domingo, 8 de diciembre de 2024

Poco le falta a bin Laden para atribuirse la recesión norteamericana

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Así cree el columnista Berndt Debussmann (Reuters). Parece surrealista, pero varios ultraconservadores asocian el terrorismo de al Qa’eda con la debilidad económica de EE.UU. y apuntan a los fondos soberanos que manejan emiratos del golfo.

<p>&ldquo;La trayectoria de Osama no es garant&iacute;a de futuros desplantes, pero quiz&aacute; no falte mucho &ndash;presume el analista alem&aacute;n- para que reivindique el m&eacute;rito de la crisis financiera que cunde en Occidente&rdquo;. Sin duda, al Qa&rsquo;eda tiene ribetes mesi&aacute;nicos &ndash;curiosamente, m&aacute;s shi&rsquo;itas que sunnitas-, combinados con una obsesi&oacute;n poco isl&aacute;mica por lo medi&aacute;tico.</p>
<p>En verdad, ya al cumplirse seis a&ntilde;os del ataque sobre Manhattan y el Pent&aacute;gono (septiembre pasado) un video de bin Laden tocaba el tema. &ldquo;Se debaten ustedes bajo el peso de deudas &ndash;sosten&iacute;a el sant&oacute;n- y una crisis hipotecaria&rdquo;. En 2004, poco antes de las elecciones presidenciales norteamericanas, al Qa&rsquo;eda afirmaba que el gobierno de George W.Bush &ldquo;desangra al pa&iacute;s y lo lleva a la bancarrota&rdquo;.</p>
<p>Entonces, el litro de nafta costaba US$ 0,52. Ahora llega a 1,05. Miles se han quedado sin vivienda y el desempleo urbano alcanza 5,5% anual, contra el 4,2% legado por William Clinton en 2000. Hidrocarburos y productos agr&iacute;colas escasean en el mundo y marcan precios sin precedentes. &ldquo;A bin Laden le sobra libreto&rdquo;, subraya Debussmann.</p>
<p>Pero &iquest;hasta qu&eacute; punto esos problemas se relacionan con la serie de hechos desencadenada el 11 de septiembre de 2001? Por de pronto, &ldquo;reaviv&oacute; la guerra en Afganist&aacute;n, cuyo objeto frustr&aacute;neo era cazar a bin Laden y llevarlo a la justicia. Sigui&oacute; la guerra en Irak, con su creciente cuota de d&eacute;ficit fiscal norteamericano&rdquo;.</p>
<p>M&aacute;s a&uacute;n, pues Bush y su eminencia gris Richard Cheney empezaron en 2002 a hablar de una guerra global contra el terrorismo. Tiempo despu&eacute;s, EE.UU. debi&oacute; retirarse de Somal&iacute;a y, m&aacute;s tarde, al Qa&rsquo;eda se afincaba en Pakist&aacute;n.</p>
<p>Poco tardaron bin Laden y sus ac&oacute;litos en eludir el cerco afgano (2001) y crearse santuarios propios en la regi&oacute;n (2002 en adelante). Los mismos que ten&iacute;a al Qa&rsquo;eda cuando, en los a&ntilde;os 70 y 80, luchaba contra la ocupaci&oacute;n sovi&eacute;tica con armas de EE.UU. y d&oacute;lares saud&iacute;es.</p>
<p>Desilusionado, Washington &ldquo;dej&oacute; de dedicarse a bin Laden para emprenderla con Saddam Husein, que no ten&iacute;a nexo alguno con al Qa&rsquo;eda. Pero EE.UU. s&iacute; hab&iacute;a apoyado a Bagdad en la guerra de los 80 con Tehr&aacute;n. La invasi&oacute;n de 2003, entretanto, convenci&oacute; a millones de musulmanes de que al Qa&rsquo;eda ten&iacute;a raz&oacute;n: EE.UU. quiere arrebatar al Islam los recursos petroleros de Levante. De ah&iacute; a adjudicarse la decadencia econ&oacute;mica del imperio, hay escaso trecho&rdquo;. Similares tesis sobre el &ldquo;modelo anglosaj&oacute;n&rdquo; y la doble crisis en algunos mercados circulan entre Mosc&uacute;, Par&iacute;s y Berl&iacute;n, pero no tan exageradas.</p>
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