La incertidumbre sobre el debate fiscal se suma, además, a la tensión geopolítica en Siria, el cambio de mando en la Reserva Federal y la pronta rebaja en EE.UU. de la intensidad de los estímulos monetarios.
Si se llega a ese límite sin acuerdo, la Administración de Barack Obama no tendrá dinero para pagar las actividades de funcionamiento normal del Gobierno.
Ese techo está fijado en los 16,7 billones de dólares. Técnicamente ya se tocó en mayo, pero en ese momento entraron en vigor una serie de medidas excepcionales para poder pagar las facturas a tiempo.
El Tesoro alza ahora la voz de alarma diciendo que para mediados de octubre el balance en caja será solo de 50.000 millones, cantidad insuficiente para responder a sus obligaciones.
El próximo 1 de octubre entra además en vigor en EE.UU. el nuevo ejercicio fiscal, sin que tampoco se haya logrado un acuerdo sobre el presupuesto para 2014.
Para ese caso, se necesitará también una decisión a tiempo del Congreso a lo largo de septiembre que autorice el gasto público, aunque sea por cortos periodos de varios meses renovables.
Por si no fuera suficiente, en marzo entró en vigor una serie de recortes automáticos en el presupuesto cuyos efectos se están haciendo notar ahora en la economía.
Este enfrentamiento también puede afectar a la estrategia de la Fed. Ben Bernanke, su presidente, urge también a los legisladores que hagan de su parte para ayudar a la economía.
Tanto el Tesoro, como la Fed y el FMI consideran que sin el lastre fiscal, la economía de EE.UU. podría crecer por encima del 2% a final de año y reducir el paro de una forma más sostenida.
En el segundo trimestre, la expansión fue del 1,7%, de acuerdo con el nuevo modelo de cálculo del PIB. Eso significa que está a medio camino del crecimiento medio.
La proyección hasta ahora era que el nivel máximo que el Gobierno tiene para pedir prestado se superaría más bien a comienzos de noviembre, por lo que las seis semanas de margen tras el receso veraniego se esperan de intensa negociación en Washington.
El secretario del Tesoro Jack Lew, advierte sobre el riesgo de una crisis y los republicanos aseguran que tampoco quieren llegar a ese extremo, si bien siguen con las presiones para conseguir un recorte del lado del gasto público como condición para aceptar un pacto. Ese mismo choque político registra como antecedente agosto de 201, cuando la agencia de calificación Standard & Poors retiró a la deuda estadounidense la nota de máxima solvencia.
Reducción del déficit
Lew, principal negociador de Obama en la batalla fiscal, quiere que se cambie por una política de reducción del déficit más equilibrada. Es algo que también recomienda el Fondo Monetario Internacional.
La estrategia de los conservadores es utilizar el debate general del presupuesto para retrasar la entrada en vigor por falta de fondos del Obamacare, como se conoce el paquete de reformas de la salud.