Héctor Polino ratificó ayer que no integrará el gobierno de Néstor Kirchner y aclaró, ante acusaciones de Alberto Fernández de que su partido había colaborado con el régimen militar, que tanto él como Alfredo Bravo habían estado presos y que no podía generalizarse la actitud de algunos dirigentes de ocupar embajadas.
Negó también que el socialismo se mire al ombligo, como disparó el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, en la víspera. El funcionario se mostró sumamente disgustado con el hecho de que el ex diputado nacional no hubiese aceptado el cargo de secretario de Medio Ambiente de la Nación que le ofreciera. Y que hubiese sido porque el Partido Socialista no autorizara a Polino para que acepte. Cuestionó entonces que el PS “no haya sido capaz de colaborar con un gobierno democrático”.
“Me apena mucho porque Polino es un hombre de bien y honesto que podría haber colaborado mucho y lamento que la Argentina se pierda de tener un funcionario digno y de bien”, había afirmado Fernández.
Para el funcionario, “algunos socialistas miran mucho más su ombligo que al país” y agregó que “los mismo que dejaron que los socialistas se fueran con (Jorge Rafael) Videla se oponen que un socialista sea parte de gobierno democrático”.
Fernández dijo que le venía “a la memoría aquel socialismo que le prestaba dinero a sus funcionarios y qué picardía que ese socialismo no haya sido capaz de colaborar con un gobierno democrático”.
Después de una fugaz expresión de deseos presidencial para propender al pluralismo político, en pocos días el lanzamiento al ruedo del ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, como posible contendiente en las próximas elecciones del 2007 alteró los nervios al gobierno, según las expresiones de “los Fernández” y del propio Kirchner.
Ahora, el inicialmente fallido intento de absorber al socialismo que lidera un potencial adversario del kirchnerismo desde la centroizquierda, como lo es Rodolfo Binner, causó contrariedad en la Casa Rosada, donde se descontaba que la operación sería exitosa.
Hasta el momento, no se recorta en el horizonte la polarización que pretenden desde el gobierno entre una socialdemocracia en ciernes que lo tenga como protagonista principal y una franja conservadora debilitada, que junte a Mauricio Macri, López Murphy, Jorge Sobisch y los deshechos del PJ tradicional y del radicalismo.
Antes bien, la aparición de Lavagna, no por inesperada, insinúa la formación de una alianza antikichnerista para presentar batalla al candidato “pingüino” o “pingüina” (según las propias palabras presidenciales) en la elección de 2007, que así como van los acontecimientos, de pluralista para la actitud oficial no tendrá nada.
Héctor Polino ratificó ayer que no integrará el gobierno de Néstor Kirchner y aclaró, ante acusaciones de Alberto Fernández de que su partido había colaborado con el régimen militar, que tanto él como Alfredo Bravo habían estado presos y que no podía generalizarse la actitud de algunos dirigentes de ocupar embajadas.
Negó también que el socialismo se mire al ombligo, como disparó el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, en la víspera. El funcionario se mostró sumamente disgustado con el hecho de que el ex diputado nacional no hubiese aceptado el cargo de secretario de Medio Ambiente de la Nación que le ofreciera. Y que hubiese sido porque el Partido Socialista no autorizara a Polino para que acepte. Cuestionó entonces que el PS “no haya sido capaz de colaborar con un gobierno democrático”.
“Me apena mucho porque Polino es un hombre de bien y honesto que podría haber colaborado mucho y lamento que la Argentina se pierda de tener un funcionario digno y de bien”, había afirmado Fernández.
Para el funcionario, “algunos socialistas miran mucho más su ombligo que al país” y agregó que “los mismo que dejaron que los socialistas se fueran con (Jorge Rafael) Videla se oponen que un socialista sea parte de gobierno democrático”.
Fernández dijo que le venía “a la memoría aquel socialismo que le prestaba dinero a sus funcionarios y qué picardía que ese socialismo no haya sido capaz de colaborar con un gobierno democrático”.
Después de una fugaz expresión de deseos presidencial para propender al pluralismo político, en pocos días el lanzamiento al ruedo del ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, como posible contendiente en las próximas elecciones del 2007 alteró los nervios al gobierno, según las expresiones de “los Fernández” y del propio Kirchner.
Ahora, el inicialmente fallido intento de absorber al socialismo que lidera un potencial adversario del kirchnerismo desde la centroizquierda, como lo es Rodolfo Binner, causó contrariedad en la Casa Rosada, donde se descontaba que la operación sería exitosa.
Hasta el momento, no se recorta en el horizonte la polarización que pretenden desde el gobierno entre una socialdemocracia en ciernes que lo tenga como protagonista principal y una franja conservadora debilitada, que junte a Mauricio Macri, López Murphy, Jorge Sobisch y los deshechos del PJ tradicional y del radicalismo.
Antes bien, la aparición de Lavagna, no por inesperada, insinúa la formación de una alianza antikichnerista para presentar batalla al candidato “pingüino” o “pingüina” (según las propias palabras presidenciales) en la elección de 2007, que así como van los acontecimientos, de pluralista para la actitud oficial no tendrá nada.