¿Puede el equipo económico ir por objetivos ambiciosos?

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El indicador de actividad que elabora el IERAL a partir de la trayectoria de los impuestos asociados al mercado interno muestra una caída desestacionalizada en noviembre de 0,8 % mensual, luego de una merma de 0,4 % en octubre. Anticipa contracción del cuarto trimestre en relación al tercero.

La desaceleración del nivel de actividad se adelantó a las buenas noticias de una variación más moderada del IPC. En forma convergente, consultoras que monitorean ventas de productos de consumo masivo detectan para noviembre y lo que va de diciembre una caída de entre el 2 % y el 4 % en volúmenes, respecto de igual período del año pasado”.

La política monetaria ya no es expansiva como lo fuera hasta mediados de año; las tasas de interés, de fuertemente negativas en el primer semestre han pasado a un andarivel cercano a la neutralidad; mientras que la política fiscal se ha moderado, con el recurso de un gasto público que evoluciona por debajo de la tasa de inflación en la medición interanual.

Puede decirse que es una agenda razonable para evitar una espiralización de la inflación. De hecho, los datos del INDEC de noviembre con una inflación mensual de 4,9 %, validan esta percepción, con Alimentos y Bebidas subiendo 3,5 %, ajustándose a la pauta de “precios justos”.

Sin embargo, las presiones inflacionarias subyacentes no se han aplacado, aunque en la “superficie” (evolución de la Base Monetaria) se observe mayor control. El balance de 2022 muestra que por el dólar soja y las compras en el mercado secundario de deuda del Tesoro, se han activado factores de emisión monetaria que acumulan el equivalente a 2,9 puntos del PIB, a lo que se suman los 4 puntos del PIB que se contabilizan por el pago de intereses de Leliq.

Una forma de mostrar la conexión entre la dinámica interna y la externa de la economía es transformar a dólares, a tipo de cambio oficial, la evolución del gasto primario del sector público nacional. En 2022 el gasto primario del sector público nacional se está acercando a los 128 mil millones de dólares, un 53 % por encima del registro de 2019 (piso) y 17 % por debajo del pico de 2015, justo antes del traspaso presidencial.

Temporalmente, el efecto del “dólar soja” (todo indica que será recurrente el año próximo) ayuda al gobierno a recomponer reservas y mejorar la recaudación de retenciones. Pero, en el mediano y largo plazo, no define incentivos para un aumento sostenido de las exportaciones de la Argentina, más allá de una creciente “sojización” de los cultivos agrícolas.

Las empresas exportadoras que están fuera del “mundo soja” se enfrentan a un escenario en el que; a) el gobierno posterga la decisión de llevar el tipo de cambio oficial de 172 pesos a un nivel más realista; b) los costos pueden seguir aumentando por encima del tipo de cambio, por la mayor emisión y la persistencia de la escasez de insumos importados; c) todo esto en un contexto de economía mundial coqueteando con la recesión de cara a 2023 y un socio comercial clave como Brasil devaluando en forma significativa el real en relación al peso.

Aun cuando la sequía afectara de modo acotado los rindes y las exportaciones del complejo agroindustrial, todo indica que las divisas disponibles para importaciones en 2023 impondrán un ajuste en el nivel de actividad. Suponiendo que no pueda ampliarse el stock de crédito de comercio exterior más allá del nivel actual, puede estimarse una caída de importaciones no energéticas del 10 % respecto de 2022

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