domingo, 22 de diciembre de 2024

Presión cambiaria al tope y la inflación que no cede

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¿Cómo llega la economía al 14N? Con incertidumbre política al máximo y muchas incógnitas.

 Las encuestas disponibles de intención de voto muestran una caída de la intención de voto para el oficialismo y un repunte de la oposición y terceras alternativas.

En ese contexto surgen especulaciones acerca de cómo reaccionará el oficialismo después del domingo: ¿Con qué grado de debilidad quedará el Presidente? ¿Cuál será la actitud de CFK? ¿cooperará, confrontará o dará un paso al costado? ¿Cómo se comportarán los diputados y senadores oficialistas en el Congreso? ¿Qué postura adoptará el peronismo tradicional? ¿Se activará un recambio de gabinete y con qué sesgo? Son las preguntas que dejan a la economía sin un ancla fundamental para las expectativas: el ancla política de anticipar el rumbo futuro, según lo percibe el último informe de la consultora ABECEB..

 Presión cambiaria al tope y agentes (inversores) cubriéndose ante crecientes expectativas de devaluación. Este contexto de incertidumbre política extrema a pocos días de las legislativas, y en una economía que arrastra desbalances macroeconómicos de magnitud se refleja en el mercado cambiario/financiero: el dólar blue supera los $200 (con dólares CCL libres cercanos a $220), una brecha cambiaria altísima e insostenible arriba de 100%, inversores moviéndose a fondos dólar link para cubrirse ante un eventual salto devaluatorio, empresas cancelando aceleradamente sus préstamos en moneda dura (-9,3% cayeron los préstamos netos desde fines de septiembre y -3,9% sólo en 5 días de noviembre).

Y un BCRA interviniendo fuerte en el spot (vendiendo US$ 574 millones entre el 28/11 y 04/11, racha vendedora que se habría extendido en la última semana) y en los futuros (según se infiere del fuerte aumento de los volúmenes negociados). O sea, un BCRA que llega a las elecciones con reservas netas líquidas convergiendo a cero.

Estos números no sorprenden: Primero porque a la ausencia de ancla política para las expectativas se le suma la falta de ancla fiscal, monetaria y cambiaria (en un contexto en que se espera que el Central deba cambiar pronto la regla cambiaria que viene aplicando de devaluar por debajo de la inflación). Y en segundo lugar porque el plan electoral (plan plata en los bolsillos) y la estacionalidad fiscal propia de esta época del año alimentan la presión cambiaria: ya se emitieron $500 mil millones para fondear al fisco desde las PASO, la inflación efectiva y esperada supera el 50% anual y acumulamos una apreciación real del peso de 15% en lo que va del año.

La inflación del mes a mes (que incide en el ánimo de los votantes) exhibe peores guarismos a los que aspiraba el gobierno, a pesar de los congelamientos y controles. De hecho, tras el 3,5% de septiembre se espera que la inflación de octubre vuelva a superar el 3%, la de noviembre podría volver a empezar con “3”, con lo que las proyecciones de inflación para el cierre del año se revisan constantemente al alza (ABECEB: 50,4% ia).

 El lado positivo es una mejora en la situación sanitaria (77,5% de la población ya vacunada con una dosis y 59% con dos dosis) y un mayor movimiento económico (de la mano de la mayor movilidad y la recuperación del sector servicios), pero da la sensación de que ello tendrá sabor a poco al momento de inclinar la balanza en las urnas. Ni siquiera la continua revisión al alza de la proyección del PBI para 2021 (el rebote probablemente supere el 8% este año) parece ser capitalizable para el oficialismo que va a las legislativas con un 40% de pobreza, un salario real que no logra recuperarse y, sobre todo, una economía sin un rumbo claro y que debe evitar que se agudicen las fuentes de inestabilidad abiertas.

 

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