Polonia: una lista de religiosos que cooperaban con el comunismo

Wiktor Skworc, obispo de Tarnów (Silesia) era el agente Dabrowski. Su colega de Poznañ, Julius Paetz, era Fero. Ellos y otros cuarenta colaboracionistas figuran en un libro de 590 páginas. Sin “nihil obstat” ni “imprimatur”, claro.

27 febrero, 2007

Lo escribió Tadeusz Isaczowicz-Zaleski, un cura rural, y llega este miércoles a las librerías polacas. El investigador estuvo escarbando durante años en los archivos de los servicios secretos. Su trabajo estaba listo para editarse en 2006, pero Józef Glemp (cardenal primado) y Stanislaw Dziwisz (cardenal de Cracovia, ex secretario de Juan Pablo II) trataron de bloquear la publicación.

Este texto ya estaba terminado cuando, el 6 de diciembre, el Vaticano –o sea, la alta burocracia italiana- informó que el nuevo arzobispo de Varsovia sería Stanislaw Wielgus (de familia lituana). Poco después, “Gazeta polska” lo acusaba de haber sido informante de los servicios comunistas. Junto a Wielgus se citaba a los actuales obispos Skworc, Paetz, Kazimierz Gorny y Wojciech Ziemba. Sus nombres aparecen en el libro.

Naturalmente, el escándalo de diciembre adopta hoy nuevos visos. Desde algunos púlpitos se trata a Isaczowizcz-Zaleski de apóstata –como si hubiese abandonado el cristianismo- y se recuerda que su primer apellido es judío. En la todavía cerril Polonia, colaborar con el comunismo es peor pecado que haberlo hecho con la ocupación nazi. Una rara excepción era Karol Wojtila, enfrentado tanto al III reich como a Moscú.

Wielgus fue el agente Grey hasta 1989, cuanto se vino abajo al gobierno poscomunista. Cabe observar, al respecto, que -desde los tiempos de Stanislaw Gomulka, 1956- el régimen polaco era uno de los más tolerantes al disenso de los intelectuales y a la Iglesia católica.

El 7 de enero, Wielgus debió renunciar en vísperas de su propia misa de coronación y con la mitra en el reclinatorio. El papa Benedicto XVI (Josef Ratzinger, un alemán tan luego) le aceptó la dimisión, gesto con escasos precedentes en la historia eclesiástica. Tampoco es frecuente que el Vaticano admita que sus propios filtros no funcionaron. Rodaron cabezas en el mayor secreto y un diario francés sostuvo que ”Roger Peyreffite nos habría hecho falta en este escándalo”.

Lo escribió Tadeusz Isaczowicz-Zaleski, un cura rural, y llega este miércoles a las librerías polacas. El investigador estuvo escarbando durante años en los archivos de los servicios secretos. Su trabajo estaba listo para editarse en 2006, pero Józef Glemp (cardenal primado) y Stanislaw Dziwisz (cardenal de Cracovia, ex secretario de Juan Pablo II) trataron de bloquear la publicación.

Este texto ya estaba terminado cuando, el 6 de diciembre, el Vaticano –o sea, la alta burocracia italiana- informó que el nuevo arzobispo de Varsovia sería Stanislaw Wielgus (de familia lituana). Poco después, “Gazeta polska” lo acusaba de haber sido informante de los servicios comunistas. Junto a Wielgus se citaba a los actuales obispos Skworc, Paetz, Kazimierz Gorny y Wojciech Ziemba. Sus nombres aparecen en el libro.

Naturalmente, el escándalo de diciembre adopta hoy nuevos visos. Desde algunos púlpitos se trata a Isaczowizcz-Zaleski de apóstata –como si hubiese abandonado el cristianismo- y se recuerda que su primer apellido es judío. En la todavía cerril Polonia, colaborar con el comunismo es peor pecado que haberlo hecho con la ocupación nazi. Una rara excepción era Karol Wojtila, enfrentado tanto al III reich como a Moscú.

Wielgus fue el agente Grey hasta 1989, cuanto se vino abajo al gobierno poscomunista. Cabe observar, al respecto, que -desde los tiempos de Stanislaw Gomulka, 1956- el régimen polaco era uno de los más tolerantes al disenso de los intelectuales y a la Iglesia católica.

El 7 de enero, Wielgus debió renunciar en vísperas de su propia misa de coronación y con la mitra en el reclinatorio. El papa Benedicto XVI (Josef Ratzinger, un alemán tan luego) le aceptó la dimisión, gesto con escasos precedentes en la historia eclesiástica. Tampoco es frecuente que el Vaticano admita que sus propios filtros no funcionaron. Rodaron cabezas en el mayor secreto y un diario francés sostuvo que ”Roger Peyreffite nos habría hecho falta en este escándalo”.

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