En el mes de octubre se exportaron casi 96 mil toneladas de carne bovina (res con hueso equivalente), el volumen más alto en lo que va del año. Este flujo representa más del 30% de la producción mensual. Todo indica que los envíos seguirán creciendo y por ende que la importancia del sector externo se profundizará en el 2020, de no haber intervenciones en el mercado.
Si la producción de carne no crece el próximo año, la disponibilidad para el mercado interno se reducirá casi con seguridad, y la mayor competencia por el producto (ahora más escaso) exigirá un ajuste (ascendente) de precios para equilibrar el mercado, cuya intensidad dependerá de cuánta carne menos se vuelque al consumo, de cómo se encuentre la actividad económica en general y también de lo que puedan aportar las carnes sustitutas
En un contexto de suba de precios, el nuevo gobierno puede verse tentado en intervenir el mercado de exportación. Esta política podría ser efectiva a corto plazo pero no a largo; el desaliento de las exportaciones deriva en menores precios de hacienda y en desincentivo a la inversión ganadera, la menor producción futura genera nuevamente la escasez.
El camino correcto es actuar por el lado de la demanda, fortaleciendo ingresos o modificando condiciones de precios pero sólo para determinadas personas y familias. Por caso, no resultaría complejo incluir en la tarjeta alimentaria que propone el nuevo gobierno una suma adicional que compense un aumento de precios de carnes