<p>A principios de 1999, cuando los futuros cortos de hidrocarburos no llegaban ni a US$ 15 por barril, los gurúes y medios de siempre cuestionaban –junto con Nicolas Negroponte- la relevancia del petróleo en una economía que pronto se jugaría en el ciberespacio. Pinchada la burbuja puntocom, hacia mediados de 2003 los precios se recobraban de otro bajón, pero nadie sospechaba que China e India devendrían fuerte consumidores de combustibles fósiles. Los optimistas se reían de quienes anticipaban US$ 40 el barril en un par de años.</p>
<p>Este jueves, el tejano ligero llegó a pasar los US$ 135 en Nueva York. Por supuesto, hoy los hombres sabios no ven otro horizonte que el alcista. Al 21 de mayo, los futuros del WTI habían subido 39% en el año y 17% desde el 30 de abril.</p>
<p>La resultante alza de naftas y otros combustibles, como la de alimentos, generan desasosiego en las economías centrales y violencia en el mundo subdesarrollado. Por ejemplo, American Airlines informó que los mayores costos de carburantes exigen reducción de la flota y del número de pasajeros, además de aumento de tarifas. Boeing confía en los nuevos 787, que traguen menos combustible, promuevan demanda y compensen las demoras en entregas.</p>
<p>Mientras tanto, Honda y otras automotrices aceleran planes para lanzar más modelos híbridos (fuel oil o nafta-electricidad). El cambio de preferencias en Estados Unidos obligan a que, por fin, General Motors, Ford y Chrysler reduzcan la producción de utilitarios deportivos.</p>
<p>Este miércoles, la cámara baja pasó un paquete de US$ 57.000 millones en incentivos tributarios para promover energías alternativas, por ejemplo solar o eólica. Por supuesto, la influencia del ”lobby” petrolero entre los republicanos puede hacer que prospere el inevitable veto de George W.Bush, pero su sucesor será seguramente mucho más progresista en materia de energía y combustibles.</p>
<p>Pese a la influencia de un dólar débil (63,5 centavos de euro), los problemas de abastecimiento sugieren que la crisis petrolera no es cuestión cambiaria, sino de oferta. La agencia internacional de energía y combustibles teme que “las futras disponibilidades de hidrocarburos sean inferiores a las estimadas”</p>
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Petróleo: una conyuntura de ribetes alarmantes
Esta crisis aporta un magro consuelo: la sapiencia convencional sobre el futuro de los crudos se ha equivocado muchas veces. Pero por desgracia, en general los malos cálculos erraban por el lado optimista.