<p>Obviamente, los dos mandatarios tienen bastante que ganar, especialmente en cuanto a relaciones bilaterales. Pero, entre ese acto y su ratificación, ciertas trabas políticas internas les exigirán astutas maniobras a ambos. Aun si el pacto no abortase durante el actual trámite, quedarían algunos riesgos pendientes.<br />
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A criterio de la inteligencia anglosajona, por ejemplo, Rusia aún podría retirarse del tratado si percibiera que el plan norteamericano de proyectiles defensivos afecta a sus propios disuasores nucleares. En realidad, creen analistas alemanes y franceses, es siempre la misma historia: Washington y Moscú esgrimen armas que nunca usarán. Máxime con una amenaza más tangible: el terrorismo profesional, sus arsenales y proveedores. <br />
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El documento subscripto el 9 de este mes en Praga, tras un año de negociaciones intenta renovar y mejorar el Start de 1991, firmado inmediatamente tras la licuación de la Unión Soviética. Aquel pacto lo rubricaban Borís Yeltsin y George H.W.Bush. También entonces hubo trabas para una ratificación que no llegó. <br />
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Ya al principio de esas tratativas, ambas potencias convinieron en reducir arsenales estratégicos. En siete años, cada una disminuiría de 2.200 a 1.550 las ojivas autorizadas en 2002 por el tratado pro limitación de armas ofensivas (Sort). Además, se reducirían de 1.600 a 800 las plataformas de lanzamiento. Estas coincidencias en números no impidieron que divergencias de ejecución trabasen el primer acuerdo y lo dejaran expirar en diciembre de 2009.<br />
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Dos temas fueron decisivos: los procedimientos de verificación mutua y los nexos entre armas ofensivas y defensivas. Los escépticos sostienen que, ahora, el compromiso Obama-Medyédiev puede complicar las respectivas ratificaciones más que en 2002/9. Así, los rusos afrontan un dilema: a diferencia del Sort, el nuevo Start no contempla la mutua verificación de recortes.<br />
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Por otro lado, los rusos querían atenuar el régimen verificador original que siempre consideraron demasiado favorable a Estados Unidos. Hoy, este objetivo parece logrado. Si bien habrá inspecciones a pedido, los norteamericanos no tendrán residencia permanente en Rusia.<br />
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Según funcionarios estadounidenses, el futuro Start se aplicará sólo a armas estratégicas ofensivas, no a proyectiles defensivos. Pero los moscovitas siempre han insistido en nexos explícitos y el prólogo al tratado lo deja en claro, aunque el texto no tenga efectos jurídicos. En otras palabras, cada lado podrá atribuirse triunfos políticos puertas adentro. Ello quedó claro en la “cumbre” atómica de Washington, el12 y 13 de abril.<br />
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En conclusión, se ratifique o no el Start II, la adhesión rusa dependerá de la flexibilidad norteamericana en materia de armas defensivas, su despliegue en Europa centroriental, Balcanes inclusive, y el factor Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Si los rusos no confían o tienen problemas políticos internos –como roces entre Miedyédiev y el poderoso primer ministro Vladyímir Putin- , todo volverá a 2002, ante la indiferencia mundial. <br />
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Política interna vs. nuevo pacto nuclear Rusia-EE.UU.
Los presidentes Barack Obama y Dmitri Miedyédiev pueden tener problemas tras la firma del tratado pro reducción de armas estratégicas (Start en la sigla inglesa). A poco de la reunión en Praga, hay señales inquietantes desde el campo ruso.