<p>Por un lado, el Fondo Monetario Internacional deja en manos de Atenas la clave del salvamento. Por el otro, un sector duro en la junta directiva del BCE (Knot y otros gobernadores de bancos centrales) no excluyen una bancarrota por € 353.000 millones.</p>
<p>Por ejemplo, la canciller Angela Merkel y su ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble, no parecen convencidos de esa opción intervencionista. Temen que, de un modo u otra, desencadenen un efecto dominó sobre la periferia de la Eurozona (Portugal, Irlanda, Estonia) y, tal vez, Italia. Las calificadoras Standard & Poor’s y Moody’s Investors Service están haciendo lo posible en ese sentido.</p>
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<p>La segunda de ambas agencias acaba de degradar ocho bancos helenos, en tanto Bruselas (Comisión Europea), Francfort (BCE) y Luxemburgo (Eurogrupo) barajan una salida transaccional: el cese de pagos controlado. Como se ve, ya no es tabú mencionar términos como cese, insolvencia o hasta quiebra soberana.<br />
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¿De dónde salen aquellos € 353.000 millones? Su génesis yace en el primer rescate (€ 110.000 millones, mayo de 2010), los vencimientos de bonos y, potencialmente, un segundo rescate (€ 109.000 millones previsto para 2012/14. Con el último tramo del salvamento inicial (€ 8.000 millones) pendiente para octubre, todos estos números siguen en el aire.</p>
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¿Podrán el G-20 y el BCE evitar la recesión?
Asustados por el doble derrumbe (miércoles y jueves), el grupo de los 20 y el Banco Central Europeo prometían intervenir para frenar más desbarranques. Pero los halcones, acaudillados por el holandés Klaus Knot, no descartan el cese de pagos griego.