Tímidamente, algunos objetaron la conducción de la guerra por parte de George W.Bush, a quien todos trataban de no mencionar. Por otra parte, surgieron leves diferencias entre los diez precandidatos sobre temas sociales o económicos. Sí se notó una sorpresiva influencia del fundamentalismo evangélicos, aun en dirigentes de otras confesiones.
Casi repitiendo un libreto arreglado de antemano, casi todos anticiparon una victoria en Irak. Por el contrario, hace una semana sus colegas demócratas pedían el retiro rápido para evitar una derrota y un clima de violencia peores que los actuales.
“Debemos ganar. Si evacuamos, habrá caos, masacres y lacras que nos acompañarán de vuelta a casa”, sostuvo John McCain, senador por Arizona que, en pocas semanas, pasó de crítico a firme sostén de Bush, sus argumentos y el envío de refuerzos. El tono de McCain –que ha perdido apoyo interno, tras un papelón en Bagdad- estaba a medio camino entre lo apocalíptico y lo patético.
Rodolfo Giuliani, ex alcalde neoyorquino, al frente en los sondeos dentro del partido, también retocó su discurso. “No debemos retirarnos nunca –proclamó- ante el terrorismo”. Pero el problema en Irak y Afganistán es una guerra civil en toda la regla (que los respectivos gobiernos y sus socios están perdiendo), no una campaña terrorista.
El debate californiano se inscribe en un clima político adverso a los republicanos. Hace seis meses, el oficialismo se quedó sin el control de ambas cámara en el congreso. A año y medio de las elecciones presidenciales (noviembre de 2008), las encuestas indican que menos de 27% de la opinión pública apoya la gestión de Bush en general y más de 75% rechaza continuar en Irak. En esa condiciones, “por lo menos siete precandidatos acompañan a McCain y se inmolan por Bush”, según ironizaba “Los Ángeles times”.
Algunas actitudes rozan el exceso. Así, el ex gobernador de Massachusetts, Mitt Romney, uno de los mejor ubicados en la interna, recomendó “pasar por alto las encuestas, porque estamos en guerra”. Por su parte, presionado por los ultraconservadores, Giuliani vacila en su apoyo al aborto, Junto con casi todo el resto, convalidando el reciente veredicto en contra, dictado por una corte suprema muy derechizada durante la larga gestión de Bush.
Tímidamente, algunos objetaron la conducción de la guerra por parte de George W.Bush, a quien todos trataban de no mencionar. Por otra parte, surgieron leves diferencias entre los diez precandidatos sobre temas sociales o económicos. Sí se notó una sorpresiva influencia del fundamentalismo evangélicos, aun en dirigentes de otras confesiones.
Casi repitiendo un libreto arreglado de antemano, casi todos anticiparon una victoria en Irak. Por el contrario, hace una semana sus colegas demócratas pedían el retiro rápido para evitar una derrota y un clima de violencia peores que los actuales.
“Debemos ganar. Si evacuamos, habrá caos, masacres y lacras que nos acompañarán de vuelta a casa”, sostuvo John McCain, senador por Arizona que, en pocas semanas, pasó de crítico a firme sostén de Bush, sus argumentos y el envío de refuerzos. El tono de McCain –que ha perdido apoyo interno, tras un papelón en Bagdad- estaba a medio camino entre lo apocalíptico y lo patético.
Rodolfo Giuliani, ex alcalde neoyorquino, al frente en los sondeos dentro del partido, también retocó su discurso. “No debemos retirarnos nunca –proclamó- ante el terrorismo”. Pero el problema en Irak y Afganistán es una guerra civil en toda la regla (que los respectivos gobiernos y sus socios están perdiendo), no una campaña terrorista.
El debate californiano se inscribe en un clima político adverso a los republicanos. Hace seis meses, el oficialismo se quedó sin el control de ambas cámara en el congreso. A año y medio de las elecciones presidenciales (noviembre de 2008), las encuestas indican que menos de 27% de la opinión pública apoya la gestión de Bush en general y más de 75% rechaza continuar en Irak. En esa condiciones, “por lo menos siete precandidatos acompañan a McCain y se inmolan por Bush”, según ironizaba “Los Ángeles times”.
Algunas actitudes rozan el exceso. Así, el ex gobernador de Massachusetts, Mitt Romney, uno de los mejor ubicados en la interna, recomendó “pasar por alto las encuestas, porque estamos en guerra”. Por su parte, presionado por los ultraconservadores, Giuliani vacila en su apoyo al aborto, Junto con casi todo el resto, convalidando el reciente veredicto en contra, dictado por una corte suprema muy derechizada durante la larga gestión de Bush.