bonos y sus aliados –entre ellos, los que sostienen que EE.UU. debiera retirarse del FMI- ponen en tela de juicio. Literalmente.

También a fines de octubre, los tres mayores prestatarios representaban 72% en la cuenta de recursos generales. “Si cualquiera de ellos prolongase sus retrasos en el tiempo –apunta Wolf-, el modelo contable de la entidad correría graves riesgos”. Esto explica el pánico que siente el sector financiero ante cualquier signo –real o imaginario- de “alianza” entre Brasil y Argentina.

Ahora bien ¿y si Buenos Aires no paga el martes? “Habrá medidas drásticas, al menos tratándose de instituciones multilaterales. Empezando por un mecanismo de salvaguardias compartidas, para proteger los ingresos del FMI, tendiente a pagarles intereses –o sea, lucro cesante- a los proveedores de fondos. Esto dejará malparada a la Argentina ante el resto de los miembros”.

Por supuesto, se le bloquearía el acceso a la asistencia del FMI y estaría en “estado de no cooperación” mientras no se resolviese el retraso de pagos. Esto duraría dieciocho meses, durante los cuales Argentina no tendría derechos societarios. A los dos años del cese de pagos, dejaría de ser miembro de la entidad, algo que no ha sucedido hasta ahora”.

Al mismo tiempo, la propia entidad afrontaría una crisis, particularmente si otros deudores “morosos” endurecieran su actitud. Ni qué pensar si George W.Bush fuese reelecto y su gobierno aprovechase el caso argentino para desembarazarse del peor crítico institucional de sus déficit estructurales.

En este momento, la deuda con esas instituciones suma alrededor de US$ 26.600 millones, dividida entre FMI (10.700 millones, inclusive derechos especiales de giro, DEG), Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF o Banco Mundial, US$ 8.400 millones) y Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 7.500 millones). A fines de febrero, el país contaba con US$ 15.000 millones en reservas de libre disponibilidad.

“Los desembolsos en curso –apunta el columnista británico-, correspondientes a proyectos firmes, compensarán casi todos los modestos repagos debidos al BID (US$ 440 millones en capital) y al BIRF este año. Desde este punto de vista, sólo sería concebible
sólo si estas entidades resolviesen suspender desembolsos, como réplica a un cese de pagos al FMI”.

Dado que las reservas argentinas cubrirían cómodamente los montos adeudados, semejante opción sería muy cuestionable. Al respecto, Wolf recuerda que “el Fondo nunca ha sufrido pérdidas como prestamista, pues ello sucedería sólo si un país dejase de ser miembro”.

Por el contrario, “los largos retrasos en pagos tienen precedentes. Desde mediados de los 80, veinticinco socios han incurrido en ellos y cinco siguen en esa situación desde enero: Irak, Liberia, Somalía, Zimbabwe y Sudán”. Los cuatro primeros son virtualmente irrecobrables, según las normas generalmente aceptadas por la Financial Accounting Standards Board (FASB).

“La diferencia es de escala: Brasil, Turquía y Argentina son los tres máximos deudores del FMI, pues juntos representan 15,2% de las acreencias pendientes a fin de octubre último”. En la actualidad, Buenos Aires adeuda DEG 3.700 millones (US$ 5.400 millones), que vencen este año. La cuota hoy en duda –US$ 3.100 millones- significa 57,4% del total. Pero también equivalen a 35,6% del monto descontado preventivamente, en el balance a octubre, contra este tipo de situaciones.

Como el experto señala, “el FMI opera basándose en líneas de crédito renovables automáticamente al pagarse vencimientos”. Al presente, 45% de los miembros adelantan montos para ser “adquiridos” por los prestatarios. “Esos fondos son considerados perfectamente seguros por sus aportantes”.

Aparte, “como la entidad se dedica a dar crédito en situaciones críticas, en vez de conservar una cartera sana y relativamente segura, es acreedora privilegiada”. Esto es lo que los tenedores privados de bonos y sus aliados –entre ellos, los que sostienen que EE.UU. debiera retirarse del FMI- ponen en tela de juicio. Literalmente.

También a fines de octubre, los tres mayores prestatarios representaban 72% en la cuenta de recursos generales. “Si cualquiera de ellos prolongase sus retrasos en el tiempo –apunta Wolf-, el modelo contable de la entidad correría graves riesgos”. Esto explica el pánico que siente el sector financiero ante cualquier signo –real o imaginario- de “alianza” entre Brasil y Argentina.

Ahora bien ¿y si Buenos Aires no paga el martes? “Habrá medidas drásticas, al menos tratándose de instituciones multilaterales. Empezando por un mecanismo de salvaguardias compartidas, para proteger los ingresos del FMI, tendiente a pagarles intereses –o sea, lucro cesante- a los proveedores de fondos. Esto dejará malparada a la Argentina ante el resto de los miembros”.

Por supuesto, se le bloquearía el acceso a la asistencia del FMI y estaría en “estado de no cooperación” mientras no se resolviese el retraso de pagos. Esto duraría dieciocho meses, durante los cuales Argentina no tendría derechos societarios. A los dos años del cese de pagos, dejaría de ser miembro de la entidad, algo que no ha sucedido hasta ahora”.

Al mismo tiempo, la propia entidad afrontaría una crisis, particularmente si otros deudores “morosos” endurecieran su actitud. Ni qué pensar si George W.Bush fuese reelecto y su gobierno aprovechase el caso argentino para desembarazarse del peor crítico institucional de sus déficit estructurales.

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